Una chica curvilínea | Bilogía Complejos I | Finalizada

33 Invitación

—Escuché a Analí decirle que no podía darse esa libertad por ahora. Ella dijo claramente que estaba rota y está visitando a una amiga de mamá que es psicóloga —cuento a Mary, ya que quiere saber con detalle sobre la estadía de Analí en casa.

—Espero que eso le ayude en verdad —dice pensativa—. Aunque Lorenzo se ve perdido, me da pena por él.

—Yo igual. Es decir, todos tenemos derecho a arrepentirnos por nuestros errores y buscar el perdón —comento sin prestar mucha atención a mis palabras, y veo que Mary me observa juiciosa—. ¿Qué?

—Entiendo que eso lo dices por tu hermana, pero ¿qué quieres decir en realidad?

—Nada —respondo al comprender que le ha quedado como anillo al dedo la frase.

—Claro que sí.

—Está bien, no era con mala intención o insinuación porque realmente hablo de Analí, pero ya que lo mencionas, pues igual creo que deberías escucharlo bien, lo que se dice bien.

—¿Por qué? ¿De qué lado estás Curvy?

—Del tuyo, y claramente sufres a tu manera, Mary. Ponte a pensar que, si él no te llevaba a su casa, era porque no quería que tú fueras una más de la lista.

—Bien, le agradezco el gesto, pero al final me llevó y terminé siendo una más de su lista. En cambio, yo, mi regla era que nadie, a menos que fuera serio, entraría a mi departamento. Y él entró.

—Quizá esa invitación a su casa fue para romper ese patrón, Mary.

—Irene, había una chica en su casa. ¿Qué te dice eso? Yo fui exclusiva desde que lo conocí, pero él claramente no tuvo la misma intención. He pensado en todo, y el hecho de que, llevarme a su casa pudo ser para romper con esa rutina, por más vueltas que le dé él realmente no generó los mismos sentimientos por mí —menciona con tristeza—. No se puede refutar a eso.

—¿Te lo dijo él? —inquiero esperando que me diga algo de lo que hablaron.

—Dijo que, estaba muy confundido al no querer reconocer lo que sentía, que tenía miedo. Me habló de una chica con la que al parecer se iba a casar, pero ella lo dejó por otro en pleno altar y se juró así mismo no volver a entregar con tanta facilidad su corazón. Fue una conversación confusa. Así que, ¿por qué mejor no me cuentas cómo van tú y Asher?

—Genial, hasta ahora todo va genial —respondo tratando de no alegrarme mucho, no quiero sentirme tan feliz si ella en este momento se siente mal—. Ya se fueron a su departamento y fue triste verlos partir.

—Estuvieron buen rato en tu casa.

—Sí, creo que me acostumbré a tenerlo así de cerca.

—Pues así como se ve de enamorado, puede que hasta se vayan a vivir juntos.

—Mary, eso sería una decisión demasiado seria.

—Irene, ya vivieron juntos.

—Pero en medio de una difícil situación, no en plan de compartir una vida juntos, además... Él tiene qué encargarse de Peter. No es como que pueda tomar decisiones, así como así.

—No creo que a Peter le moleste.

—Asher es como un padre para él, es decir, es su tutor legal y cualquier decisión que tome afectará a Peter también.

—Te aseguro que, si tú vivieras con ellos, en nada afectaría a ese chico que ya también te adora.

—Me regaló su primera pintura que terminó de las clases a las que lo llevó mamá.

—Ellos han encontrado una familia en ustedes, Irene.

—Hola —saluda Collin. Estábamos tan inmersas en nuestra plática, que no nos dimos cuenta de en qué momento entró. Mary se pone nerviosa, pero intenta disimular, así que al ver que ella no dice nada, respondo a su saludo.

—¿Qué te trae por aquí? —pregunto estúpidamente porque obviamente sé lo que lo trae por aquí.

—Es día de Cannolis —menciona sin dejar de ver a Mary. Ella, por su lado lo ve fugazmente entre segundo y segundo.

—Cierto, iré a ver si ya están listos los últimos del día —digo con el plan de zafarme porque claramente quiere un momento a solas con Mary.

No tardo mucho en volver, pero me detengo al escuchar que ella está conversando tranquilamente con él y eso me alivia un poco la preocupación.

—No sé si deba involucrarme de esa manera —dice Mary.

—Es una invitación como amiga, te lo prometo. Les he hablado a ellos tanto de ti que te quieren conocer, y si me lo permites, me gustaría que tú los conocieras.

—Lo pensaré, ¿de acuerdo?

—¿De verdad? —inquiere Collin con esperanza.

—Sí, lo pensaré —responde ella y hago mi aparición. Le entrego a él los Cannolis, agradece y se va sin dejar de voltear a ver a Mary.

—¿Puedo preguntar?

—Dice que sus padres estarán en la ciudad para este fin de semana, que les ha hablado mucho de mí y quieren conocerme.

—¿Y tú quieres conocerlos?

—No lo sé —responde dudosa.

—Pues para que pidas pensarlo... —Ella no responde, me mira con preocupación y permanece en silencio—. ¿Vamos al cine esta noche? Yo invito.




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