Una loba Abandonada

Capítulo 2 Una fiesta sorpresa

 

Dos días han pasado desde el fatídico accidente con el vestido de Corina. Obviamente me dio la real paliza de mi vida. 

 

Gracias a que soy licántropa ya no me dolían los golpes, pero tenía grandes moretones, que atestiguaban la masacre física que padeció mi cuerpo.

 

Claro que la herida emocional y la humillación tardarían mucho más en sanar. Cuando alguien en la manada era lastimado de alguna forma, algunos de los médicos le atendían, pero en mi caso sólo la señora Lara y Carlos lo hacían a escondidas, cuando podían, ya que el Alpha había prohibido que cualquiera me prestara la mínima ayuda.

Por esa razón, Lara y Carlos eran tan importantes para mí, ya que aun arriesgando sus pellejos me ayudaban.

 

Eran las 6: 00 de la mañana, y ya estaba en la mansión del Alpha, preparándoles el desayuno, esa era parte de mis obligaciones, encargarme del aseo y completo mantenimiento de la casa, esa era parte de mi condena.

Había dos muchachas contratadas para el mantenimiento de la casa, pero su única función era velar que yo "cumpliera con mi trabajo" a excepción de cuando acompañaba a la bruja a la escuela.

 

A pesar de ser quién preparaba los alimentos, solo podía comer después de que todos lo hicieran, de lo contrario el Alpha gustosamente hacía puré mi cuerpo con sus garras. 

 

A pesar de que la mansión era enorme y hermosísima, se denotaba un aire de tristeza y nostalgia dentro de la misma. No importaba la soberbia elegancia de las paredes verdes, ni todo el lujo que poseía esa casa, le faltaba alegría y vida.

 

Era irónico como esas 16 habitaciones con sus respectivos baños, la biblioteca, despacho, cocina y demás salas expresaban un vacío emocional enorme. Todos dicen que cuando la luna Cristal vivía todo era muy diferente.

Por eso, todos me castigaban, yo debía pagar con creces la traición de mis padres.

 

Estaba preparando la mesa, cuando sin querer tropecé con el Alpha, genial pensé, no terminaba de recuperarme bien de una paliza, cuando de seguro ya me darían otra.

—¡Eres estúpida! ¿Ya quieres otra paliza?

—¡Y-o-o-h, perdóneme!

—Sabes, no te termino de matar porque ni siquiera mereces que ensucie mis manos con tu apestosa sangre. —No sé porque, pero siempre me dolían sus palabras y el odio tan profundo que veía en sus ojos.

Sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla, no pude evitar mirar sus ojos furtivamente.

A pesar de tener el aspecto de un dios griego, con su pelo negro azabache, sus ojos verdes, igual que los míos y un cuerpo majestuoso, como el de todos los alfas, tenía 120 años, aunque aparentaba de unos 30.

A pesar de toda esa belleza, en su corazón había un odio y resentimiento profundo destinado a mi persona.

Todos dicen que un lobo al perder a su mate, se sumerge en una profunda oscuridad y que muchos terminan en los peores casos muertos.

 

El Alpha Eddison no había muerto, pero sí su nobleza, y si alguna vez la tuvo, falleció junto con su luna y su hija.

Los demás ya habían descendido, por lo cual me apresure a servirles y a limpiar la cocina. En la noche había una fiesta para celebrar que la "señorita Corina" había finalizado la secundaria.

Por un lado, me alegraba, pues ya no tendría que ser su sirvienta en la escuela, además de que todos allá, en especial sus compañeras no cesaban de humillarme, por otro lado, me daba tristeza ya que nunca se me permitió tomar clases y lo poco que sabía me lo enseñaron la señora Lara y Carlos.

 

La fiesta ya había comenzado y todos estaban disfrutando de la magistral fiesta.

 

Corina estaba radiante, la bruja tenía lo suyo, era rubia teñida y tenía un mega cuerpo, producto de sus genes y todas las horas de entrenamiento.

Todos estaban vestidos elegantemente, obvio menos yo.

La poca ropa que tenía estaba desgastada y pasada de moda.

El vestido azul que tenía puesto, había sido muy hermoso, hace cinco años atrás, pero ni modo, a pesar de trabajar como una loca en todo lo que se me indicaba, no recibía ni un quinto ni ninguna retribución.

Mateo, el hijo del alpha estaba bailando muy cerca con una joven de su misma edad, de unos 25 años, aunque no era su mate le atraía bastante al parecer.

 

El alpha estaba hablando con algunos socios, respecto a temas relacionados a la manada, a pesar de todo, había que reconocer que era un buen alpha, nuestra manada era la más grande y temida por todos.

Estaba a punto de llevar una bandeja con bebidas, al grupo de Corina, cuando de repente tropecé con alguien y todas las bebidas cayeron al piso, estaba tan asustada y avergonzada que ni siquiera la vi venir, hasta que estuvo frente a mí.

Corina estaba roja de ira.

—¿Qué esperas para levantarte del piso y limpiar todo esto? Dime, ¿por qué lo haces? ¿por qué eres tan estúpida? ¡Levántate y discúlpate con el Beta Emerson!

Beta, escuché bien, tragué grueso, sentía como todas las miradas estaban puestas en mí, sentía mi cara arder de vergüenza y mi corazón latir a más no poder.

¡Ánimo me dije a mi misma, hasta para morir hay que tener dignidad!

Me levanté lo más ágil que pude y me preparé para disculparme con el Beta Emerson.

Al mirarlo me quedé en shock, sus ojos eran los más hermosos que había visto en toda mi miserable vida y no había rabia ni enojo en ellos, al contrario, me miraban con un sentimiento que no pude descifrar. Intenté hablar, pero las palabras no salían de mis labios, craso error, eso enfureció más a la “princesita"

—¿No me oíste? ¡Discúlpate!  —Pero ni siquiera me dejó responder, cuando una fuerte bofetada rebotó en mi mejilla derecha.

Maldita, pensé. Claramente oí murmullos en toda la sala y las risas malditas de sus amigas.

Mi humillación ahora era mayor.




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