Una cura para el amor

*1*

—¡Milady, Milady! ha llegado Lord Waterford y Lady Isabelle — gritaba la doncella de Emma desde antes de entrar a la habitación donde reposaba tranquilamente su señorita.

—¡Cállate Lauren! Lady Emma necesita re-po-so — reprendió la doncella de más edad a la joven que había entrado gritando tan frenéticamente. — o es que ¿no sabes lo que significa la palabra?

—¡ay si! lo siento Lady Emma — hizo una reverencia a la señorita.

—No te apures Lauren — se incorporó de su tálamo con ayuda de Amanda —ve por los lacayos para que suban todo al carruaje por favor.

—Como ordene Milady. —la jóven sonrió, le encantaba ser la doncella de Lady Emma

—Amanda no seas tan dura con ella, es muy joven y hasta ahora está aprendiendo — hablo al ver que la jovencita salía de la habitación.

—Si Milady — solo le tendría paciencia por su señorita, porque si fuera por ella la hubiera mandado a la cocina.

—Bajemos por favor — su voz denotaba tristeza, aunque se iría por unos meses no podía evitar sentir que dejaba todo en londres, debía ser fuerte, Isabelle dió su felicidad a cambio de su salud y ella daría lo máximo para poder curarse. Dió la última mirada a la que fue su habitación toda la vida y salió.

—Lady Isabelle, Carlos, buenos días —  saludo mientras bajaba las escalas de la mansión.

—buenos días Lady Emma ¿Lista? — pregunto Isabelle con una leve sonrisa.

—Se podría decir que si — caminaron los tres a paso lento hasta afuera de la casa Windsor. — Estoy un poco asustada, pero... Que decisión no da miedo, cuando todas las que se toman ya sea que salgan bien o mal, son desconocidas a nuestros ojos.

— Es una gran verdad, Lady Emma —  dijo Carlos tan sereno como siempre.

La subida de los baúles al carruaje tomo menos de lo esperado ya que el mayordomo envío a todos los hombres de la casa para subirlo de manera rápida.

Emma con su aura tranquila calmo los nervios de Isabelle, ya que está se sentía responsable de lo que pudiese pasarle en el transcurso de su viaje.

A la llegada al puerto las lágrimas de las mujeres rodaron por sus mejillas, este sería un gran cambio para las dos, sería el principio de una nueva vida, solo esperaba que fuera una llena de felicidad y gozo.

★‡★‡★
 


 

El viaje fue agotador, no sabía cómo los marinos soportaban tantos meses en altamar, ella solo duro unos días y le parecieron eternos, pero por fin llegaba a su destino, aunque hubiera preferido durar más tiempo en el barco y no internarse en el hospital tan rápido.
 


 

—Milady, Lucio ya trajo el carruaje de alquiler que nos llevará al hospital.
 


 

—Bien — respondió y se dejó guiar de sus doncellas sin perder la vista de los alrrededores — Amanda, me preocupan sus hospedajes
 


 

—No se afane Milady, tan pronto ingrese al hospital, Lauren se quedará con usted mientras Lucio y yo buscamos algo cerca, Lady Isabelle y Lord Waterford nos dieron lo suficiente para vivir estos meses. 
 


 

Emma se relajo, no quería que ellos pasarán necesidades mientras ella estaba recluida en el hospital, además tendrían que descansar bien, porque a partir de ese momento se estarían turnando Lauren y Amanda. Lucio se encargaría de la seguridad durante el viaje de Emma, y durante su hospitalización cuidaría de las doncellas y estaría alerta a cualquier emergencia que se presentará.
 


 

Después de un largo viaje desde el puerto hasta Barcelona, el carruaje paro frente al hospital general, el edificio tenía una imponente estructura, Emma se sintió intimidada y asustada, pero no había marcha atrás.
 


 

—Por un nuevo comienzo — murmuró para sí misma y dió el primer paso, sus doncellas y lacayo caminaron tras ella.
 


 

—Ire a buscar indicaciones — comento rápidamente Amanda al ver que su señorita había quedado inmóvil al ver demasiadas personas enfermas caminando curvadas y quejándose —¡Lucio, que nadie se le acerque! — indico señalando a Emma.
 


 

La doncella se adentro al hospital, rogando al cielo poder encontrar quien le ayudará, habían cuartos con muchas camas en ellas, monjas y mujeres de caridad atendiendo a los enfermos, algunos heridos en campos de batalla estaban cubiertos de sangre y agonizaban sin poder recibir ayuda rapida porque las pocas manos que habían estaban acaparadas, inhaló fuerte y siguió caminando con entereza, ser de la clase baja le había permitido ser un poco más hostil a la hora de enfrentarse con este tipo de cosas, pero, le preocupaba su ama, ella no tomaría las cosas de la misma manera. 
 


 

Pregunto a varias mujeres pero ninguna le dió una respuesta lógica, los doctores la esquivaban y se dirigían a atender pacientes agonizantes, la mayoría de ellos ni tenían conciencia de lo que sucedía a su alrededor.
 


 

Habían pasado varios minutos y aunque Lady Emma estuviese con Lauren y Lucio, ella no podía evitar angustiarse, sentía solo suya la responsabilidad del cuidado de la señorita Neville por ser la que más años tenía en la mansión.
 


 

Amanda se sobresalto al ver que cubrían con mantas los cuerpos de dos jovencitas, se tapó la boca por la sensación de náuseas que le provocó la escena, camino rapido por los pasillos y asomo su cabeza por una ventana para calmarse.
 


 

—¿Se encuentra bien señorita? —un hombre de mediana edad se acercó al verla palidecer. 
 


 

Amanda asintió —Vengo de Londres, el doctor Shannon envío a mi ama para un tratamiento. —el hombre pareció entender lo que ella decía.
 


 

—¿Tienes algo que lo demuestre? — la jóven enseño la carta — entenderás que no acostumbramos a recibir extranjeros — se excuso por la incredulidad.
 


 

— Lo entiendo señor... 
 


 




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