Una nueva oportunidad

Capitulo 10

Evelin se sintió nerviosa mientras las personas en aquel cálido y acogedor comedor degustaban su comida, la chica miró nerviosamente al dueño de aquella casa, pasó una mano nerviosa por su cabello mientras trataba de no pensar en que le había golpeado en sus…

¡Dios también le había tocado!

Ella nunca había tocado a nadie tan descaradamente, tampoco había dormido con alguien más que con Liam así que se avergonzaba muchísimo de haber tocado la… bueno él… esa parte de su anatomía.

— Papi, es verdad que vas a enseñarle a la señorita Eveling cómo cuidar del hotel.

Alan se sintió incómodo, humedeció sus labios mientras miraba a la chica preocupada del otro lado de la mesa y quiso decir algo, pero la chica fue más rápida.

— No se preocupen niñas, su padre está ocupado — respondió Eveling — yo puedo… puedo hacer las cosas de casa y me iré cuando la nieve deje de caer, si eso… eso haré.

— ¿Pero ¿dónde irá señorita?, papá tiene muchas habitaciones y siempre dice que está cansado — Sara negó — ¡puedes ayudar en el hotel!, ¿No es verdad Mel?

— Si — la otra niña sonrió emocionada — ¡Queremos alguien que no sea la abuelita!, usted nos agrada señorita.

— Gracias queridas…

Susurró Evelin antes de ponerse en pie con prisas, la chica sintió sus lágrimas picando en sus ojos mientras la vergüenza de estar mintiendo quemaba en su pecho. Respiró hondo antes de darle una pequeña sonrisa a todos.

— Voy a… a hacer un par de cosas en la habitación — Eveling miró a Alan — si me necesita señor voy a estar en mi… mi cuarto.

La chica corrió disimuladamente hasta su cuarto, cerró la puerta con prisas antes de mirar a la gaveta donde había guardado lo único que había llevado con ella. Se sentó en la cama tratando de calmar su vergüenza con aquellas personas tan amables.

La chica se dijo que quizás no podía decirle nada, pero quizás podía compensar el hecho de que estaba guardando un secreto haciendo la vida de aquella bonita familia mucho mejor. Evelin se recordó que para lo único que había servido durante años era ocuparse de una familia, crear una familia había sido su sueño, al menos antes de que ella pudiera ver la realidad de su cruel destino.

Alan terminó de comer y ayudó a sus hijas a lavar los trastes de la cocina, se preocupó al ver que el volumen de nieve había vuelto en tan solo un par de horas al mismo tiempo que antes de que hubiese limpiado el camino con la pala. Sara rocío ligeramente mientras secaba sus manitas.

— ¿Te sientes mal cariño? — cuestionó antes de acariciar su mejilla — dijiste que no te habías sentido mal hoy.

— No me siento mal papi, es solo que hace frío — dijo mirándolo — ¿Podemos ver la tele en una de las habitaciones del hotel papi?

— véanla aquí — Alan negó — necesito… Necesito que se mantengan calientes.

— ¿Podemos ver la tele en tu cuarto entonces? — cuestionó la niña una vez más ¿Podemos invitar a la señorita Eveling?

— No— respondió Alan al instante — voy a… ayudar a la señorita Evelin a instalarse por completo.

— Vale papá.

Respondieron las niñas antes de marcharse, Alan se quedó un segundo en medio de la cocina, peinó su cabello pensando en lo que realmente quería hablar con la chica y caminó directamente hasta la pequeña habitación que le había ofrecido. El hombre tardó dos minutos en atreverse a tocar en la puerta.

Escuchó un par de pasos acercarse antes de que Evelin abriese para él, el hombre notó los ojos enrojecidos de la chica, pero prefirió fingir que no se había dado cuenta. Alan carraspeó antes de hablar.

— Necesitamos hablar de… de cómo serán las cosas a partir de ahora — dijo el hombre con firmeza — en especial porque vas a quedarte por un tiempo, ¿verdad?

— Si — Evelin habló dulcemente — voy a…tenemos que… — suspiró al comenzar a hablar con nerviosismo — ¿Quiere pasar?




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