Una navidad en tú mirada

Capítulo 11: ¿Qué pasa contigo?

Decir que mi apacible, relajada y solitaria vida se había ido al garete desde el mismo instante que pisé el freno de la camioneta para socorrer aquél vehículo accidentado sería un chiste, uno muy cruel por cierto. 

No entiendo porqué me pasan éstas cosas a mi. Sólo quiero estar en mi cabaña con mi colega pasando la tormenta aislados del mundo. Mi deseo esta cumpliéndose, pero debí haberlo deseado más específicamente al parecer, porque estamos en la cabaña, estamos aislados del mundo exterior pero ni estamos tranquilos ni estamos sólos.

Y ahí sentada junto al fuego, terca como una mula esta la causa de todos nuestros quebraderos de cabeza. Que quiere morirse de hambre, allá ella. Yo se lo he ofrecido ¿no? Pues si no quiere, ella verá.

Volvió asomarse, apoyado en el marco de la puerta observo a la joven que en ése momento dormía acariciando de forma inconsciente al gato que estaba enroscado sobre sus piernas. Sintió una punzada de envidia que desecho rápidamente.

El recuerdo de la mañana volvió a su mente de nuevo. No había podido pensar en otra cosa, si era sincero no había sido su mejor momento y de enterarse su madre de lo que había hecho seguro que lo ponía de vuelta y media, porque menudo carácter tenía. Él no había querido ser tan brusco pero no esperaba esa reacción de su cuerpo. No tenía intención de dormirse cuando ella le pidió que se quedara, sólo iba a estar hasta que entrara en calor y se durmiera pero sin darse cuenta se había quedado dormido, no sólo eso, es que no había dormido tanto y tan plácidamente en mucho tiempo. Sin pesadillas y sin tensiones. Ni siquiera se había dado cuenta de la hora. Aquello había sido mucho que descubrir y aceptar. Es un hombre de carne y hueso , si una mujer hermosa se restriega contra su cuerpo es inevitable la reacción clara. Un fogonazo de calor le subió por las venas al recordar las curvas de esa misteriosa mujer.

Algo en ella no concordaba. Él era consciente que ella estaba escondiendo algo. No sabía qué, ni porqué pero estaba claro que lo descubriría. Su actitud seguía a la defensiva e insegura. Desconfiada. Más de una vez la había visto perdida en sus pensamientos y con lo que parece que son lagunas porque no habla pero sus respuestas calculadas parecen escogidas con mucho cuidado.

Había visto su cuerpo y las heridas que tenía, algunas vio que no eran del accidente, tenían más tiempo y eso era algo que le intrigaba.

La vio dormida, con el pelo recogido en un moño que se le había soltado. Su piel clara ahora estaba marcada por los colores de las heridas, que iban tomando diferentes tonalidades, aún así era fácil vislumbrar que bajo aquellos moratones tenía una piel suave, tersa y clara.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no ceder en la tentación de acariciar su piel. Se acercó un poco más, apartó un mechón de pelo que se le había caído sobre la frente, un rostro dulce y hermoso le sorprendió. Era realmente una mujer muy bella, tenía ese tipo de belleza natural que puede hacer caer a cualquier hombre a sus pies.

Le zarandeó suavemente en el hombro para despertarla, ella abrió los ojos y un mundo se abrió ante aquella mirada azul, intensa, asustada y perdida. Todo en él lo empujaba a protegerla, abrazarla y decirle que nadie ni nada le haría daño, que él se encargaría de que no volviera a sufrir, pero eso no estaba bien y reaccionó dando un paso atrás.

¿Qué coño pasa contigo? ¿A qué ha venido eso? 

Aquello no lo había visto venir.

 




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