Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

20 Más de lo que merezco | Asher

Asher

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—Ya, solo cálmate, Ash —dice Collin al volante al ver que sigo insistente en el celular buscando hoteles baratos.

En cuanto Irene y Peter me avisaron, salimos disparados al edificio, pero ya se habían ido y no podíamos romper el sello de embargo.

—No puedo, esto es algo que ella no debía saber.

—¿No pensabas contarle de tus adeudos financieros?

—Sí, pero no es un tema que tocas en las primeras citas. Mi intención era conquistarla, no espantarla.

—Pues ya lo sabe. Le explicas y no pasa nada. ¿Crees que te va a juzgar?

—No, pero es incómodo todo esto. ¿Qué pensarías si te das cuenta de que la persona con la que sales no tiene estabilidad económica porque hipotecó el departamento para poder pagar la carrera?

—Que es una excelente persona con adversidades que cualquier ser humano puede llegar a tener. No sé por qué te preocupas tanto. ¿Le has contado de tu trabajo anterior?

—No sé si quiero que sepa eso —confieso tratando de no pensar en esa parte de mi vida.

—Todo en algún momento sale a la luz. ¿Estás consciente de eso?

—Pero por el momento es mejor así —insisto—. Es más fácil tener padres ricos, ¿cierto?

—A veces.

—Debí buscar más alternativas.

—Escucha, Ash. Lo has hecho bien, ¿de acuerdo? Si hubieras continuado con ese trabajo, quien sabe qué habría sido de Peter. Lo hiciste por él, estaban pasando por un mal momento los dos, y era la única manera de que ninguno se derrumbara. Y ya deja de buscar hoteles, idiota —ordena quitándome de las manos el celular—. Te he dicho que te quedas conmigo y listo. Asunto arreglado.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero que Peter te vea como ejemplo.

—¿Qué hay de malo en mí?

—¿En serio preguntas? —Collin me mira y sonríe con descaro—. No quiero que piense que llevar una chica cada fin de semana al departamento está bien, cuando lo recupere obviamente.

—Vamos, Ash. Desde que conocí a Mary ha bajado la frecuencia con que entran chicas a la casa.

—Ese es el asunto: ha bajado la frecuencia ¿Te escuchas? Quédate solamente con una y ya —Él se queda pensativo por un momento, y sé que ese silencio tiene nombre y apellido, pero él no lo admitirá—. Mary parece una buena chica.

—Llegamos —anuncia muy oportuno para no tocar el tema de su silencio.

Le resto importancia y bajo inmediatamente del auto.

—Asher... —En cuanto toco a la puerta, me recibe una Irene cariñosa con un reconfortante abrazo que me invita a no decir nada si eso me hace sentir más cómodo. Obviamente, le debo una explicación.

—Lamento que tuvieras que presenciar todo eso...

—Descuida —interrumpe invitándome a pasar y saluda a Collin.

—¿Dónde está Peter? —pregunto al ver algunos bolsos y maletas cerca de las escaleras.

—Él está bien, te esperábamos para comer.

—Uh, ¿solamente a Ash? —inquiere Collin fingiendo estar ofendido adentrándose a la casa.

—Claro que no —responde ella con ese carisma que llamó mi atención desde la primera vez que la vi—. Siempre hay lugar para más.

Peter se encuentra concentrado con la mamá de Irene, ella se comunica a la perfección con él. Irene toma mi mano parándose a un costado mío al ver que me quedo observándolos.

—Así que, ser una cajita llena de sorpresas viene de familia —digo sorprendido.

—A mi igual me sorprendió —Collin no se detiene, llega hasta a ellos saludándolos, y toma asiento en cuanto la señora Basso lo invita.

Nadie menciona lo sucedido, y me siento un poco inquieto. Veo que Peter se siente ampliamente en confianza y es algo que hace tiempo no veía en él, desde que nuestros padres murieron para ser exacto.

—¿Y son muy exhaustivas esas evaluaciones? —pregunta verbalizando la mamá de Irene con señas, pero Collin es quien responde de la misma manera.

Todos conversan amenamente, y de pronto siento la mano de Irene sobre la mía.

—Asher, no has comido —Su sonrisa es hermosa—. Calma, todo estará bien. Hablaremos más tarde.

Sus palabras parecen mágicas. Inhalo hondo y dejo salir el aire. Asiento y trato de olvidar por un rato todo lo que me está agobiando.

—Has estado muy callado, Asher —menciona la señora Basso—. ¿Sigues preocupado?

—Le mentiría si digo que no —admito apenado.

—El mundo sigue girando, Asher. No termina ahí.

—¡Justo eso es lo que le he venido diciendo! —apoya Collin—. Pero es un chico terco y necio que no se deja ayudar por nadie.

—Collin... —Intento intervenir.

—No, Ash. Es la verdad, tienes que aprender a admitir que eres un orgulloso. No te haces nada si aceptas ayuda de vez en cuando, pero te atreves a rechazar mi ofrecimiento. Vamos a mi casa.




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