Nathan Lawson
—¿Cómo se les ocurre dar puré de papa? — dice Oliver poniendo su charola sobre la mesa de la cafetería.
Ese día era un día especial para Oliver, el día de tacos, pero por alguna razón, esta vez fue diferente y dieron puré de papas. Yo no acostumbrada a comer de la comida que daban en la cafetería prefería traer mi desayuno frío que mi madre me dejaba en las mañanas. Pero este día por una razón no tenía apetito.
—Eso te pasa por presumir Oliver — agrega Sara sacando una manzana de su mochila.
Oliver infla las mejillas y empezó a jugar con su cuchara en el puré.
—¿Esto es comestible? — pregunta.
Solté una pequeña risa al ver su cara de asco.
Oliver fue el último en unirse a nuestro grupo. Aunque lo conocíamos desde años anteriores, nunca habíamos tenido una conversación como la que ahora compartimos con él. Tal vez se debió a que lo cambiaron de escuela, pero en la preparatoria volvimos a coincidir. Es el tipo de chico que habla con todo el mundo, y no se puede negar que tiene un encanto natural. Alto, de cabello negro ligeramente ondulado que siempre esconde bajo una gorra, y con unos ojos profundos de color café que parecen ver más allá de lo evidente.
Después de pasearse por toda la preparatoria sonriéndole a las personas, en eso quedaban encantadas, pero no había tenido amigos o mejor dicho un "grupo" donde se le viera estar. Hasta que Sam se ofreció a ser su compañera de laboratorio en la clase de Química. Ese día lo presentó, y sentimos que él era la chispa que le faltaba al grupo, y después de tiempo también se convirtió en mi mejor amigo, cuando Sam se alejó del grupo creímos que Oliver de alguna forma también se alejaría, pero no.
Una notificación llega a mi teléfono, en cinco minutos empezaría el grupo de ayuda. Ayer en el cementerio tomé una fotografía a la nota que había dejado el chico, no les había contado a Sara ni a Oliver, no quería que se preocuparan. Quería preguntarle a mi padre en la cena pero se miraba cansado, y temía que le arruinara más la noche. Así que yo era quien tenía que averiguar algo, pero ¿cómo hago eso?.
Arrugó la nariz y volteo por la ventana. Le pedí a Margot que me acompañara este día, que me diera fuerzas para que no me diera un ataque de ansiedad o algo parecido. Oliver seguía quejándose con Sara sobre el puré, aún que ya le queda el cincuenta por ciento de la porción que tenía en un inicio.
—Iré al grupo de ayuda que me dijiste Oliver — interrumpí—de hecho ya debería estar allá.
La cara que pusieron en ese momento, era de sorprendidos con una sonrisa en los labios. Sara tomó su botella de agua y le dio un gran sorbo antes de decir algo.
—¿Enserio?, eso es increíble Nathan — Por fin dice Sara.
—¿Aplausos para Oliver? — dice Oliver con sarcasmo, Sara y yo reímos. — Vamos, yo fui el de la idea.
—Pero aun siento que no estoy listo —digo, bajando la mirada. —Todo sigue siendo demasiado confuso, las únicas personas con las que he hablado sin intentar escapar son ustedes.
—Nadie está completamente listo — añade Oliver, acercándose y dándome una palmada en la espalda —, pero a veces avanzar significa dar el primer paso, aunque no lo sientas del todo.
—¿Y si no puedo y me pierdo? —susurro, con la voz apunto de quebrarse.
—Entonces ahí estaremos para encontrarte —dice Sara, toma mi mano y sonríe—. No tienes que hacerlo solo.
—Además no estarás con personas totalmente extrañas Tamara Levis también va al grupo — agrega Oliver.
Cuando escuche el nombre de Tamara, la tranquilidad que estaba construyendo en ese momento se espumo. Frunzo el ceño, mi mandíbula se tensa. El solo pensamiento de ver a Tamara ahí, me provoca una incomodidad palpable.
Tamara Levis era una chica de nuevo ingreso que, por alguna razón, parecía odiarme simplemente por estar cerca de Noah. Desde el primer día, la forma en que lo miraba, con esos ojos llenos de algo más que amistad, dejaba claro lo que sentía por él. A pesar de que Noah y yo estábamos juntos, ella siempre creyó que solo éramos amigos y que yo, de alguna manera. lo manipulaba para mantenerla alejada.
—¿Tamara? —pregunté con angustia—. ¿Por qué no me dijiste que ella iría?
—Me acabo de enterar en clase de historia —respondió Oliver—. Ella se lo mencionó a otra chica. Te lo juro, no lo sabía antes.
—Nathan, tú enfócate en ti —dice Sara con firmeza—. Solo olvida que Tamara está ahí. No creo que se atreva a decir nada estando en el grupo.
—Es Tamara, Sara. Todo es posible con ella —respondo, dejando escapar un suspiro de frustración.
—Lo sé, pero no puedes dejar que te afecte tanto —insiste Sara, suavizando su tono—. Este grupo es para ti. No le des el poder de arruinarlo.
Por un momento, el rostro de Sara cambió, suavizándose, como si considerara algo que no se atrevía a decir en voz alta. Luego, volvió a adoptar su expresión firme y decidida. Sabía que había posibilidades de que Tamara estuviera allí por el trauma de que Noah nunca le prestara la atención que ella deseaba, o quizá por la idea equivocada de que yo me había interpuesto entre ellos de alguna forma. Ese pensamiento me inquietaba, aunque intentaba no mostrarlo. Pero no podía evitar preguntarme si Tamara aún cargaba con esa frustración y, más importante, si la dejaría salir justo cuando más necesitaba que no lo hiciera.