Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XV

NARRADOR OMNISCIENTE 

(Diecinueve años atrás)

 

Dos personas iban caminando por los límites de un río, tranquilamente en paz. Hasta que ven algo a orillas del río, un pequeño cuerpo pálido. 

 

– Lorenzo –le dice al muchacho–. Mira alla. Es una niña..

 

– ¡Oh por Dios! –corren hacia ella–. Dios mio... ¿Estará viva? 

 

– Niña, cielo –dice preocupada y toca su brazos–. Está helada.

 

El muchacho toca el cuello de ella buscando pulso. Un débil latido dándole a entender que aun estaba viva. Cargándola en sus brazos y a toda velocidad la llevan a un hospital. 

 

– ¿Donde...? –empieza a despertar. 

 

– Hermosa... –la mujer se acerca a ella–. ¿Cómo te encuentras? 

 

– ¿Donde estoy? –pregunta confundida–. ¿Que hago aquí?.

 

– Te ahogaste, bebé –acaricia su cabello–. ¿Cómo te llamas, cielo?.

 

– Yo... No lo sé –dice–. No sé cómo me llamo.

 

En ese momento una enfermera entra en la habitación junto al esposo de la mujer. 

 

– Buenas tardes –dice la enfermera–. ¿Como te encuentras, hermosa? 

 

– Bien, me duele un poco el cuello –dice tocando su herida. 

 

– Pasará pronto, querida –se acerca a revisarle los ojos–. ¿Cómo te llamas, linda? 

 

– Se llama Celeste –dice la mujer–. Celeste. 

 

– ¿Así te llamas, linda? –le pregunta. 

 

– Si, me llamo Celeste –afirma la niña.

 

La enfermera miro sospechosa a las personas, asiente y se va de la habitación. Lorenzo miraba a Anna su esposa.

 

– Se parece tanto a nuestra Celeste –le dice–. Vámonos con ella a Grecia.

 

– Anna... No podemos reemplazar a nuestra hija –dice mirándola.

 

– Pero podemos darle una vida a esta niña –toma sus manos–. Vámonos con ella. Quizás aquí no tenga a nadie.

 

Así él hombre viendo la mirada de su esposa, acepta. Tomando a la niña en sus manos, salieron del hospital para jamás volver a pisar España. 

 

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• ACTUALIDAD•

ESPAÑA.

 

ALEXANDER 

Volvemos al pueblo, lo cual amargo un poco a Celeste y sinceramente a mí también. Me había gustado quedarme un tiempo en Barcelona, la pasamos muy bien. 

Nos dormimos muy temprano debido al largo viaje. Al despertar veo a Celeste frente al espejo, peina su largo y ondulado cabello negro azabache. Me levanto y rodeo su cintura con mis brazos. 

 

– ¿Cómo es posible que estés cada día más hermosa? –apoyo mi mentón en su hombro–. ¿Puedes responderme? 

 

– Yo me veo igual que siempre –me dice–. Eres tu el que me ve así. 

 

– ¿Tengo la culpa? –pregunta–. Eres hermosa, de pies a cabeza. 

 

Se gira hacia mí con una sonrisa radiante. Jamás pensé más allá del presente pero ahora veo un futuro a su lado, con una hija con su misma sonrisa. 

Celeste baja a la cocina mientras yo me doy un baño. Me visto y entonces escucho el timbre de la casa.

 

– ¡YO VOY! –grita Eva.

 

Emiliano llego y me pidió que fuéramos a la oficina. Entramos y el me mira seriamente. 

 

– Es ella, Alex –responde–. Es la hija supuestamente muerta de Magnus y Helena Aster. 

 

– Una parte de mí siempre lo supo –digo soltando un suspiro–. ¿Que te llevo a averiguarlo?

 

– Hace años, el mismo día que la niña se ahogo –dice–. Una pareja encontró a una niña en la orilla del río 

 

– Si. ¿Y que paso luego? –pregunto.

 

– Bueno esas personas eran sus "padres" –suspira–. La sacaron del hospital sin que nadie se diera cuenta y se la llevaron a Grecia.

 

– ¿Nadie se dio cuenta? –pregunto.

 

– Eso es lo que me confundió –me mira–. Alex alguien de adentro y con mucho poder tuvo que ayudarlos a salir del país sin que nadie de diera cuenta.

 

– Averiguaremos quien es esa persona –me siento–. Ahora hay que decirle a Celeste y los Aster la verdad. 

 

Tomé el teléfono y llame a la mansión Aster. 

 

☎️ << – ¿Hola? ¿Quien habla? – >>

 

☎️ << – ¿Adler?. Soy Alexander – >>

 

☎️ << – ¿Alex?. Que sorpresa. ¿Paso algo? – >>

 

☎️ << – Hay algo sumamente importante que debo decirte. A ti y a tu padre. ¿Pueden venir? – >>

 

☎️ << – Ammm... Claro, iremos enseguida. Pero... ¿Todo bien? – >>

 

☎️ << – Si, si. Pero vengan, por favor. – >>

 

Llego la hora, es momento que todos sepan la verdad, primero tiene que reencontrarse la familia.

 

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EVA

Para evitar que se complicaran en venir a abrir la puerta decidí ir yo. Me acerco a la puerta, la cual abro. Me quedo de piedra, los Aster. Mi mirada cae directamente de Magnus, sus ojos azules me miran fijamente. 

 

– Bienvenidos –digo nerviosa–. Pasen...

 

– Muchas gracias, señorita Eva –dice Adler.

 

– Eva... La última vez que te vi eras... Una niña –dice Magnus–. Toda una mujer ahora.

 

– Gracias, señor Aster –digo sonrojada–. Es un gusto verlo de nuevo. 

 

Escucho pasos detrás mío y veo a Alexander. Camina hacia nosotros. 

 

– ¿Alex? –pregunta el señor Aster–. Pero cuanto has crecido, hijo. 

 

– Señor Magnus –se acerca a él–. Ha pasado mucho tiempo. 

 

– Demasiado diría yo –lo abraza–. Que bueno que estés aquí.

 

– ¿Eva...? –Celeste me llama–. ¿Quien llamo? 

 

Celeste aparece en la entrada, limpiandose la harina de la ropa. Entonces nos mira.

 




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