EVA
Ayudo a Celeste y Annia a empacar para que vayan a Grecia. Adler, Carolina, las niñas y yo nos quedamos aquí para no dejar solo el pueblo. Su madre, Annia
– ¿Estás emocionada con volver a Grecia, Celeste? –le pregunto.
– Si, muy emocionada –dice–. Extrañaba mucho Grecia.
– Además iremos con el galán de cine –dice Annia–. El hermano de tu cuñada.
– ¡ANNIA! –Celeste le grita–. Por favor, es un hombre respetado.
– Ay por favor, amiga –dice cruzándose de brazos–. ¿Crees que no noté como lo miras?.
– ¡No lo miro de ninguna manera! –se defiende.
– Perdón por contradecirte... –me río–. Pero tiene razón, hasta yo lo noté. ¡Atrevidaaa!.
– ¡Ay... Las dos están locas! –nos mira sonrojada–. Jamás lo mire de ninguna manera.
– CLAAAAROOO –dicimos Annia y yo al mismo tiempo.
– Es la verdad... –dice–. No pienso en Conrad de ninguna manera.
– Bien, si tu lo dices –le digo–. Te crece la nariz como a Pinocho.
Así continuamos hasta que Adler llega con los autos. Las chicas salen de la mansión y suben al auto.
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CELESTE
Salimos de la mansión con mí padre, mí madre y Annia, vamos al aeropuerto para ir a Grecia, Adler nos deja ahí y vuelve a la mansión. Ya quiero llegar allí, descansar unos días en paz. Al llegar al aeropuerto vamos a la pista donde está el jet de la familia, subimos y vemos a Conrad ya sentado.
La azafata le ofrece algo de beber aunque me parece que quiere ofrecerle otra cosa por su mirada.
– Hola chicas. Señor Magnus–dice levantándose–. Los estaba esperando.
– Hola, Conrad –dice mí padre–. ¿Cómo estás?
– Bien. ¿Están listos para ir a Grecia? –dice–. Tenemos que buscar papeles y si quieren nos quedamos allá.
– Por unos días sería genial –digo suspirando–. Necesito un poco de paz.
Nos sentamos en nuestro lugares, Conrad me pide que me siente frente a él para hablar sobre el divorcio
– Bien, cómo ya he dicho anteriormente tenemos el juicio ganado –me sonríe–. ¿No quieres nada de ellos?. Tienes derecho a pedirlo.
– No, no quiero nada –le digo–. Solo acabar con eso y seguir adelante.
– Bien, cuando recibas el acuerdo debe tachar esa cláusula –revisa los papeles–. Eres muy apagada.
– Me han pasado cosas malas –me cruzo de brazos–. Imagino que es por eso.
– Ojalá consigas paz, entonces –mira hacia la ventanilla.
Veo como los rayos de sol que entran se fusionan con sus ojos y con su cabello, hay algo en sus ojos que no logro decifrar, el guapo Conrad Spencer esconde algo.
– ¿Por qué me miras así? –me pregunta.
– Lo que escondes... Bueno o eso intento –me apoyo en el sillón–. Eres difícil de leer.
– Maso menos –dice volviendo a mirar al cielo–. Escondo tantas cosas que hasta yo me olvidé yo qué
– No eres un ser humano normal... –me río–. Pareces físicamente perfecto.
– ¿Físicamente? –pregunta–. Bueno... Muchas me dicen que soy perfecto.
– Bajo las sábanas seguro... –lo miro–. Pero que pasa cuando se acaba. Lo que eres bajo las sábanas cambia cuando sales de ellas. Tiene un alma tan oscura.
– ¿Eres psicóloga? –me pregunta–. Todos tenemos secretos, Celeste. Secretos oscuros que hacen que nuestra alma sea oscura. ¿Tu no?
– Aamm... Bueno, una vez rompí el vaso favorito de mí tía –sonrío–. Dije que fue el perro.
Conrad se ríe con ganas, me mira curioso.
– ¿Ese es tu secreto más oscuro? –me pregunta.
– No, de hecho no... –me río–. Me descubrieron, duro menos de dos segundos.
– ¿Por qué te descubrieron? –me pregunta.
– Porque no tenía perro... –me río con ganas–. Una idea un poco tonta.
– No te gustan tenernos, imagino –se apoya en el sillón–. Eres transparente.
– Tampoco así... Solo tengo miedo de ellos –suspiro–. Después de los últimos de ellos salí muy herida.
– Jamás le mentí a una mujer ni le prometí nada –me dice–. Todas sabían cómo terminaría.
– Un hombre sincero pero con un alma oscura –digo–. Interesante.
– Tienes que cavar mucho para descubrir mí vida –dice con una sonrisa–. ¿Te animas?
– Ya veremos eso... –le devuelvo la sonrisa.
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CONRAD
Luego de horas de viaje llegamos a Grecia, un auto nos espera en el aeropuerto. Media hora más en auto y llegamos a la mansión de Magnus. Bajamos y los sirviente nos reciben.
– Bien, las habitaciones están listas –dice Magnus–. Conrad te llevaremos a la tuya.
– Bien, muchas gracias –le sonrío–. Estaba pensando en reservar una habitación de hotel.
– Claro que no –niega–. Eres bienvenido a nuestra casa, nos estás ayudando después de todo.
– De acuerdo –asiento–. No voy a rechazar su hospitalidad.
– Bien... Entonces –señala a un hombre–. Te llevarán a tu habitación.
Así sigo al sirviente hacia el segundo piso de la mansión. Me llevan a mí habitación, es grande y espaciosa, muy elegante. Dejo mí maleta en la cama y saco mí celular para enviarle un mensaje a Santiago.
✉️<< – Ya estoy en Grecia. Creo que están confiando en mí – >>
📩 << – Bien... Recuerda el plan, Conrad. Debes enamorar a Celeste – >>
✉️ << – Okey, aún no entiendo esa parte del plan – >>
📩 << – Solo hazlo. Nos ayudará bastante – >>