Una dosis de amor

V

Mis ojos se abrieron a más no poder al ver al señor Astley en la puerta de la clínica. Él parecía tan sorprendido como yo. Tragué en seco con miedo por lo que pensara de mi al verme aquí, de seguro pensará que no soy apta para cuidar a su hija.

—Yo…eh…

—No tiene que explicarme lo que haga en sus días libres, MinJi —me interrumpió, empujó la puerta de cristal y entró a la clínica sin decir una palabra más, dejándome afuera algo atónita y confundida.

En otras palabras, le importaba un comino si venía al psicólogo o no. Bien. Empujé la puerta y entré al fin al lugar, miré a mi alrededor y para mi suerte el único asiento libre era el que estaba a la par del señor Astley, me quedé parada un rato, pensando si debía sentarme o no. Así que para ganar algo de tiempo, fui a por un vaso con agua y volví a quedarme parada sin saber que hacer.

—Tome asiento, no se detenga por mí —lo escuché decir, distraídamente mientras leía algo en su celular. Tuve el impulso de rodar los ojos o hacerle una mala cara, pero me abstuve, sonreí y me senté.

—Hace buen clima hoy, ¿no?

—Mmm.

Idiota.

—¿Disculpe?

—¿Eh?

—¿Acaba de insultarme? —lo escuché decir casi cerca de mi oído, mientras tomaba un sorbo de agua.

—¿Quién? ¿Yo? —comencé a reír con nerviosismo—. Jamás me atrevería —mentí, descaradamente, terminándome el vaso con agua con urgencia, como si quisiera ahogarme en él. Y desgraciadamente o por suerte del señor Astley comencé a ahogarme con el agua, haciendo que tosiera como loca y miradas con malestar comenzaron a posarse sobre mí. Por el rabillo del ojo miré como el señor Astley se levantó de su asiento, sin siquiera mirarme o intentar ayudarme.

Increíble. Y haría lo mismo.

Pero minutos después volvió a aparecer con un vaso de agua, el cual extendió en mi dirección, lo tomé con algo de vergüenza y la tos comenzó a desaparecer, cuando al fin se fue pude respirar con alivio y normalidad.

—Muchas gracias.

—No hay de qué.

—Y…no se lo decía a usted, sino a mi misma —mentí, de nuevo.

—Está bien, no se preocupe —asintió y creí escuchar una pequeña carcajada de su parte.

—¿Se está riendo de mí?

—No, no, cómo cree —se mordía el labio inferior, como si quisiera reprimir una sonrisa. Entorné mis ojos sin poder creerle—. Además usted me llamó idiota —susurró, casi tan cerca de mi que pude sentir su aliento. Escalofríos viajaron por todo mi cuerpo, si ya me sentía ansiosa por la sesión, esto lo empeoraba todo.

—¡Eso fue…!

—Matthew Astley —lo llamaron desde una de las puertas de la clínica.

Eso pareció divertirle pues sonrió abiertamente.

—Si me disculpa, debo terminar esta amena conversación.

Idiota.

Miré hacia todos lados a ver si alguien me había escuchado esta vez. Miré por donde el señor Astley había desaparecido, preguntándome qué hacía él aquí, ¿sería por la muerte de su esposa, tal vez? ¿O…?

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando me llamaron a mí.

Entré al consultorio con algo de ansiedad, sentía mis manos sudar y como mi respiración aceleraba poco a poco.

—Buen día, MinJi, toma asiento. ¿Si dije bien tu nombre?

—Si.

—Muy bien. ¿Te molesta que te tutee?

—No, no, está bien así.

—Perfecto. Bueno, MinJi, mi nombre es Sarah, seré tu psicóloga y haré lo posible por ayudarte en este proceso juntas. Por lo que veo ya has recibido ayuda psicológica antes, hace aproximadamente dos años, ¿no es así?

—Sí.

—Muy bien. ¿Me puedes decir por qué estás aquí hoy?

—Mmm, bueno…últimamente he sentido que no he mejorado del todo…

—¿A qué te refieres con que no has mejorado del todo?

—A lo que pasó hace dos años…

—¿Y pasó hace dos años, MinJi?

—Umm…yo…

Por un segundo todo a mi alrededor se hizo pequeño, no podía respirar con facilidad, me costaba un poco. Mis manos estaban sobre mis muslos, los cuales apretaba de manera significativa.

—¿Crees poder contarme?

Fui incapaz de responder al instante, pero sabía la respuesta.

—Sí…

—Muy bien, te escucho —me sonrió—. Te recuerdo que todo lo que digas en esta sesión es meramente confidencial, así que no debes preocuparte de nada—. Explicó. Y después de un largo suspiro, pude soltarlo.

—Yo…perdí a mi bebé hace dos años —una silenciosa lágrima calló por mi mejilla.



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En el texto hay: romace, nostalgia, psicologia

Editado: 24.02.2025

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