Una decisión de Navidad

capítulo 6

CAPÍTULO 6


 

Cuando llegué a la casa, encontré a la señora Delfine poniendo la mesa para la cena. 

 

-Señora Marina, que bueno que llegue. El señor está en su oficina. - le entrego mi abrigo y me dirijo al encuentro de Silvain. Al verme entrar su rostro se ilumina. 

 

-Amor, no debiste exceder tu tiempo de compra. Mira que está helado afuera. - dice mientras toma mi mano para que me siente en su regazo. En está realidad estoy tan delgada que mi peso es nada para Silvain. 

 

-Estaba haciendo compras de última hora. - digo jugueteando con sus dedos, mientras él besa mi cuello.

 

-¿Compraste muchas cosas?. 

 

-La verdad es que quiero darte tu regalo ahora cielo. -digo sacando del bolsillo de mi bata premamá una cajita. 

 

Es un brazalete masculino de oro entretejido y termina en un broche de diamantes minúsculos en forma de un infinito. 

 

-Es precioso Marina. - me dice mientras le coloco el accesorio. 

 

-Silvain quiero que sepas te amo y ojalá que siempre nuestras vidas estén entrelazadas por el destino  ya que mi amor por tí es infinito. ¿Recuerdas las palabras de Bécquer que me dijistes el día que nos casamos?

 

Podrá nublarse el sol eternamente. Podrá secarse en un instante el mar. Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón, pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.

 

Jamás, amor mío. Jamás te dejaré de amar. - le digo besando sus labios. 

 

-Sucede algo que yo deba saber Marina.- me dice pero yo niego con la cabeza. 

 

-Nada pasa. Ven vamos a comer que Noelle está hambrienta. 


 

La cena transcurre tranquila entre charlas y recuerdos que cada vez se hacen más míos. Mi mente va absorbiendo está realidad como suya. Se que debo hacer, lo decidí en el mismo momento que Síntique me dejó. 

 

Esa noche Silvain y yo compartimos una noche llena de amor, entregándonos mutuamente y convirtiendo nuestras almas en asteroides incandescentes, los cuales se precipitaban raudos a encontrarse con la atmósfera.


 

Al otro día, en la casa de la familia Moreau todo era un pandemonium con todo lo relacionado a la fiesta que se llevaría a cabo para la celebración de la noche vieja. 

 

Ese día Noelle estaba más activa que de costumbre. Estaba inquieta, al igual que su madre -Marina- lo estaba. 

 

La noche llegó y con ellos los invitados, entre los que se encontraban sus padres y amigos de la familia que sin saber como, Marina reconocía.

 

Un emotivo brindis hecho por el anfitrión - Silvain Moreau- fue la guinda del pastel para que esa fiesta se desbordara en bailes y alegría. 

 

Uno a uno los invitados fueron dejando la majestuosa velada y la pareja quedó sola en casa a la espera de la mañana de navidad.

 

-Silvain, te amo. Se, aquí en mi pecho, que estaremos juntos. - dijo y él no entendió a lo que se refería.

 

-Tranquila amor, se que te asusta el parto por ser primeriza, pero yo estaré a tu lado mi vida.

 

Ella prefirió dejarlo pensar eso y no preocuparlo más . Esa noche después de amarse en una entrega mágica, ella bajó al salón y sentada frente al árbol de navidad tomó la carta que sellaría su destino y se entregó a los brazos de Morfeo.

 




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