Una Mentira Para Cada Ocasión

La primera grieta

«Cuando el ser humano entiende que no necesita de otro para ser quien es, es posible que caiga bajo esa traicionera ilusión de libertad que, tarde o temprano atrapa a su presa. Algunos se embelesan y nunca vuelven, otros alcanzan a mirar atrás para darse cuenta de la realidad. Entonces pueden tomar dos caminos: vivir bajo la influencia de aquella bella fantasía para seguir buscando lo inalcanzable, o volver al plano terrenal, donde más de una desesperanza toca a nuestras puertas.

»Aquel que miró atrás pudo haberse replanteado cuán certera era aquella libertad, y darse cuenta de que lo que lo ata no es solo aquello a simple vista. ¿Acaso no es también víctima de sus sentimientos, de sus emociones y de sus pensamientos?.

»El ser humano está inevitablemente encadenado a sí mismo, a su propia condición de humanidad. Ninguno de nosotros puede sobrevivir sin satisfacer las necesidades más básicas. ¿Libertad? ¿Para qué? Yo, en cambio, deseo ser prisionera de los sentimientos más apasionados, de las aventuras más grandiosas, de los placeres más sencillos que el alma pueda experimentar. Quien logre satisfacer tales deseos nunca necesitará libertad, pues vivirá en una ensoñación, en un sutil sueño del que jamás querrá despertar. Aun así, y siendo completamente sincera, considero que hay pocos seres merecedores de tal premio.»

Nunca le ha preguntado a Damien si piensa del mismo modo. Si lo que lo impulsa a pelear esta noche, como tantas otras, es el anhelo de libertad o simplemente la necesidad de sentir que aún hay sangre corriendo por sus venas, que hay un alma habitando en él y no la sombra de lo que pudo haber sido. Le daba la sensación de que un día su corazón empezaría a endurecerse y volverse tan inmutable como las máscaras que cubren sus rostros, rígidas, blancas e inexpresivas. Quizás, un día, al mirar en su interior encuentre una piedra donde antes latía un corazón.

Los gritos, maldiciones y porras de aliento llenan el reducido espacio, mezclándose con el fétido olor a sudor y hierbas quemadas que impregnaban el aire. La máscara no le hace más fácil el trabajo, tiene que buscar a tientas la tela que la sujeta detrás de su cabeza, tratando de aflojarla apenas lo suficiente para que un poco más de oxígeno llegara a su nariz. Cada respiración parecía un esfuerzo, las hierbas de los rituales para alejar a los demonios provocaban una incontrolable tos cuanto más tiempo se permanecía expuesto.

Damien, en el centro del granero, avanzaba con pasos decididos de un lado a otro, sus puños levantados en una postura defensiva. A pesar del sudor que resbalaba por su cuello, brillando tenuemente bajo la luz vacilante de las velas, y del evidente agotamiento que se delataba en su respiración entrecortada, no permitía que su cuerpo flaqueara. Su postura seguía firme, inflexible, como si su voluntad fuera lo único que lo mantenía en pie.

Frente a él, su oponente se alzaba imponente, sobresaliendo incluso entre las sombras densas de la audiencia. Aunque cubierto por una túnica oscura similar a la de los demás, la tela apenas lograba disimular su imponente corpulencia. Kaia podía sentir como la ira se colaba entre sus puños apretados. Aquel hombre, a diferencia de la mayoría evidentemente comía más de una vez al día. En Aonaran, eso era una hazaña reservada para los pocos afortunados. Para su familia, llegar al final del mes con lo suficiente para sobrevivir ya era un desafío constante.

Pero no importaba. Por eso estaban allí. El susodicho premio que les prometía una salida, aunque solo fuera temporal, de la miserable rutina de hambre y necesidad.

El hombre lanzó un puñetazo cerca de la máscara de Damien, quien con agilidad lo esquivó y aprovechó para pasar bajo su brazo y tratar de desestabilizarlo con un golpe por detrás. Aunque a simple vista su hermano no parecía ser el mejor luchador, era mucho más rápido que la mayoría y por lo tanto el menos querido por la multitud, que con un coro mal ensamblado abucheaba sus maniobras.

Los puños se alzan en el aire y los bienes apostados se intercambian de mano en mano en el fondo del abandonado granero. Alimentos, navajas, cuchillos y otras pertenencias se deslizan furtivamente entre sombras cambiando de propietario. La emoción y la tensión son palpables, como si el mismo aire vibrara con la ansiedad de quienes observan. Para algunos, esa noche representaba la única chispa de felicidad o entretenimiento que podían permitirse, un escape clandestino en un mundo donde, más allá de esas paredes, la vigilancia nunca descansaba y cada susurro podía volverse en su contra.

En cuestión de segundos, Damien jaló la túnica de su corpulento contrincante, haciendo que los pies del hombre tropezaran y cayera con estruendo sobre la tierra, levantando una nube de polvo que se esparció por el aire. Mientras algunos gritaban el nombre de Mordo, como se hacía llamar el hombre robusto, Damien no perdió un instante. Se abalanzó sobre él, envolviendo su cuello con un brazo y aplicando presión con el otro, mientras sus piernas se aferraban al voluminoso cuerpo como una serpiente que aprisiona a su presa. Solo que, en este caso, la presa parecía mucho más grande para él.

El sonido entrecortado y desesperado de Mordo se hacía más audible con cada segundo que pasaba, pero el hombre no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente. Una de sus manos se cerró sobre el cabello de Damien, agarrando un buen puñado de hebras oscuras. La otra mano, en cambio, encontró un objetivo mucho más sensible, haciendo que Damien, segundos después, soltara un bufido airado y se viera obligado a soltar su agarre.

Damien se incorporó con rapidez, subiendo las mangas de su túnica, dejando al descubierto su piel brillante de sudor. En su muñeca derecha, la tinta negra de la Kin resaltaba como un garabato en carbón, una marca que dictaba su nombre, profesión y destino. Aquellos símbolos ahora también tenían su propia audiencia, y cualquiera que pudiera leerlos adecuadamente podría rastrearlo, cobrarse venganza o simplemente causarle algún mal por pura envidia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.