Una Hija, Un Camino Y Un Destino

Prólogo

Antes de iniciar déjenme decirle que el prólogo será corto....

Sin más iniciemos...

No recuerdo el momento exacto en que el amor murió.

Solo recuerdo el sonido de la puerta cerrándose…
y su voz diciendo:

—Lo siento, Andrés… Ya no puedo más.

Estaba parada frente a mí con las maletas listas. Sin una lágrima en el rostro. Fría. Como si los años juntos no hubieran significado nada. Como si yo fuera una sombra más.

¿Y Aiko? pregunté, con un nudo en la garganta.

Ella bajó la mirada. Por primera vez, dudó.

—No es su culpa… Pero no puedo llevarla conmigo, Esteban y yo... no tenemos espacio para una niña ahora.

Esteban, ese nombre maldito.

El hombre por quien mi esposa me cambió, Rico, Exitoso, todo lo que yo, en sus ojos, ya no era.

Miré a Aiko dormir

Dormía en el sillón, abrazando su peluche favorito, su cabello negro desordenado y su boquita entreabierta, tan inocente.

¿La vas a abandonar? dije, con un temblor en la voz que no pude controlar.

No la estoy abandonando respondió—. Tú eres un buen padre. Mejor de lo que yo podría ser ahora.

Silencio.
Un silencio que me rompió por dentro porque supe que no era por Aiko, era por ella, por su comodidad, por su nueva vida.

—No quiero volver a verla, Camila. Si cruzas esa puerta… no vuelvas, nunca.

Ella asintió… y se fue.

Ni una despedida, ni una última caricia a su hija. Nada.

Y yo me quedé ahí.
Solo.
Con una niña dormida y el corazón hecho trizas.

Caminé hasta el sillón. Me arrodillé. Le acaricié la mejilla.

Papá… murmuró, medio dormida, medio soñando— ¿Dónde está mamá?

Mi garganta se cerró. Las lágrimas querían salir… pero no podían. No frente a ella.

La abracé fuerte. Muy fuerte. Como si abrazarla pudiera detener el mundo.

—Mamá… tuvo que irse, mi amor.

—¿Volverá?

No lo sé susurré—. Pero yo estoy aquí. Y no me voy a ir nunca. ¿Me oyes? Nunca.

Aiko abrió los ojos.
Grandes, oscuros, llenos de inocencia.
Y sonrió.

Esa sonrisa me salvó.
En ese instante, entendí que ya no era solo un hombre… ahora era padre.
Y que si tenía que pelear contra el mundo, lo haría.
Si tenía que romperme los huesos trabajando, lo haría.
Si tenía que tragarme la tristeza todos los días solo para verla feliz… también lo haría.

Por ella.
Solo por ella.

Una hija. Un camino. Un padre.
Mi historia empieza aquí.

Continuará....

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