Capitulo I. Marginada.

Desde que tengo memoria he hecho mis cosas sola, no me acuerdo cuando empezó esto, pero para mí ha sido así siempre, no sé si lo hago mal, pero a diferencia de mis primas y hermana un simple moño me queda como un nido de pájaros, con muchos mechones por fuera, eso es lo malo del cabello ondulado siempre parezco una loca, lo único que me reconforta es que al menos lo intento, parpadeo varias veces viéndome al espejo mientras mi hermana camina de un lado a otro sacando y metiendo ropa en el armario con la vista atenta de mi mamá.

—Angela hazme el favor de pasarme los pantalones que están allá —señala y ella asiente tomandolos de un costado mío.

—sabes mami, voy a regalarlos —me da una mirada juguetona con sus ojos grandes y marrones— ya los he usado mucho y necesito comprar unos nuevos —yo abro los ojos en grande inmediatamente dejándome de ver en el espejo.

—okey querida.

—damelos a mi —digo inmediatamente ansiosa, son bonitos y no están en mal estado, me servirían, yo que no tengo ropa bonita, ella sonríe pero inmediatamente se le borra por la mirada que nos estaba dando nuestra madre.

—no, se los vamos a regalar a tu prima Flor, ella horita está de porrista y necesita ropa bonita, mira que siguen en buen estado —alza una ceja y me ve despectiva.

—pero... Mamá, yo también —protesto y ella me interrumpe.

—de igual manera no te servirían Miangel, no eres del todo femenina para lucirlos —me levanto y ella continua—  ¿Sabes que? Hazme un favor y busca una gorra, de tanto sol que llevas el cabello se te está poniendo amarillo y no del bonito —muerdo mis labios— ¿Porque no vas a la secundaria de aquí cerca? Te ahorras el sol y el olor fuerte a sudor que te gastas —se tapa la nariz con sus dedos.

—pero yo me gane una beca para estudiar allá mamá —ella enfoca sus ojos marrones claros en mi mientras mueve su cabellera castaña lisa hacia atrás.

—yo no sé que empeño tienes tu con tu hermana para querer estar donde está ella ¡Corta el cordón umbilical! ¿No te da pena que comparen a tu hermana contigo? Olorosa y curtida por el sol, al menos piensa un poquito —regaña y yo solo me encojo de hombros sintiendo como se me aguan los ojos— ¿Que dirán cuando se enteren de que son hermanas? ¿Quieres en serio hacerla pasar pena Mía? Eso es lo que quieres, humillar la porque no te cuidas —la veo y balbuceo.

—no.. tendría que ir en bici si a mí también me dieras para el transporte —veo como se levanta de la cama enojada de repente y camina hacia mi.

—¿Que dijiste? Entonces soy una madre desconsiderada ¡Eso es lo que insinuas! ¿Eh? Nada más me alcanza para cubrir el pasaje de una ¿No entiendes? Tu hermana lo necesita, para ir a una buena universidad y casarse con alguien decente ¿Captas? Tu no siquiera tienes que ir allá es puro capricho tuyo —Angela se interpone entre las dos tratando de apaciguar la situación.

—mamá, tranquila, bajenle, ella se esfuerza ¿Si? —ella toma a mi madre por los hombros y la acompaña a sentarse en su cama— voy a hacerte un té y después tal vez nos hagamos unos faciales juntas, para relajarnos, estás muy tensa.

—es que ella.... Hush, me frustra a veces —ella abraza a nuestra madre y me guiña el ojo torpemente con sus largas pestañas- es una inconsciente.

—voy a salir, tengo tareas —aviso para irme con la cabeza gacha de la habitación y bajar a toda velocidad al primer piso e huir por la puerta.

Tomo mi vieja bici y comienzo a pedalear, mis lágrimas caen y mi cara debe ser todo un poema, si estuvieran alguna de mis primas seguro me compararían con la cara de un chango pero no me importa, noto la cara de disgusto de algunos niños al verme pasar y dejo de llorar para parar en un lado y secar mis lágrimas, me duele, sentirme tan insignificante además de un estorbo. Tomo la bici y camino un rato por las calles de la ciudad, no tengo a donde ir exactamente, pero tampoco es la primera vez que salgo así de casa.

Al pasar al frente de la calle de un hotel de lujo, noto como varias camionetas negras que se notan caras se paran y seguido empiezan a salir 5 chicos del hotel, me quedo embelesada al verlos, parecen hechos por tecnología de otro mundo, son bellos, el primero es un pelirrojo de ojos verdes, tez clara, alto, formido y con rasgos marcados pero que a la misma vez lo hacen verse súper joven, el que le sigue es un moreno de ojos color ámbar, con una sonrisa peculiarmente lobuna, de gran estatura y contextura, el otro que viene atrás, es un joven de cabello marrón, tez morena clara y ojos azules, alto delgado, elegante diría yo, el que está a un lado es un asiático, de pelo negro espeso, peinado en forma de librito, ojos negros y profundos, piel blanca como porcelana, porte serio, alto y delgado, con complexión ejercitada y por último y el más sobresaliente un chico de ojos grises y pelo negro, cejas pobladas y un particular semblante que te indica que es dominante, todos son altos y bellos, pero al parecer no soy la única que piensa que son encantadores, porque varias chicas empiezan a verlos con encanto alrededor, su estatus se notaba a distancia, ropa y combinaciones que gritaba de lujo, además de accesorios que combinan bien con ellos, te decían sin preguntar que vienen de cuna de oro y los hombres que los rodean son sus guardaespaldas y los carros caros, seguro que cada uno tiene su propio chófer, espabilo cuando cada uno comienza a montarse en su camioneta, por un momento se me hace ver al oji-gris verme y sentir como nuestras miradas conectan, pero este termina de subirse a su camioneta y cada uno se va por su camino.

Tocó mis cachetes al sentirlos calientes, de verdad que los chicos lindos tienen un efecto asombroso, niego, ojalá tuviera un novio así de guapo, pero si me le plantara a alguien así de frente a confesarle mis sentimientos, de seguro llamaría a seguridad. Ufff bueno, miro el cielo notando que ya se van a hacer las 5 y tomo subo a mi bici para pedalear hasta la plaza donde veo un hombre moreno de cabellos ondulado y de contextura gruesa.