Me encuentro envuelta en oscuridad, y no veo nada más allá de eso hasta
que empezaron a parecer pequeñas luces en lo que parecía el cielo. Daba
pasos hasta que se fue inclinando cada vez más el camino por donde iba
hasta que de nuevo la gravedad me jalo hacían el suelo y fui rodando por esa
cuesta abajo, sin sabes a donde llegaría.
Me olvide de todo y en cuando sentí que ya no me movía involuntariamente
abrí los ojos, el cielo se esclareciendo de las oscuranas de la noche y se estaba
tornándose celeste. Esa esfera amarilla resurgió del largo horizonte, Proviniendo
de las entrañas del vacío.
Me levante y todo ese mundo asumido en el reino de las sombras se estaba
tornando de colores vibrantes llenos de vida. Algo que debo hacer es
encontrar esa luz de donde vendrá. Y ahora fue cuando me di cuenta de que
no podía hablara ya que no poseía orificio bucal o boca. Solo podía escuchar
ver e interactuar con mis extremidades, además de sentir.
No sé por qué, pero, mis piernas reaccionaron en cuanto vieron ese campo
de grama verde y flores que había estado oculto entre el reino de las tinieblas,
que relucía con el reflejo del sol. Mi caminar es sutil al igual que mis
movimientos, será porque pienso demasiado en lo que debo hacer o en lo
que soy.
Mi origen es un misterio el cual no sé si se podrá desvelar.
Las cosas como son y yo soy ese algo que está divagando sin un rumbo dijo,
todavía, porque estoy en busca de quien soy. La grama, existencia que cubre
lugares determinados debido a la gran influencia de la tierra y fertilidad que
hay en ella.
"hoy no se ni decir una sola palabra, ya que mi voz es solo es triste reflejo de un
deseo, desembocado en un desastre al cual le llamamos vida. Pero hoy no me
rendiré porque sé que no soy más o menos por eso"
Me paro un momento y me inclino ligeramente a un recinto de flores, extendí
mi mano hacia ella y tome, un narciso amarillo, uno de los más grandes que se
vino con unos dientes de león, y era un bello ramo de flores. Que se espumo
es mis manos ya que salieron volando con una fuerte brisa, que además
ondeo totalmente la alta grama creando un hermoso efecto visual.
Sigo caminando y me encuentro frente a un inmenso bosque de robles.
––– ¡bueno, empezaremos con un trote lento! ––– dijo el entrenador mientras
sonaba el silbato.
Estábamos alineados todo en orden y empezamos a trotar en la cancha, nos
colocó en pareja el profesor, me toco con Luisana, creo que una chica tan
fresa, que hablar con ella sería un desperdicio de tiempo.
––– Hola ––– me dice.
––– hola.
––– ¿cómo estás? ––– me pregunta.
––– como siempre.
––– y ¿cómo es eso?
––– bien, se supone.
––– mmm...
––– ve al grano ¿qué quieres? te mandaron las de allá. ––– le dije con un
movimiento de cabeza.
––– no, no solo que desde hace tiempo te veo y siempre estás sola.
––– si y que pasa. ––– le dije.
Sinceramente cuando me empezó a hablar sentí un aura de malicia en ella,
no sé lo que quiera o que venga hacer, pero sé que no es bueno y yo no me
voy a poner a averiguarlo. Pare un momento y respire, estaba cansada de
correr, mi cuerpo es muy frágil de mi parecer como la porcelana.
Respiraba fuertemente ya que no estaba acostumbrada para nada en hacer
ejercicio.
––– Antonella, no pares. ––– dijo con un gran silbido.
––– espere profesor un momento, es que siento que me... ––– esas fueron mis
últimas palabras antes de desmayarme y entrar en un vacío existencia.
––– agárrenla...
––– profesor...
––– denle espacio...
––– llévenla a la enfermería...
Esas voces llenaban mi cabeza de pensamientos, porque tanta hipocresía
estas personas hace un momento no se percataban de mi existencia y si lo
hacían, intentaban ignorarla. No sé, si reírme por dentro o llorar, creo que
ninguna de esas opciones sería válida.
Desperté en la enfermería, no había nadie y mire el reloj de la pared y vi que
me había pasado la hora de educación física y estábamos en matemática. Al
apenas tocar el suelo entro la enfermera.
––– ya despertaste, que bueno. ¿Cómo te sientes?
––– un poco débil. Solo eso.
––– mmm... bien. Tomate el agua y esta vitamina. ––– me dijo mientras me
daba un vaso con agua y una pastilla.
––– gracias.
La enfermera era muy estricta y en su mirada se notaba una penetrante aguja
que me observaba. Pero no tenía aura de malicia más bien era agradable y
bonita. Creo que las personas pueden ser una cosa y no se puede criticar o
juzgar a alguien si no lo conoces lo suficiente.
Y aunque parezca una persona intimidante, puede ser que será muy gentil y
amable.
––– no es que quiera ser indiscreta pero. ¿Cómo se llama usted?
––– ah, perdón. Soy la enfermera sol, mucho gusto.
––– mucho gusto también, yo soy Antonella. ––– le dije con una sonrisa.
––– ya te puedes ir.
––– ah, sí. ––– no me di cuenta pero me le quede observando.
Y me fui caminando al salón lentamente, no me apure porque sé que no
había nadie que me esperara. Cuando entre al salón, todo se paró y las
miradas se posaban en mi cuan cuervo esperando su presa.
Solo me senté.
––– Antonella ¿estás bien? ––– me pregunta la profesora de matemática.
––– si profe, no se preocupe.
––– ¿segura?
––– sí, segura.
––– está bien. Bueno chicos, continuamos la clase de ayer, en donde nos
quedamos.
Concentrando mi vista en la clase, la espuma de mis pensamientos me
abrumó. Cerré mis ojos y al igual que la espuma me deshice en el aire.