Una loba Engañada

Capítulo 3 ¡Curiosidad Innata!

Definitivamente no lo podía creer, pero eso pasa cuando has sido expuesta durante toda tu vida al maltrato, esperas ser agredida cuando crees ofender a alguien, por ese motivo por mi mente había pasado la tonta imagen de Nick golpeándome en cuanto le había mencionado lo de Emerson.

No voy a mentirles por un segundo sentí todo mi mundo paralizarse y un profundo miedo, uno totalmente desconocido atinar por completo mis entrañas, era el miedo de perder al ser amado.

 

El silencio que se había formado entre nosotros de repente se había tornado muy incómodo y abrumador, tanto que la tensión se había apoderado de mí, pero afortunadamente Nick pareció entender perfectamente lo que pasaba por mi mente porque acercó sigilosamente su cuerpo al mío y con la voz más dulce y tierna me dijo:

— ¡No tienes por qué temer, yo sería incapaz de hacerte ningún daño o de tocarte, al menos en ese sentido!

 —¿Y en qué sentido si serías capaz de tocarme? —por la madre luna cómo había escapado eso de mis labios, como permití que Cielo lo dijera.

— ¡Por la madre luna Cielo!, ¿cómo fuiste capaz? —Le recriminé mentalmente.

—¿Qué?, ¡Ahora la demente soy yo!, ¡Tú te imaginas que nos golpea y yo sólo pregunto por sus intenciones y soy la que está mal!, ¡sabes que deberías ir al psicólogo! —Contestó mi loba irónicamente y cortó la conexión.

 

Claro ella esparcía la bomba y yo debía recoger y arreglar los destrozos, y no, no era que no anhelaba que pasáramos al siguiente nivel, pero me fascinaba el respeto y la caballerosidad con cual la me trataba, como la flor más delicada, como la única flor, además dentro de poco nos casaríamos y esperaba que nuestra primera vez fuera en nuestra noche de bodas. Dejé mi monólogo interno a un lado para concentrarme en la mirada juguetona de Nick, parecía observarme con una mirada que decía: "sé algo que tu no por lo cual te llevo ventaja".

 

Su mirada inquisitiva se profundizaba cada segundo y junto a esta el color carmesí que invadía mis mejillas, nunca en mi vida me había sentido tan avergonzada, mi vergüenza era tanta que no supe qué decirle a Nick hasta que pude balbucear con los nervios dominándome:

 —¡N-o- fui yo, Ci-elo mi lo-ba!

—¡Tranquila, también amo a Cielo! —Contestó tiernamente.

—¿Oíste?, ¡dijo que me ama! —Dijo eufórica Cielo.

—¡Sí y también oí que dijo también! —Le respondí.

— ¿Qué? ¿celosa?

—¡Por si no lo recuerdas somos una!

—¡Sí, claro esa es una forma de consolarse!, definitivamente Cielo era más que especial y con sus "sabias palabras" había logrado que volviera a disfrutar del momento.

 

Alpha Nick

 

Por poco volvía a perder el control de nuevo, después de tres siglos siendo dominado exclusivamente por mi lado animal me costaba mucho más mantener el control, y como era de esperar Elías había rugido cuando nuestra Sami pronunció el nombre de otro lobo.

 

 No sólo nos habíamos enfurecido, sino que también habíamos roto nuestro trato de invadir o penetrar en sus pensamientos, por fortuna había roto en esa ocasión mi promesa así me había enterado de todo lo que necesitaba saber de ese tal "Emerson" y descubierto que debía ser muy delicado con ella, sentía ganas de matar a todos los que la habían agredido o lastimado iniciando por el “bondadoso" de su padre, pero sabía que eso no era lo correcto.

 

 El tiempo del baile había llegado a su fin y ahora era momento de socializar con los demás, por mi mandaba a todos a sus casas, pero no sólo era el alpha sino el alpha real, además los ojitos de mi Sami se habían iluminado como un niño frente a su postre favorito cuando se había percatado de cada detalle de la fiesta y de la presencia de los invitados.

 

 Por otro lado, quería que todos tuvieran la certeza y se cercioraran por sus propios ojos de que la manada Real ya había retornado a la normalidad y de que ya no había nada que temer respecto a nuestros asaltos. Todo volvería a la normalidad poco a poco, ya tenía lo más importante: a mi Sami de vuelta.

 

 

Luna Cristal

 

Tenía el pecho inflado de felicidad al ver lo feliz que era mi cachorra con su mate, la forma en que se observaban, la dulzura, la devoción y la sintonía con que movían sus cuerpos no dejaba lugar a dudas.

Mi corazón ya podía descansar en paz y latir normalmente, cosa que no había hecho desde que el lobo más gigantesco había tomado su forma humana y se la había llevado cargada sin mirar atrás. Eddy y yo aprovechamos que el tiempo del baile había finalizado para acercarnos a ellos.

 

 Abracé a mi cachorra como si tuviera siglos sin verla, gentilmente correspondió a mi abrazo, pero cuando Eddy intentó hacer lo mismo ella solo le dio la mano. No negaré ese gesto me dolió profundamente, pero entendía perfectamente que aún no lo aceptara como padre, una cosa era que ya lo hubiera perdonado, pero Eddy debía luchar por lograr su amor como hija.




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