Nirek.
Después de ver los datos de esa demonio partí a la tierra, tome forma humana y oculte mi luz, mi aura y sobre todo mis alas.
De esa demonio con cuerpo de humana no hay mucho, al parecer se porta muy bien, pero claro últimamente ha hecho una que otras maldades, pero no es tan grave como para estar pendiente de ella, me pregunto si en verdad desatará todo su poder como piensan mis superiores, espero que no.
Al día siguiente voy a la escuela de los humanos y me registro como Nirek Malwask, se supone que soy estudiante de último año del Instituto, me asignan un chico para que me muestre todo el Instituto y para que me guíe durante dos semanas. Aún no sé cuándo vendrá esa chica al Instituto, pero espero ya estar familiarizado con mi entorno, siempre en mis misiones usaba mi forma original, siendo humano es imposible acostumbrarse a ello, estoy acostumbrado a volar de un lado a otro.
Pero esta ocasión me ha tocado dejar mi estado de ángel.
Los días pasaban y más me acostumbraba a ser un humano aunque no me acostumbraba a su comida, pero por fuerza tuve que hacerlo.
❦ ✿ ISIS ❦ ✿
Mis dedos tomaron la forma del ángel de la muerte y se encendieron en fuego negro y violeta, estoy dispuesta a quitarles el alma y torturarlas hasta cansarme.
Me siento poderosa y con unas ganas inmensas de quitarles la vida, solo un pequeño toque bastaba para borrarlos de este mundo, me les acerco tan veloz cómo un rayo y quedó frente a ellos.
—Isis, no lo hagas, si lo haces perderás la oportunidad de irte, recapacita, no vale la pena ensuciarse las manos con unos perros como ellos—. Me dice Vallolet, cierro mis ojos una y otra vez, pero parecía que mi parte oscura quería venganza, quería tomar sus vidas y hacerlos pagar todo estos años de acoso, aunque esté a mediados del año pasado se pasaron de la línea, sus ofensas fueron mucho más allá y yo ya estoy cansada de esto.
—No Vallolet, ellos tienen que pagar, por culpa de ellos todos los lobos me ven como el bicho raro del Instituto, te apuesto que si no fuera hija del Alpha Supremo todos me pisotearan peor de lo que lo hacen.
—Lo entiendo Isis y hasta te apoyo, pero no vale la pena perder lo que tanto has querido por unos tres lobos insignificantes—. Me detengo.
—Tienes razón—. Tendré que investigar a estos tres lobos, todos los días recitan el mismo discurso, es como si alguien les dijera que decir o como si se les olvidará lo que sucedió el día anterior.
Tendré que preguntarle a mamá si se puede manipular la mente de los lobos y quien podría hacerlo.
—Se que un día los voy hacer pagar—. Les susurro al oído.
Mi mano vuelve a la normalidad y dejó que los lobos caigan de rodilla. Me giro hacia Vallolet.
—Regresemos a casa por favor.
—Sí, es lo mejor—. Caminamos a casa, no tengo ni ánimos de desplazarme, al llegar me despedí de Vallolet y me encerré en mi habitación.
No volví a salir hasta la cena, si no salía estaba segura que mamá entraría y me sacaría algo, así que puse mi mejor cara y tomé asiento en la mesa junto a mis hermanos.
—¿Por qué no saliste de tu habitación en toda la tarde Isis? —Pregunta Yandar.
—Es que estaba ocupada, quiero terminar mi semana bien.
—¡Aún no cambias de opinión! —Exclama papá.
—No papá y, no lo voy hacer.
—Darían por favor—. Le dice mamá.
—Pero es que..
—Es que nada.
—¿Así que no estás de acuerdo que ellas vayan a estudiar a la escuela de los humanos? —Dice el tío Joseph.
—Sí, pero no pienso mandar a mi hija sola así que Vallolet va para que Isis no esté sola—. Miro a Vallolet.
—¿Isis princesa por que te quieres cambiar de escuela? sí ya estás culminando el año—. La tía Briana me habla con ternura se que trata de sacarme algo, pero no hablaré.
—Por eso quiero terminar mi año de forma diferente—. Sonrió.
—Segura de que quieres terminar tu año así.
—Totalmente tía Briana—. La cena siguió transcurriendo de forma normal.
Por más argumentos que me dieran de mi idea de cambio, no estaba dispuesta a retractarme ya mi decisión estaba tomada e iba estudiar con los humanos, nadie iba hacerme cambiar de opinión.
Al terminar di las buenas noches a todos y subí a la habitación.
Al día siguiente al salir del Instituto preferí desplazarme, pero al día siguiente no pude hacerlo porque ellos estaban esperándome.
Empezaron a gritar lo de siempre maldita demonía, cuando te largas y así siguieron hasta ya cansarme y desaparecí frente a sus narices, preferí no ir a la casa si no ir al inframundo.
—Abuela Abu Yaria—. Mis lágrimas eran ácido; del mismo enojo que tenía.
—¡Isis mi niña! ¿qué sucede por qué lloras?
—Ya no lo soporto más abuela, los voy a matar ¿por qué a mí, dime?
—Por que eres diferente a ellos mi niña.
—¿Pero qué tiene de malo ser diferente?
—Nada mi amor—. Escuchar la voz del abuelo detrás me dejó estática.
—¿Abuelo qué haces aquí? —Me giro hacia él.
—Sentí tu presencia, además hace rato vengo viendo tu comportamiento y supuse que algo pasaba—. Si él abuelo presentía que algo pasaba tal vez mamá también.
—Ya es insoportable abuelo, todo los días me dicen maldita demonio, quise ignorarlos, pero ya es demasiado y es todo los días, parecen como si le hubieran puesto un chip para que todos los días repitan lo mismo—. Ladeo la cabeza. —Es todo los días es como si lo que le sucedió el día anterior lo hayan olvidado—. Miró al abuelo quien está pensativo.
—¿Todos los días? —Asiento.
—Sí, es como si alguien hubiera implantado el mismo discurso en sus cabezas podridas, tu crees que alguien pueda manipular la mente de alguien más—. Recuerdo todo lo que me han dicho. —Es como si ellos quisieran provocarme, pero ¿por qué?
—Por que dentro de ti llevas un gran poder Isis, no solo llevas sangre de demonio si no de licántropo.
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Editado: 16.11.2024