Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

21 Inolvidable | Irene

Irene

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Las piernas me temblaban y tal vez no era prudente buscarlo. Me encontraba inquieta en mi habitación y no podía dejar de pensar que Asher. Mi Asher está bajo el mismo techo que yo.

¿Es momento de decir que las señales divinas existen? ¿O serán del universo? No tengo idea, pero escucho pasos y me asomo con cautela. La habitación donde instalamos a Asher está abierta, pero él no está. Debió bajar, así que espero en mi habitación. Escucho que finalmente sube y salgo nuevamente a buscarlo.

—¿Descansaste? —pregunto desde la puerta, él voltea sorprendido.

—Creo que más de lo esperado —responde sentándose sobre la cama, da un par de palmaditas sobre el colchón invitándome a entrar.

Cierro la puerta y acepto la invitación.

—No quise despertarte, pero si tienes hambre, puedo calentar de lo que cenamos en el microondas. O puedo prepárate algo.

—No hace falta, Corazón. En realidad, no tengo hambre. ¿Por qué sigues despierta? Es tarde.

—Pues..., resulta que me es imposible conciliar el sueño si mi novio está a unos cuantos metros de distancia con una pared de por medio.

—Ven aquí —invita una vez más acostándose de lado, por lo que imito su posición y aunque me siento nerviosa con su mirada, no quiero dejar de verlo—. Eres maravillosa.

—Asher... —Calla mi boca colocando su dedo índice sobre mis labios.

—Gracias —Sus labios acarician los míos, y no puedo negar que a estas alturas no me conformo con un beso. Nos damos un respiro, y aprovecha para acariciar su nariz con la mía robándome una sonrisa.

—Quisiera poder hacer más.

—Has hecho más de lo que nadie más podría hacer —Su dedo pulgar acaricia mi mejilla, y atrapo su mano con la mía para dejarlas reposando entre nosotros—. Ahora, será mejor que te vayas a descansar, o esto será un desastre.

—¿Me estás corriendo? —inquiero con diversión.

—Si te quedas, yo... —Su silencio me mata, sé lo que quiere decir y no se atreve.

—De acuerdo, me iré —digo incorporándome de la cama, no sin antes dejar un beso en sus labios, y camino hacia la puerta.

—Irene, espera —Me giro antes de abrir la puerta, él se levanta de la cama parándose frente a mí.

—¿Qué pasa?

—Pasa que necesito algo —confiesa un poco inquieto.

—¿Qué es?

—A ti —Sonrío complacida, porque no quiero que me deje salir de esta habitación.

—Es una coincidencia que tengamos la misma necesidad —Y justo como aquel día, nuestros cuerpos se atraen con fuerza, reconociéndose como aquella vez en que me atreví a dejar salir un poco aquella chica de las fiestas; atrevida y despreocupada.

Mi espalda toca la puerta debido a la intensidad en que nuestros cuerpos se enredan, y nos damos un respiro. Dejo de lado mis miedos y sin dejar de mirarlo a los ojos, deslizo mi pijama hasta quitarla; es un vestido de franela, por lo que quedo solamente en ropa interior.

Asher mira mi cuerpo con fascinación, y eso me da confianza. Me atrae hacia él nuevamente con esa necesidad, y me dejo guiar hacia la cama donde me recuesto ayudándole a desvestir su camisa después de que con un poco de dificultad desabrochara mi brasier.

—No quiero parecer un aprovechado —susurra tan cerquita de mí.

—No me lo pareces.

—Es bueno saber eso —Su mirada cambia, es más intensa, aunque sin perder ese toque de ternura.

Mi cuerpo queda atrapado bajo el suyo, y sus ojos estudian mis facciones, mientras su mano libre acaricia mi mejilla y sin apartar la vista, recorre un camino con la punta de sus dedos hasta llegar a uno de mis pechos; no hago más que sofocar un gemido. Sus labios dibujan una sonrisa antes de fundirse nuevamente en los míos, y su mano continua ese camino, es cuando llegan a mi abdomen que siento un ligero temblor en él; está nervioso, o tiene frío..., creo que es lo primero. Mi interior se contrae cuando sus dedos rozan el encaje que adorna mi ropa interior.

—Asher... —musito en casi un gemido.

—¿Quieres que pare? —cuestiona suplicando con la mirada que me niegue, ¿y quién soy para decepcionarlo? Así que niego en silencio.

Relamo mis labios, cierro los ojos y echo mi cabeza hacia atrás, disfrutando este mar de sensaciones que Asher me hace sentir con cada beso que deja en mi piel, y con cada caricia que, con delicadeza, me hace estremecer al tocar esa parte tan íntima y sensible que hay en mí.

—¿Eres consciente de que, después de esto, será mucho más difícil tenerte lejos de mí? —inquiere después de haberse despojado de cada una del resto de sus prendas

—Entonces, mantente cerca —respondo al sentir que desliza por mis piernas lo único que cubre mi cuerpo.

—Me haces perder la cabeza, Irene.

—Nunca fue mi intención, pero ya que está hecho..., supongo que no hay manera de arreglarlo.

—¿Estás lista?

—¿Aún preguntas eso? —inquiero refiriéndome a que mi interior está más que preparado, ansioso, y él ya lo comprobó.




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