Una Luna Para El Principe

4. ¿Nueva Amiga?

Hoy iba a visitar de nuevo a Darla. Con suerte el consejo se ha mantenido alejado de ella, pero no sabemos cuánto tiempo duré. Ni siquiera había entendido a qué se refería Remus cuando dijo que estaba maldita, a mí me resultaba genial ese color de ojos, aunque las palabras de Remus eran un claro ejemplo por el cual Ross no le gustaba convertirse en lobo. 

No le gustaba que la gente opinara sobre él, aunque era un alfa bastante fuerte, ya había sido lastimado muchas veces por eso. Yo le había prometido que mi grupo nunca lo iba a discriminar por sus cosas únicas. Además, a mí también me parecía genial como era él. Por pedido de Rhys y precaución, se habían solicitado dos guardias para mantener vigilada a Darla y que nadie la moleste.

Por suerte Ross tenía turno en poco tiempo, así que podría verlo luego de visitarla. No había tenido tiempo de hablar con ella mucho ayer, mi padre me había pedido que saliera y solo quedaron él y Rhys para hablar con ella, por suerte Rhys me comentó que tampoco había respondido muchas cosas luego de que salí.

Cuando estuve frente a la habitación me sorprendió encontrarla sin protección. Miré hacia ambos lados y no veía a ninguno de los guardias vigilando la puerta. Tal vez estaban, en cambio, de turno, aunque me parecía que Ross me dijo que dentro de una hora todavía. Antes de que pudiera abrir la puerta escuche un fuerte estruendo y luego la puerta se abrió de golpe saliendo dos bolas de pelo rodando.

Me quedé mirando con la boca abierta, el brillo dorado que tenía uno de los lobos, que se encontraba peleando con un lobo desconocido que no pertenecía a la manada. Conocía el olor de todos los miembros de la manada y este era el de un intruso. Las enfermeras y varios miembros se acercaron al escuchar el ruido.

El lobo dorado gruñó cuando los otros intentaron acercarse y luego corriendo escapando. El otro lobo se quedó quieto en el suelo y no necesitaba ser médico para saber el motivo. Mire dentro de la habitación y el guardia que debería vigilar a Darla tampoco estaba, ni siquiera Darla ¿Dónde se fue? ¿De dónde salió un lobo de pelo dorado? Tardé unos segundos en recordar que los ojos de Darla también tenían ese lindo color ¿Era ella? Necesitaba asegurarme que estuviera bien.

Sin perder más tiempo, dejó salir a mi lobo y olfateo buscando su olor. Recordaba perfectamente cómo huele. Una mezcla de duraznos con consultorio médico, así que me eche a correr detrás de su olor, para evitar que pueda ir lejos, sabiendo que se encuentra lastimada.

Mi lobo era rápido y no me tomo mucho tiempo llegar hasta donde Darla y cortarle el paso de nuevo. Me gruño fuerte y volví a mi forma humana.

—Tranquila, soy yo, Claude—Me quedó mirando su lobo y era impresionante—, no te voy a lastimar.

Me miro, con mucha desconfianza y le muestro mis manos para que pueda verificar que no tengo nada para lastimarla. Pasan varios segundos hasta que regresa a su forma humana y me mira con esos ojos dorados.

—Habla conmigo, te protegeré—No sé qué me impulsa, tal vez sea mi instinto de alfa, pero quiero protegerla y evitar que la lastimen de nuevo—. Podemos ser amigos, tú y yo, a mí me encanta cuidar de mis amigos, mientras estés conmigo, nadie te podrá hacer daño.

No me responde, pero me mira y para mí es suficiente. Mientras no corra todo va a estar bien porque sabía estaba pensando en aceptar mi ayuda. No sé qué la dejo tan herida, pero si ella quería yo podía ayudarla dándole refugio en mi manada, hablaría con mi padre para que le permitiera quedarse.

—El lobo, ese intento eliminarme—De donde sea que viniera, la habían seguido.

No era una omega débil. Acaba de demostrar que se trataba de alguien bastante fuerte y amenazada. Así el consejo quisiera sacarla de acá, podría tener más beneficios que problemas.

—Bien, lo he decidido —Me mira confundida.

Le dedico una sonrisa grande.

—Seremos amigos y te voy a proteger de todos los que intenten hacerte daño—Sería genial.

Su mirada se ensombrece y me quedo mirándola mientras la baja ¿Cometí algún error? No deseaba que se sintiera mal, ni que quiera escapar de nuevo. Todo lo contrario, mi obligación como príncipe es que cada persona se sienta cómoda y a salvo.

—Soy una desconocida ¿Pondrás en riesgo a tu manada por una desconocida?—No entendía a que se refería.

—No eres una desconocida—Me acerco un poco a ella—. Somos amigos, Darla y los amigos se ayudan.

Lágrimas salen de su rostro y me hace sentir muy triste. Acerco mi mano y le limpio las lágrimas con cuidado para no asustarla más. La persona que le hizo tanto daño iba a pagar y no descansaría hasta lograrlo.

—Prometo que todo el que te lastimo va a pagar.

—No prometas cosas que no puedes cumplir—Su voz sonaba quebrada.

Seguía sin mirarme, pero de igual forma sonreí por sus palabras. Era adorable.

—Lo sé, por eso te lo prometo—Levanta su mirada y termino de limpiarle las lágrimas—. Yo siempre cumplo lo que prometo, solo confía en mí.

Le estiro la mano y duda unos instantes antes de dármela por fin. La llevo de regreso a la manada. Aún está muy herida y necesita que Rhys la cuide. Más tarde hablaría con mi padre respecto a ella, porque me cae muy bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.