¡una historia que contarte!

El inicio de una aventura

Lizandra Vander Hodson

"I'm sour candy, so sweet then I get a little angry, yeah." —Lady Gaga ft. Blackpink, Sour Candy.

— Me gusta como se ve eso —le comento a Rose luego de entrar a su oficina y posicionarme a su lado —. Deberíamos utilizarlo en la próxima colección — agrego mientras detallo todos los bosquejos esparcidos en la mesa de su laboratorio creativo acomodado en una esquina del lugar.

No miento. Los diseños de Rose son espectaculares y dignos de admirar. Tiene un talento innato para dibujar y crear cosas maravillosas, de hecho, siendo sincera y objetiva, eso fue un factor importante que nos permitió llegar tan lejos y sobresalir por sobre otras marcas.

Me es inevitable pensar que, incluso sin nuestro apoyo, Rose fuese podido salir adelante y triunfar por si sola en el mundo de la moda.

Tomo asiento en la silla disponible frente a ella y enfoco mi vista superficialmente en cada uno de los diseños esparcidos; sin embargo, un boceto en particular capta mi atención al instante.

Es un vestido blanco sin tirantes ajustado a la parte superior y a la cadera mientras se va haciendo más grande en la parte inferior. La pieza llamativa del atuendo es que está rodeado de plumas blancas y accesorios en dorado, y todo combinado da la apariencia de un hermoso y majestuoso Pavo Cristatus.

Es simple y sencillamente una obra de arte.

— Todavía no me convence, siento que le falta algo y aún no sé lo que es — indica Rose refiriéndose al diseño que halague en un principio, el que se encuentra dibujando justo ahora que consiste en un conjunto de pantalón, halter crop top y chaqueta en un color metalizado.

— Tal vez te hace falta inspiración —respondo a su comentario dejando el diseño del pavo real a un lado —. Quizás no te vendría mal irte por unas semanas a unas mini vacaciones con Kate, ¿No crees? — menciono con mi mejor tono de inocencia. Como quién no quiere la cosa.

Esta vez sí va a funcionar, estoy segura.

— Aún sigues sin convencerme, Liz. Esfuérzate un poquito más — expresa sonriendo sin apartar la vista de su diseño —. Además, hay muchas cosas que hacer y tú bien lo sabes, por eso no quieres ir.

— ¡Pff!, Claro que me apetece ir — respondo alargando de más la última consonante, cosa que hago cada vez que miento y Rose lo sabe, por lo que suspende su dibujo un momento mientras me observa triunfante — ¡Bien! ¡Lo admito! No quiero ir, hay varias cosas de las que tengo que ocuparme aquí en la empresa. No es un buen momento para tomar un descanso.

— No, no lo es —concede Rose —. Yo también tengo cosas de la que ocuparme.

No me detengo, continuo con mi discurso preparado sobre las razones por las que Rose se debería ir de viaje con Kate.

— Muy bien, ambas estamos ocupadas y tenemos cosas de las que encargarnos, pero sabes que no podemos dejar sola a Katerine, necesita a una de nosotras para que la acompañe y tú serías la persona indicada, Rose.

— ¿Por qué no ambas? —pregunta.

— Porque la reserva es solo para dos personas, ¿recuerdas? Se supone que esta sería la luna de miel de Kate y Chris pero ahora son unas mini vacaciones para ti y para Katerine en un lugar muy cálido, soleado y tranquilo, perfecto para relajarte e inspirarte en tus nuevas creaciones.

— Lo estás haciendo de nuevo.

— ¿Qué cosa?

— Sigues intentando venderme esa idea.

— ¿Y funciona?

— No.

— Eres muy terca, Roseanne — digo poniéndome en pie resignada. Por lo menos lo intenté —.Te hace falta dejarte llevar.

— Oh, ¿De verdad, Lizandra? — Aparta la vista de su diseño y me dirige toda su atención otra vez — ¿A mí me hace falta dejarme llevar? Conozco a alguien quién lo necesita más que yo — bufa.

— ¿Ah, sí? ¿Y quién es? — cuestiono enarcando una ceja.

Ok, esta conversación no está surgiendo como esperaba. Al parecer toqué un punto sensible para Rose.

— Tú sabes bien quién es puesto que la miras todos los días cuando te paras delante de un espejo — responde arisca —. Ya que iniciaste con esto, déjame exponerte algunas cosas que desde hace rato te quiero decir también — se acomoda mejor en su asiento sin retirar la mirada de la mía.

Si las miradas matasen ya estaría 30 metros bajo el suelo.

— A partir del momento en que comenzamos con este negocio no haces más que trabajar, en las reuniones de nuestra familia tu presencia brilla por su ausencia, casi nunca asistes y si lo haces, te retiras con la excusa de que tienes que trabajar. Siempre es trabajar, trabajar y trabajar. Así que no te atrevas a decir que yo debo dejarme llevar, cuando obviamente la que lo necesita es otra.

Straik 1.

— Esa no es mi familia, Roseanne. Es la tuya — replico mientras recuerdo cosas de mi pasado que no me hacen muy feliz — y ese "trabajo" que hago y que tanto críticas nos ha permitido ser las mujeres exitosas que somos ahora — menciono molesta.




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