¡una historia que contarte!

Prohibido decir NO

Lizandra Vander Hodson

“Estás desgarrada por cada filo, pero eres una obra maestra” — Halsey, Colors.

—No puedo creer que nos estemos dirigiendo a Hawái justo ahora — menciona Rose a nadie en particular, por lo que no respondo. Me limito a reclinar mi asiento y a seguir trabajando en mi portátil.

—Tampoco puedo creer que estés trabajando justo ahora. Aunque no es de sorprenderse, es tan típico de ti — dice mientras saca de su mochila papel y lápices de colores.

“Al parecer no soy la única a la que le gusta mantenerse ocupada mientras viaja”, pienso.

— ¿Cómo vas con la nueva colección? —Pregunto sin retirar la vista de la pantalla — ¿Ya conseguiste inspiración?

—No —suspira —. Estoy en eso.

Desde que iniciamos nuestro negocio las ideas de Rose para cada colección han sido admiradas, parte del reconocimiento de nuestra marca es debido a sus maravillosos diseños, lo cual ha ocasionado un incremento en ganancias pero también perdidas debido a las personas que los copian.

Aún seguimos luchando con esto último. Pero con respecto a la reciente falta de inspiración de Rose no me preocupo, porque sé que cuando la encuentre se le va a ocurrir algo genial.

Solo desearía que la encuentre pronto.

— No te presiones — respondo ahora sí mirándola —. Aún tenemos tiempo. Seguro se te ocurrirá algo asombroso como siempre.

—Gracias, Liz — Sonríe. Le devuelvo el gesto.

Bueno, parece que la discusión de días antes quedó olvidada. O eso espero.

Retomo mi trabajo leyendo documentos de posibles colaboraciones con otras marcas que descarto enseguida y otros sobre los arreglos para la nueva colección que pensamos lanzar.

Cabe resaltar que el nuevo concepto fue idea de Kate, quiso que diseñáramos algo original y que estuviera fuera de nuestra propia zona de confort; sin embargo, el tema, el diseño y la publicidad aún no están listos, de hecho, me atrevería a decir que estamos todavía en el punto de partida.

Rose tiene un bloqueo creativo y esbozos de diseños pero ninguno en concreto aún, por lo cual no podemos avanzar en la publicidad y respectivamente en la preparación de la campaña.

Como directora ejecutiva me preocupa que no lo logremos a tiempo puesto que la competencia es alarmante sobre todo en esta temporada.

Y por competencia me refiero a Kennettlers.

Por si no lo conocen, es una de las mejores empresas extranjeras. Abarcan varios sectores, no solamente el textil, pero en cuanto a esa he de reconocer que se destacan.

Aunque nosotras también lo hacemos, por supuesto.

No conozco personalmente a quienes la dirigen, solo estoy al tanto sus diseños y campañas, al igual que las chicas, pero sé que tienen una gran demanda en cuanto a esto y por ello los consideramos nuestra competencia.

Siempre intentamos que nuestros diseños sean lanzados antes que los suyos, pero parece que esta vez estamos en desventaja.

Si puedo creerlo, puedo lograrlo. Repito mentalmente mi mantra para no ceder a la presión.

— ¿Cómo puede dormir así? — pregunta Rose interrumpiendo mis pensamientos.

La observo y luego sigo su mirada para ver a una Kate durmiendo en una posición incómoda, con la cabeza por fuera del asiento y los pies sobre los reposabrazos.

—Le va a doler el cuerpo cuando despierte — sonrío.

—Eso es seguro — dice Rose riendo.

Observo el reloj y me fijo en que aún nos quedan nueve horas antes de aterrizar. Este va ser un vuelo muy largo, digo para mí misma antes de cerrar lentamente los ojos y sumergirme en los brazos de Morfeo.

***

Despierten”.

Escucho una voz a lo lejos que me perturba. La ignoro y me acomodo en otra posición más cómoda mientras intento seguir durmiendo.

—Despierten — La voz cada vez se oye más cerca, la ignoro nuevamente — ¡Carajo, que despierten! —El grito de Kate me sobresalta haciendo que despierte abruptamente—. Lo siento — se disculpa con los demás pasajeros que protestan ante su grito aturdidor.

¿En qué momento me quedé dormida?

Auch.

El dolor en mi cuerpo me hace saber que no dormí del todo bien.

— ¡Ya estamos por aterrizar! ¡Yuju!

— ¿Qué hora es?

— Rose, despierta mujer. Este no es momento para dormir —intenta despertarla zarandeándola —. Que despiertes te digo.

—Kate, déjame.

—Despierta, ya estamos por aterrizar —le dice –. Son las 01:00 a.m. —responde a mi pregunta —. Como no te despiertes te arrojo agua, primera advertencia —se dirige nuevamente hacia Rose.

Wow, más de 24h viajando.

Desde que partimos de Auckland, nuestro hogar, hemos tenido que hacer dos escalas durante el viaje, una a LAX y otra a SDY, antes de por fin llegar a nuestro destino.

Y, aunque por nuestro trabajo es algo normal viajar a largas distancias en horarios poco accesibles, mi cuerpo todavía no se adapta completamente a dormir en un avión.

Menos en uno de clase económica.

Por lo general, si no viajamos en nuestro propio jet privado, lo hacemos en primera clase o, en última instancia, en clase ejecutiva. Pero supongo que Kate decidió cambiar la reservación inicial de primera clase a esta cabina ya que le gusta ahorrar cuando lo considera necesario.

Cosa que entiendo si tomamos en consideración su pasado del cual no voy a hablar, pero que a la vez me desconcierta si tengo en cuenta que estuvo dispuesta a derrochar una gran cantidad de dinero en los planes de boda con el mierda de perro.

Digo, con Chris.

—Es muy temprano todavía — contengo un bostezo.

Logro percatarme aún en mi estado de somnolencia como Kate regresa a su asiento compartido ubicado a nuestro lado en búsqueda de algo. Cuando lo encuentra, se posiciona nuevamente cerca de nosotras. Sostiene una botella de agua en su mano y se dispone a echársela encima a Rose, quien se encuentra sentada junto a mí, para despertarla.




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