Una Chica de Color

Mi supuesto Novio

Enojado, es la palabra que describiría la emoción que refleja la cara de Alexander en este momento pero no tendría porqué estarlo, es que nosotros apenas nos conocemos y no tenemos ninguna relación mas allá de la laboral Y la evidente química que tienen, obviamente, mi subconsciente no puede ser mas inoportuno, bueno, en lo que estábamos, Alexander está furioso pero intenta disimularlo, algo que hace pésimamente, volteo a ver a Felipe con  la misma cara que hacía mi madre cuando hacia algo mal y estábamos en público, él me responde con una sonrisa burlona y se que alguna travesura planea.

- Amor ¿Él es tú jefe? - pregunta con una fingida seriedad. ¡Te callas o te mato, Felipe!

Si, es el nuevo jefe. ¿No sabías? - Le responde Anna siguiéndole el juego. ¡Malditos!

Déjense de estu... - Empiezo a hablar hasta que Alexander me interrumpe

- No se preocupe señorita, yo me voy, que tengan feliz noche - Se despide en un tono tosco y se va.

Antes de cerrar la puerta veo que las flores estaban en el suelo, las recojo y cierto la puerta, el par de payasos están en el sillón muertos de la risa, ojalá se ahoguen con su saliva. Busco un florero y pongo las flores ahí con un poco de agua, voy al refrigerador y saco un botella de agua, tomo pequeños sorbos y voy hacia el sillón.

Si son payasos, les echo un poco de agua a ambos y dejan de reírse, ¡Al fin!, se incorporan al ver mi cara de pocos amigos y saben que los espera un regaño igualito a los de mi madre.

- ¡SON UN PAR DE IDIOTAS!- Les grito con unas ganas tremendas de asesinarlos.

- Hubieras visto su cara de desilusión cuando te llamé así - Felipe se carcajea recordando el momento y yo solo quiero estrangularlo.

Cierro mis ojos exasperada mientras pellizco el puente de mi nariz implorando paciencia, camino hacia el sillón ignorando al par de payasos que al fin se callaron, al llegar me dejo caer en él soltando un suspiro de cansancio. Siento como se hunde el sillón a ambos lados y se que están esperando mi reacción ante eso.

-Cálmate, Marce. Sabes que era broma- Dice Anna midiendo sus palabras.

-¡Esa maldita Broma me puede costar mi puesto! - Le respondo con ganas de arrancarle los pelos

-Bueno, Marcela. Le bajas dos rayitas a tu enojo, que sabes que eso no pasará - Me aterriza Felipe

Masajeo mi sien con dos dedos intentando relajarme y pensar con tranquilidad, igualmente Felipe tiene razón y solo sea que mi jefe es muy temperamental, algo me dice que conoceré su temperamento muy seguido. Cierro mis ojos soltando un bufido y recuesto mi cabeza en el hombro de Anna para descansar un poco.

......

Abro los ojos lentamente mientras trato de ubicarme en espacio y tiempo, siento algo muy suave sobre mis hombros y es cuando caigo en cuenta de que me quedé dormida. Busco con la mirada a Anna quien tiene la misma manta encima, miro hacia el sillón individual para ver a Felipe profundamente dormido en una rara posición.

Me levanto del sillón con mucho cuidado para no despertar a los chicos, voy a buscar mi teléfono para ver que hora es, 5:00 de la mañana, muy mala hora para despertar un lunes, aún tenía media hora para dormir, rio internamente y camino hasta mi habitación entro cerrando la puerta, me desvisto y entro al baño para tomar una corta ducha.

Salgo del baño con mucha calma, voy a mi armario para buscar un jean y una blusa blanca con boleros y sin hombros, recuerdo al par durmiendo en mi sala y voy para despertarlos, al llegar a la sala veo que Anna está haciendo café, la saludo y paso de largo hacia la sala para despertar a Felipe.

- Pipe... despierta - Le digo con lentitud pero él solo busca una posición aún mas rara.

- FELIPEEE - Le grito para desquitarme un poquito

El mencionado solo pega un salto y termina con un estruendoso golpe en el piso mirando a todos lados algo desorientado, me retiro un poco de donde está y le doy una gran sonrisa, no puedo negar que me complace hacer que se diera un golpecito.

-Buenos días cariño, son las 7:30, estás un poco tarde - Le digo con burla camuflada en amabilidad, puede que haya exagerado un poquito pero no pasa nada.

-¡No puede ser!- Dice con la voz ronca y sale corriendo a mi habitación.

Camino hacia la cocina con una sonrisa más grande que la del Gato de Alicia en el País de las Maravillas mientras Anna me recibe con una sonrisa burlona y una humeante taza de café, que agradecida tomo y bebo un poco, me acerco a la encimera de la cocina donde hay sándwiches calientes, me siento y empiezo a comer con lentitud.

Tiempo después llega Felipe a la cocina con su celular en la mano y parece ofendido, a lo que no presto atención intentando ocultar mi sonrisa que se vuelve una misión fallida cuando Anna suelta una gran carcajada y yo le sigo, riéndome como loca.

-No es gracioso Anna apenas son las 7, estaba soñando muy bien con tu jefe- Dice él cerrando los ojos y borrando  mi sonrisa inmediatamente.

Todo estaba bien hasta que recuerdo que hoy paso a ser su asistente, es algo ilógico, ya tiene una secretaria, una plástica, prepotente y estirada secretaria, pero secretaria a fin de cuentas. Solo no puedo dejar que me afecte la estupidez que pasó el fin de semana, ser eficiente, no darle razones para despedirme y todo estará perfecto.

Termino de desayunar, me lavo los dientes, tomo mi bolso y salgo hacia la entrada donde ya me espera Anna, Felipe salió detrás de mi y se despidió de ambas. Cierro la puerta, le pongo seguro y camino con Anna hacia el ascensor hablando de cosas triviales. Llegamos al estacionamiento y nos montamos en mi motocicleta para salir hacia el trabajo.

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#32596 en Novela romántica

En el texto hay: jefes, colombiana, afro

Editado: 10.06.2021

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