Una Luna Para El Principe

8. Shay y Kyle

Apenas me desperté, fui corriendo para ver a Rhys. Estaba emocionado por contarle mi idea, solo esperaba que aceptara. Mientras más me acercaba al hospital, sentía como toda la emoción en mí vibraba con fuerza. Apenas lo vi, corrí más rápido hasta donde se encontraba. 

—Rhys— Grité apenas lo vi saltando encima de él.

—Claude, me dañarás la espalda—Se queja.

—Perdón, Perdón—Me quito y sonrío—. Quería preguntarte si Darla puede salir a dar una vuelta y comer, para que se distraiga.

Rhys se pone a ver sus papeles un momento.

—Sí, pero no puede correr de un lado al otro, ni menos transformarse—Me advierte y asiento.

Mientras pudiera caminar y comer fuera del hospital iba a estar satisfecho. No espere más tiempo para correr directo a la habitación de Darla, en eso veo a Ross y salto encima de él.

—Ross ¿Cuánto tiempo sin verte?—Había extrañado a mi mejor amigo.

—Claude, he estado cuidando de la chica, así que no he tenido tiempo.

—Lo se, eres el mejor en tu trabajo, Darla está en buenas manos y así no te pierdes—Le suelto.

—Yo no me pierdo, las cosas se mueven de lugar—Me rio y abro la puerta de la habitación.

Ahí está ella, mirando por la ventana del lugar. Ya no tenía que observar desde la distancia los alrededores, porque yo mismo me encargaré de mostrarle todas las cosas bellas de mi manada.

—Darla—Llamo su atención y no duda en girar— ¿Quieres venir a conocer el lugar conmigo y desayunar? Rhys autorizo.

—Sí—Mi sonrisa se amplió.

No dude en acercarme a ella, agarrarla del abrazo y llevarla fuera del hospital para darle un día muy divertido fuera de ese olor a hospital. Si le gustaba mi paseo, tal vez pueda sacarla a comer a cada rato, un desayuno no es suficiente para probar todas las delicias que existen y no más de pensarlo se me hace la boca agua.

Duke

El trabajo como rey no era sencillo y quisiera que Claude se tomara sus obligaciones en serio en algún momento. Llevábamos años buscando una esposa que él deseara, entrenándolo y dándole una larga libertad del poder, pero el tiempo se acaba y la guerra en algún momento se va a desatar. Puede ser en su mandato, puede ser en el de sus hijos, pero mi deber como padre era encargarme de preparar a mis hijos.

Había perdido a la mujer que amaba, no iba a perder a ninguno de esos niños.

Ser padre de tres niños y líder de una manada no era fácil. Siempre estaba la constante preocupación de hacer las cosas bien por ellos. Ahora que era Claude el que tomaría el trono. Lo considero; irresponsable, demasiado testarudo, inmaduro y el menos preparado para lograrlo. Me hubiera gustado que fuera Kyle, aun así Shay también presentaba un poco más de madurez que el mismo Claude, aunque esas grandes virtudes que presenta mi hijo, son por parte de familia.

Se parece mucho a mi difunto padre.

Me da esperanza solo de saber que ambos son iguales, eso lo hará un rey bastante comprometido y capaz de llevar la nación con justicia.

—Señor—Remus ingresa a mi oficina.

Ahora no quiero hablar sobre temas del matrimonio. Ya acepté que sea Alice, pero tengo esperanza que mi hijo se enamore de alguien o al menos le guste una persona lo suficiente para poder casarse con ella, pero era Claude, el chico que todos sus amigos le gustan y no de forma romántica.

—¿Sucede algo, Remus?

—La omega que tenemos en el hospital, considero que toca sacarla lo antes posible.

El otro problema era esa omega. Remus no dejaba de insistir sobre la maldición y que debíamos deshacernos de ella antes que sea demasiado tarde. No lograba entender cuál era el alborto con eso, ya había hablado con Marc respecto eso y todo son supersticiones de los lobos ignorantes.

Se decía que al norte había una manada de lobos dorados que eran despreciados por la diosa luna. Su color era inusual y al esta sentir envidia tiro una maldición sobre cada uno de los lobos, logrando que traigan desgracia a la vida de las manadas que tengan uno cerca.

Era ilógico eso.

Luego la masacre que vivieron para poder vender su pelaje y otras cosas fue horrible. No estoy de acuerdo con eso. No se ha tenido registro ni conocimiento de que exista otra manada de esas características, pero al contrario sí estamos investigando un laboratorio que está encargada en experimentar con lobos. Hemos llevamos años intentando conseguir información del fundador y de ese lugar, pero la búsqueda es imposible.

No me rendía.

No quiero que nadie pase por lo que paso Marc con su esposa. Fue una tragedia cuando esos hombres se la robaron, pero gracias a un conocido de Marc y ayuda de los mejores peleadores de la manada, se pudo entrar y salvar al niño, pero fue muy tarde para su madre.

Nunca me perdono no llegar a tiempo.

No pude proteger a ese miembro de mi manada y por poco dejo el puesto de rey.

—No lo haremos, lo de la maldición son mentiras ¿No eres ya un lobo mayor para eso?




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