Salgo de mi departamento con Alexander a mi lado, un estremecimiento me recorre al sentir que pone su mano en mi espalda baja una vez que entramos al ascensor, cuando se cierran las puertas me recargo un poco en la pared del fondo del ascensor mientras bajamos, al llegar al Lobby, él hace una leve presión allí indicándome que camine.
Al salir me encuentro con un bello Audi A3 en color negro, gracias a mis hermanos se un poco de autos y no ando tan perdida, pero no me asombra, he visto muchos autos así y más costosos, digamos que mi familia está bien acomodada económicamente y mis hermanos siempre me rodearon de autos y pequeños lujos, Alexander me abre la puerta del copiloto para que entre y me pone el cinturón de seguridad rozando levemente mis muslos.
Uy Señor! La caballerosidad de este espécimen resulta algo beneficiosa por mucho para él.
Rio internamente, lo veo cerrar suavemente la puerta y dar la vuelta al auto, entra y empieza a conducir a no se donde, aprovecho para detallarlo mejor con un poco de disimulo, hasta que me agarra viéndolo y se la pasa el resto del camino con una sonrisa burlona.
Finalmente llegamos a un restaurante italiano llamado "Porto al mare", al instante de llegar nos conduce a un especie de balcón con luces tenues y un leve toque de romanticismo con velas y todo el asunto, Alexander corre mi silla para que me siente y segundos después el mesero pone una carta frente a mi y se retira.
- Morena - Se calla al ver la mirada que le mando - No dejaré de llamarte así, por muchas veces que me ruedes los ojos o me hagas esa mueca graciosa que haces cuando te molestas - Yo no hago muecas ¿o si? Ay, ya me dejó con la intriga
- Alexander, yo no puedo negar que eres un hombre apuesto, pero no quiero que se malinterprete nada - Le digo con sinceridad y directo al grano ¡Estoy orgullosa de mi!
- Marcela, desde aquel día que derramaste tu café en mi camisa, no puedo sacarte de mi mente, quise vengarme y te puse como mi asistente, he tratado de negarlo pero siento una gran atracción por ti, prefiero hacerlo antes de que sea demasiado tarde - Sus ojos muestran un destello de duda y en su frente se forman tres rayitas que lo hacen ver preocupado.
¿Y que tal que sea solo atracción? ¿Qué pasa entonces? ¿Le abro mi corazón y me lastima como Dante? Definitivamente no dejaré que eso se repita
El mesero me saca de mis cavilaciones al llegar a recibir nuestras ordenes, pero estoy algo desorientada y solamente escucho que Alexander pide nuestra comida y un vino blanco, el me mira fijamente parece inquieto pero yo solo puedo sentir mi corazón latir desbocado a punto de salirse de mi pecho.
- Morena, no te preocupes por eso ahora - Toma mis manos por sobre la mesa - Mejor hablemos un poco, conozcámonos y después me darás tu respuesta.
- Solo que tu confesión me desorientó un poco, creí que me odiabas y querías hacerme la vida imposible - Él me sonríe con burla y siento como el ambiente se libera, creo que estaba muy tensa.
- Tengo que ser sincero, como voy a querer vengarme de semejante mujer - ¡Ay Señor! - Es que tu color de piel es una cosa que cautiva y ni hablar de tu cabello - Termina alargando la mano y tomando un mechón que estira y suelta rápidamente haciendo que rebote.
Parece que me quedé muda, pero con esas cosas que dice quien no, empezamos a hablar de a poco, lo pude conocer mejor y tiene en el fondo un interior dulce, pero lo esconde bajo esa coraza de dureza, la cena pasa amena, llena de bromas y risas, hablando de risas, tiene una sonrisa divina, conquistadora, con unos perfectos dientes blancos y alineados, hasta se le marca un hoyuelo.
Pero no, el señor se la pasa con una cara de que mató a 5 y se le fueron 10, me enteré que es mitad griego, tiene 2 hermanas, toca el piano, cumplió 30 hace poco, no es muy cercano a su padre, pero el resto de su familia es muy unida, pero no pude adivinar mucho más cuando no dejaba de preguntarme cosas, tiene sus momentos graciosos y también tiernos.
Al terminar de cenar eran casi las 11:00 y el clima estaba un poco frío, ni siquiera me dejó pagar, casi me mata con la mirada y ahora acaba de poner su saco sobre mis hombros, su colonia golpea mis fosas nasales y cierro los ojos mientras aspiro fuertemente, escucho su auto llegar y abro los ojos encontrándome con una gran sonrisa.
- ¿Huele bien, morena? - Me pregunta y ruedo los ojos
- Hay mejores, griego - Le guiño un ojo y él se carcajea
¡Su risa es hermosaaaa!
Me abre la puerta del auto, espera a que suba, me pone el cinturón de seguridad y cierra la puerta suavemente, segundos después está sentado a mi lado y nos incorporamos a la carretera de fondo suena una linda melodía en saxofón, me volteo un poco para detallar su perfil, el se detiene en un semáforo y me agarra viéndolo, me sonríe arrogante.
- Sé que disfrutas verme, morena - Me guiña un ojo y su sonrisa se ensancha
- Es una linda vista, griego - Le devuelvo el guiño
En menos tiempo del que me dí cuenta estábamos frente a mi edificio, se bajó casi corriendo en en tiempo récord estaba abriendo mi puerta, pone su mano en mi espalda baja por debajo de su saco y me sorprende sentirla caliente, llamo el ascensor y esperamos, justo ahora no hay mucho movimiento, por lo que entramos solos al ascensor. Me paro a su lado a un costado del ascensor y el no quita su mano, por el contrario la baja un poco más rozando mi trasero con sus dedos.
- Γαμώτο, δεν μπορώ να το πάρω πλέον(1) - Masculla entre dientes y suelto mi espalda chocar bruscamente contra la pared de la caja metálica.
Su boca se mueve ágilmente sobre la mía, me besa desaforado con pasión y la temperatura de mi cuerpo sube rápidamente, su lengua busca paso dentro de mi boca y vaya que lo encuentra, sus manos se aferran a mi cadera y yo estoy guindada de su cuello, muerde mi labio inferior y se separa lentamente con el entre sus dientes, lo suelta y me sonríe aprieta un poco mis caderas. Siento mis labios hinchados por el beso y mi corazón late a mil revoluciones por minuto, nos obligamos a separarnos por completo cuando suena un pitido en el ascensor que indica que estamos en mi piso.