Una Luna Para El Principe

3. Escapé.

Darla

Tenía un dolor punzante en mi cuerpo. No necesitaba saber. Intenté moverme un poco y sentí las manos de Peyton ayudándome a ponerme de pie.

—Te ves horrible—Lo sabía y no necesitaba que me lo recordara.

Me ayuda a sentarme en el suelo. Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevábamos encerradas en este horrible lugar y solo me sentía cada vez más culpable. Debíamos encontrar la forma de salir de aquí o al menos debía sacar a Peyton de este lugar. 

No era su culpa, solo quedó atrapada conmigo. Estaba demasiado adolorida, pero debía hacerlo, así no pudiera volver a contarla.

—Debemos escapar—Susurró.

—Es muy peligroso, Darla y estás muy herida—No quedaba mucho tiempo. 

No sabía si alguien vendría a buscarnos, pero no podía seguir esperando que dañen a Peyton. Hasta ahora yo he sido su único objetivo de las dos, pero no duraría mucho tiempo.

—Si logras escapar yo estaré bien—Le agarró sus rostro—. Lograrás conseguir quien nos ayude, una de las dos debe lograr escapar y esa debes ser tú.

—No te voy a dejar—Sería raro si quisiera dejarme.

—Ambas saldremos, nos separaremos e iremos hacia el bosque—Era un plan improvisado, pero si lograba llamar la atención de todos, iba a poder darle tiempo para que escapara sin problema.

Este lugar no era para ella. Dos años era lo que recordaba que llevábamos aquí encerradas, un comercio donde las omegas extrañas era lo más visto. Lo mío eran los ojos y el color de mi lobo al transformarse.

Ambos teníamos un color dorado único. Mi manada posee estas características pero fueron masacrados hace muchos años con la idea de que eran lobos maldecidos por la diosa.  Fuimos perseguidos y acabados, la única que logró sobrevivir fui yo, pero ahora estaba encerrada donde me veían como un fenómeno y el único objetivo era aprovecharse de mis cualidades y luego deshacerse de mí.

En estas instalaciones no había tantos omegas, entre hombres y mujeres eran un total de 10 y un alfa. Tenía conocimiento de la existencia de un alfa que había sido un experimento intentando igualar mi color, pero le habían dado un color demasiado extraño, peor que el mio. 

No se de cual se trata, pero si la omega logró escapar de este lugar con su hijo extraño, se que yo iba a poder hacerlo para poner a Peyton a salvo de todos.

—No quiero que me mientas—Me advierte.

—Yo quiero que al salir de este lugar uses mi nombre, Peyton. Nadie sabe de mi existencia, así podré encontrarte—Sus ojos no eran dorados, así que iba a poder pasar tranquila al menos unos kilómetros.

—Está bien, pero prometeme que nos encontraremos de nuevo y no será dentro de este lugar—Le abrazo.

No me gustaba el contacto físico, pero valía la pena tranquilizarla de una vez por todas. Ambas provenimos de las manadas del norte, no eran las mismas, pero si de territorios cercanos y ambas manadas fueron acabadas.

A diferencia mía. Peyton es una omega normal que tenía mucha resistencia al frío por los largos inviernos que pasaban en sus territorios. Sus lobos de color blanco eran mangnificos, pero no eran nada extraordinario, solo hermosos.

Eso la tenía aquí.

Su lobo era tan blanco como la nieve misma. Pero su apariencia al ser normal, no se fijaban en esos detalles. Además los lobos blancos eran comunes, así como los negros, la unica diferencia era en la tonalidad y perfección del lugar.

Aquí había un lobo, un alfa mayor, que su lobo era tan negro como la noche. En las pruebas que nos realizan he alcanzado a verlo y daba bastante miedo, pero aquí estaba, encerrado con el resto.

—Nos volveremos a reunir más adelante, es una promesa—Le suelto la cara—. Ponte a salvo y no confíes en nadie, Peyton.

Asiente y se recuesta en mi hombro. Nos quedamos quietas, mientras intentaba recuperar un poco de sueño cuando escuchamos un gran estruendo proveniente de las afueras. “No me gustaba eso” No era de genios para saber que nos encontrábamos bajo ataque, quien sea que fuera, esperaba que fueran personas buenas.

—¿Qué es eso—Pregunta Peyton mientras se frota los ojos.

—Nuestra salida, vas a correr sin mirar atrás y nos veremos luego—Le recuerdo y ella asiente.

En eso llegan los guardias y se apresuran a abrir nuestra puerta para sacarnos. No le doy tiempo de que me agarre cuando me le voy encima al guardia.

—¡Corre!—Peyton sale corriendo sin mirar atrás.

Sonrió un poco, antes de dejar que mi lobo tome control de mi cuerpo. La última fuerza que me quedaba para darle tiempo a ella de que se vaya. Luego de quitarme de encima a los guardias, corro por donde salió Peyton.

No la veo cerca y esperaba que hubiera alcanzado a salir del lugar. El estruendo se hacía cada vez más fuerte así que busco una salida rápida hacia el bosque pasando entre la multitud de guardias que habían. 

Todos estaban concentrados en acabar con los invasores, así que no prestaban atención a un lobo dorado y los que lo hacían, eran bajados rápidamente. Apenas estuve a las afueras del laboratorio pude respirar con calma, mire a mi alrededor pero no veía nada de Peyton.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.