¿Porqué todo el mundo tiene ésa insana necesidad de meterse en la vida de los demás? ¿Porqué todos parecen saber qué te falta o qué necesitas en contra de tú opinión?
Es algo que no tiene respuesta, una de ésas incógnitas universales de imposible resolución. Por eso mismo estoy desde hace 15 minutos aguantando el monólogo de mi madre al teléfono.
-¡Alan! ¿Me estás escuchando?
-Sí mamá.
-Alan Jackson Bights- un pequeño gemido escapó de su interior, sólo cuando le llamaba por su nombre entero era sinónimo de que estaba enfadada. Ella era la única que le llamaba por su primer nombre de pila y a la única que se lo permitía.
-Sí, estoy bien. Sí, me alimento como es debido. No se aún si podré ir en navidad, se acerca una gran tormenta y tengo mucho que controlar aquí.
Me abstengo del tema novia porque su empeño es proporcional a mi negación y sería entrar de nuevo en una discusión en bucle que no beneficia a nadie. Con un matrimonio es suficiente para toda una vida.
-Por Dios bendito Alan cómo vas a pasar sólo la navidad- su tono había tomado el cáliz de una madre preocupada. Aquél tono conseguía atenuar su malestar pero él seguía incapaz de volver allí.
-No estoy sólo mamá, tengo a Ben-hur conmigo- un resoplido al otro lado de la línea le indico lo que pensaba ella de eso.
El perro al escuchar su nombre alzó la cabeza inspeccionando con la mirada alrededor solo para ver que continuaba todo igual y con un par de vueltas volvió a su lugar de honor frente al fuego de la chimenea.
Ellos dos se entendían a las mil maravillas, qué necesidad de alterar sus vidas si eran felices tal y cómo estaban ahora.
-Bueno mamá, necesito ir a ver unas cosas antes de que la tormenta nos alcance y nos deje incomunicados.
-Soy vieja pero no tonta hijo - él intento intervenir pero su madre continuó con su perorata - porque claro, toda la vida luchando por sacar adelante a la familia y me iré a la tumba sin tener nietos ni ver a mis hijos felices. Esta vieja que está con un pie en la tumba y que tiene que seguir luchando para proteger a sus hijos y los muy desagradecidos que no me dan ni los buenos días. Si no llamo yo, vosotros ni os acordáis que tenéis madre.
-Tienes razón mamá. Te prometo que a partir de
-Buscaras una mujer o un hombre que sabes que a mi me da igual, si quieres tú hermano podría presentarte alguno de sus amigos- interrumpió su madre
-Mamá!
-Bueno me conformo con tú promesa de buscar a alguien a partir de ésta noche, gracias cariño, haces feliz a esta mujer mayor a la que se le acaba el tiempo. Algo grande te espera más cerca de lo que piensas. Te quiero hijo. Un beso- y sin esperar respuesta colgó.
¿Cómo diantres acababa de pasar aquello? ¿Cuándo había prometido buscar a alguien? Por ése lado estaba tranquilo, en aquéllas montañas lo más cerca de una mujer soltera eran las viudas del club de lectura. Todas las demás estaban comprometidas o casadas. Lo bueno de los lugares pequeños remotos es que todos nos conocemos y no hay forasteros casi nunca. Sobretodo en invierno, cuando llegue el verano la cosa cambia pero ya cruzaré ése puente en ése momento.
¿Quién iba a pensar que aquella promesa iba a terminar siendo una predicción ésa misma tarde, al caer la noche?
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Editado: 24.02.2024