Una Esposa para El señor Wayne

Capítulo XXVII

EVA 

Ayudo a Celeste y Annia a empacar para que vayan a Grecia. Adler, Carolina, las niñas y yo nos quedamos aquí para no dejar solo el pueblo. Su madre, Annia

 

– ¿Estás emocionada con volver a Grecia, Celeste? –le pregunto.

 

– Si, muy emocionada –dice–. Extrañaba mucho Grecia. 

 

– Además iremos con el galán de cine –dice Annia–. El hermano de tu cuñada.

 

– ¡ANNIA! –Celeste le grita–. Por favor, es un hombre respetado. 

 

– Ay por favor, amiga –dice cruzándose de brazos–. ¿Crees que no noté como lo miras?. 

 

– ¡No lo miro de ninguna manera! –se defiende.

 

– Perdón por contradecirte... –me río–. Pero tiene razón, hasta yo lo noté. ¡Atrevidaaa!. 

 

– ¡Ay... Las dos están locas! –nos mira sonrojada–. Jamás lo mire de ninguna manera. 

 

– CLAAAAROOO –dicimos Annia y yo al mismo tiempo.

 

– Es la verdad... –dice–. No pienso en Conrad de ninguna manera. 

 

– Bien, si tu lo dices –le digo–. Te crece la nariz como a Pinocho. 

 

Así continuamos hasta que Adler llega con los autos. Las chicas salen de la mansión y suben al auto.

 

*******************************

 

CELESTE 

Salimos de la mansión con mí padre, mí madre y Annia, vamos al aeropuerto para ir a Grecia, Adler nos deja ahí y vuelve a la mansión. Ya quiero llegar allí, descansar unos días en paz. Al llegar al aeropuerto vamos a la pista donde está el jet de la familia, subimos y vemos a Conrad ya sentado.

La azafata le ofrece algo de beber aunque me parece que quiere ofrecerle otra cosa por su mirada.

 

– Hola chicas. Señor Magnus–dice levantándose–. Los estaba esperando.

 

– Hola, Conrad –dice mí padre–. ¿Cómo estás? 

 

– Bien. ¿Están listos para ir a Grecia? –dice–. Tenemos que buscar papeles y si quieren nos quedamos allá. 

 

– Por unos días sería genial –digo suspirando–. Necesito un poco de paz. 

 

Nos sentamos en nuestro lugares, Conrad me pide que me siente frente a él para hablar sobre el divorcio 

 

– Bien, cómo ya he dicho anteriormente tenemos el juicio ganado –me sonríe–. ¿No quieres nada de ellos?. Tienes derecho a pedirlo.

 

– No, no quiero nada –le digo–. Solo acabar con eso y seguir adelante. 

 

– Bien, cuando recibas el acuerdo debe tachar esa cláusula –revisa los papeles–. Eres muy apagada. 

 

– Me han pasado cosas malas –me cruzo de brazos–. Imagino que es por eso. 

 

– Ojalá consigas paz, entonces –mira hacia la ventanilla.

 

Veo como los rayos de sol que entran se fusionan con sus ojos y con su cabello, hay algo en sus ojos que no logro decifrar, el guapo Conrad Spencer esconde algo. 

 

– ¿Por qué me miras así? –me pregunta.

 

– Lo que escondes... Bueno o eso intento –me apoyo en el sillón–. Eres difícil de leer. 

 

– Maso menos –dice volviendo a mirar al cielo–. Escondo tantas cosas que hasta yo me olvidé yo qué

 

– No eres un ser humano normal... –me río–. Pareces físicamente perfecto. 

 

– ¿Físicamente? –pregunta–. Bueno... Muchas me dicen que soy perfecto. 

 

– Bajo las sábanas seguro... –lo miro–. Pero que pasa cuando se acaba. Lo que eres bajo las sábanas cambia cuando sales de ellas. Tiene un alma tan oscura. 

 

– ¿Eres psicóloga? –me pregunta–. Todos tenemos secretos, Celeste. Secretos oscuros que hacen que nuestra alma sea oscura. ¿Tu no? 

 

– Aamm... Bueno, una vez rompí el vaso favorito de mí tía –sonrío–. Dije que fue el perro.

 

Conrad se ríe con ganas, me mira curioso.

 

– ¿Ese es tu secreto más oscuro? –me pregunta.

 

– No, de hecho no... –me río–. Me descubrieron, duro menos de dos segundos.

 

– ¿Por qué te descubrieron? –me pregunta.

 

– Porque no tenía perro... –me río con ganas–. Una idea un poco tonta. 

 

– No te gustan tenernos, imagino –se apoya en el sillón–. Eres transparente. 

 

– Tampoco así... Solo tengo miedo de ellos –suspiro–. Después de los últimos de ellos salí muy herida. 

 

– Jamás le mentí a una mujer ni le prometí nada –me dice–. Todas sabían cómo terminaría. 

 

– Un hombre sincero pero con un alma oscura –digo–. Interesante. 

 

– Tienes que cavar mucho para descubrir mí vida –dice con una sonrisa–. ¿Te animas? 

 

– Ya veremos eso... –le devuelvo la sonrisa. 

 

********************************

 

CONRAD

Luego de horas de viaje llegamos a Grecia, un auto nos espera en el aeropuerto. Media hora más en auto y llegamos a la mansión de Magnus. Bajamos y los sirviente nos reciben.

 

– Bien, las habitaciones están listas –dice Magnus–. Conrad te llevaremos a la tuya.

 

– Bien, muchas gracias –le sonrío–. Estaba pensando en reservar una habitación de hotel.

 

– Claro que no –niega–. Eres bienvenido a nuestra casa, nos estás ayudando después de todo. 

 

– De acuerdo –asiento–. No voy a rechazar su hospitalidad.

 

– Bien... Entonces –señala a un hombre–. Te llevarán a tu habitación. 

 

Así sigo al sirviente hacia el segundo piso de la mansión. Me llevan a mí habitación, es grande y espaciosa, muy elegante. Dejo mí maleta en la cama y saco mí celular para enviarle un mensaje a Santiago.

 

✉️<< – Ya estoy en Grecia. Creo que están confiando en mí – >>

 

📩 << – Bien... Recuerda el plan, Conrad. Debes enamorar a Celeste – >>

 

✉️ << – Okey, aún no entiendo esa parte del plan – >>

 

📩 << – Solo hazlo. Nos ayudará bastante – >>




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.