Una esposa para el Ceo

5.La candidata perfecta.

 

La habitación que con tanto amor había decorado en su momento Edward y que luego había pasado a manos de Harry aunque por un breve periodo de tiempo, y el cual ahora estaba en las garras del temible Maxximus había empezado a dar vueltas y mi visión se había puesto borrosa como consecuencia de esto.

 

— ¿Y qué esperas para irte de aquí?— inquirió poniendo los pies sobre el escritorio, cruzando los el uno sobre el otro, como si lo que me acababa de decir era algo sumamente lógico y normal—Me parece que nuestra charla había concluido ya.

 

Mis ojos se abrieron de par en par al oir la forma en la que se dirigía a mí. Una manera sumamente altanera con la que él no pretendía hacer otra cosa que demostrarme quien estaba a cargo.

 

Cómo si ya lo supiera.

 

Y puede que todo esto me haya puesto un tanto incomoda, que el hecho de ser consciente de que si no hacía lo que él quería podía perderlo todo haya arruinado mí día, sin embargo no le permitiría que notara eso, porque si lo hacía aquello solo agrandaría su ego, si es que era posible. A veces me preguntaba cómo era posible que esté cupiese en esta habitación.

 

—Mira que te he creído capaz de cosas horrorosas. Denigrantes, que ni siquiera el ser humano más despreciable se animaría a perpetuar algo así. Amenazarme con que si no hago acepto esto y si no cumplo tus órdenes, les dirás a los médicos que desconecten a tu primo, a alguien que es parte de tu propia familia, una familia que te abrió los brazos en tu peor momento, quienes te criaron y ampararon cuando tus padres murieron, excede mis expectativas, confirmándome lo que en más de una ocasión pensé de ti. 

 

— ¿Y qué es eso, precisamente?— pregunto ignorando todo lo demás que había salido de mí boca, llevándose la pluma a su sien.

 

Aparentemente no abandonaría esa actitud de "soy el rey del mundo y tú una simple subordinada que debe hacerme caso". 

 

—Eres un malagradecido, un bastardo desagradecido cuyo narcisismo, su ego, su amor propio o como quieras llamarle no te deja ver más allá de lo que es bueno para ti. Ahora quieres acceder a ese puesto solo para demostrarles a los demás que eres todavía más poderoso. ¿Y sabes que es lo peor de todo esto? Que someterás a una pobre e inocente mujer a tener que vivir contigo, soportarte, aguantar tus desplantes, oír tus gritos, ser víctima de todos y cada una de tus imposiciones. ¿Todo para qué? Para que su seas el dueño de todo.

 

—Como yo lo veo— se inclinó sobre la mesa y clavo su mirada en mi— No la pasara tan mal a mí lado. La llevaré a vivir a mí casa donde tendrá acceso a todo lo que ella quiera, le contratare un personal trainer para mantenerla ocupada y en forma, no quiero estar al lado de alguien que no sea estéticamente agradable, y si se me antoja y ella me da su consentimiento, tendremos largas y maratónicas sesiones de sexo — hizo una pausa y una asquerosa sonrisa asomó en sus labios—Teniendo en cuenta que ella tendrá todo esto— delineó el costado de su cuerpo con un dedo— Dudo que no quiera hacer uso del mismo, tu qué opinas.

 

Esto debía ser una maldita broma. Una de muy mal gusto o tal vez era otra de sus pruebas en las que testeaba a mí paciencia.

 

— ¿En serio quieres saber qué es lo que pasa por mí cabeza? Bien. Respecto a tu propuesta o imposición, debo decir que ni sueñes que iré por la calle cazando a mujeres que quieran casarse contigo. Dudo que eso disfrazarme de cupido y llevar un cartel que diga "Busco candidatas para ser la esposa de Maxximus O'Neil" sirva de algo.

 

Asintió. La expresión en su rostro era completamente relajada y si no fuese porque mí conocía demasiado bien, diría que no había malicia en su esto, no obstante esto sería una mentira del tamaño de la Tierra y no iba a caer en ese acto denigrante e inmoral usar la verdad.

 

—Claro, ¿por qué no? Somos casi familia como tú lo recalcaste hace un instante y no hay nada que aprecie más que lo que un integrante de esta tenga para decir sobre mí, así que, se sincera, ábrete conmigo y quiero que me digas qué es lo que piensas sobre lo que acabo de contarte. Y con lo que dijiste al final, no espero que hagas semejante cosa, eso sería denigrante y no para ti… Si no para mí, tengo que una reputación que cuidar, ¿te imaginas que clases de cosas saldrían de las bocas de las personas si me viesen ser promocionado como un pedazo de carne? Paso. Tengo a todas las mujeres de este lugar muriéndose por mí así que supongo que eso bastará. No hará falta que salgas a buscar a ninguna en la calle.

 

En serio, en serie este hombre era el ser más es exasperante que podía existir en todo el universo. Pero no me ganaría.

 

—Opin… Opino— repetí aunque esta vez mí tono de voz sonó un poco más seguro—Que eres un capullo de primera y que nada de lo bueno que te pase te lo mereces y con todo esto que acabas de exponer aquí y ahora no haces más que reforzar mí idea. Siempre supe que eras egoísta, ambicioso, y hasta un poco envidioso de todo lo que Harry tenía, incluyéndome a mí. De hecho eres todo lo opuesto a él. Sé que en tu interior matarías por tener a tu lado a una chica que te amé sin condiciones, y no por tu dinero, no por tu posición, sino por quién eres. Es una lástima que jamás puedas encontrar un amor así de sincero como el nuestro ya que nadie podría amar a una bestia como tú.

 

La oficina se quedó en silencio por unos segundos que me permitieron considerar varias opciones. O bien me gritaría, o podría echarme, o se reiría y admitiría la verdad.

 

—Vaya, por como lo pones puedo darme cuenta de que llevas un largo rato pensando esto.  Quien sabe realmente desde hace cuánto tiempo tienes ganas de decirme esto y no ha sido hasta este momento porque te obligue a hacerlo. Y si puedo agregar algo a tu comentario pues menos mal que no soy como él, no soportaría ser tan débil.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.