Una Luna Para El Principe

7. Claude

Claude

 

Luego de la conversación con mi padre, opté por quedarme en mi habitación. Quería visitar a Darla, pero no me sentía capaz de verle a la cara luego de saber que no iba a hacer posible ayudarla como tanto quería. Tampoco deseaba que se fuera a otro lugar.

Tal vez si lograba que la dejaran salir a dar un paseo temprano, seguro le gustaba y se sentía en confianza. Debería hablar con Rhys mañana temprano para sugerirle eso, al menos de ese modo no me voy a sentir tan culpable por no poder hacer algo por ella. Aún me quedaba otras formas, seguro si pregunto voy a obtener respuestas satisfactorias.

Ross me ayudará en eso.

Mi puerta suena.

—Adelante—En eso entra Noah con un gran plato de comida y me mira extraño—. ¿Bocadillos?

—Ya paso la hora de la cena y no te presentaste a comer.

Observo la hora del reloj y casi se me sale el corazón cuando descubro que es media noche. Ni siquiera me había dado cuenta de lo tarde que era, estaba tan molesto con el tema con mi padre que descuide mi alimentación, aunque tampoco me dio hambre.

—No me di cuenta, puedes ponerlo en la mesa.

Noah se acerca y coloca el planto en la mesa, pero en lugar de retirarse decide sentarse a mi lado sin quitarme la mirada de encima. Luce preocupado y entiendo sus motivos, no siempre me saltaba la comida, la última vez que sucedió fue cuando mis hermanos decidieron irse de aquí y eso me tenía muy triste.

—¿Qué sucede, jefe? ¿Qué te tiene preocupado? —Sabía que podía confiar en él, así como en cualquiera de mis amigos.

—Voy a contraer matrimonio con la hija de Remus y yo quería casarme con Darla—Si la anterior mirada de Noah ya era preocupante, luego de mis palabras se puso peor.

No entendía por qué ponía esa cara, no estaba diciendo extraño, él era uno de los primeros halagadores de las mujeres que venían como candidatas, pero ahora estaba en completo silencio.

—Tú… Mi señor, tú… ¿Quieres contraer matrimonio con la señorita Darla?

—Sí, si me casó con ella, nadie se atreverá a lastimarla y podrá estar tranquila—La mirada de confusión poco a poco se fue perdiendo a una de molestia.

—Tonto, no puedes casarte con ella así, si decides casarte con una mujer es porque la amas, puedes proteger a alguien sin necesidad de volverla tu esposa, además no sabes si la señorita Darla quiere casarse o tiene pareja—Hice una mueca.

Sentí una ligera punzada de disgusto.

—No amo a Alice, ni siquiera se que es amar—El matrimonio era porque me tocaba, no por gusto—. A mí me gustan todos mis amigos y Darla me gusta también. 

Aunque no se trate de ese extraño sentimiento. Sabía que quería mucho a mis amigos y Darla era mi amiga ahora, así que a ella también la quería bastante. Estaba dispuesto a ayudarla, aunque recién se convirtiera en mi amiga.

—Está bien que quieras ayudarla, pero un matrimonio es para siempre, la señorita Darla no creo que quiera casarse con alguien que apenas conoce, además mi Alice es una persona muy preparada, sabes que Remus siempre ha tenido esperanzas que te cases con su hija— Desde que era pequeño y jugaba con mis hermanos, Remus siempre ha hablado de un matrimonio entre ambos.

Shay nunca le agrado, así que siempre intentaba poner en su lugar a Remus, al igual que Kyle. Ahora que ninguno estaba, era muy difícil evitar este matrimonio. Me gustaría que mis hermanos vinieran y estuvieran conmigo, seguro a ellos se les ocurría un buen plan para cuidar de ella de las personas que desean lastimarla.

—Solo quiero ayudarla, no quiero que mis amigos vivan con miedo, quiero que sean libres.

—Es una buena causa, pero el matrimonio no es la solución para ayudarla, al menos no la definitiva—No lograba entender por qué mi idea no era la mejor.

Si podía casarme con Alice que era mi amiga y vivir ambos por el resto ¿Por qué no hacerlo también con Darla?

—¿Qué más puedo hacer? No se me ocurre nada más.

—Casarte no es la solución ¿Si deseaba volver a su hogar como lo hará? Como tu esposa no podrá abandonar a la manada.

No me gustaba cuando ellos tenían razón. Si Darla tenía una manada, que era lo más seguro. Si se casaba conmigo, no iba a poder regresar con ellos, al menos no sola, ni quedarse. Es libre para irse cuando guste.

—Tienes razón, supongo que por eso mi padre no acepto que me casara con ella.

—Ya pensaremos en algo, además el tonto de Ross la está cuidando—Sí, y Ross era el mejor de los guardias, seguido de su padre, que era el guardia más hábil hasta el momento.

Confiaba que ella iba a poder estar a salvo mientras sea Ross el encargado de cuidarla, estará bien.

—Gracias—Decido agarrar el plato y empezar a comer—. ¡Delicioso! Toda tu comida es deliciosa, Noah, ¿Le llevaste a Darla?

—Claro, ninguna dama pasará hambre mientras yo este aquí.

—Eres muy genial, Noah.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.