Sky Blue se había enfocado de tiempo completo en gestionar sus proyectos. No solo había ido a la ciudad del Sur, sino que, con el permiso y apoyo de su padre, comenzó una inspección a lo largo y ancho del Ducado para iniciar el tercer catastro y la identificación de los puntos críticos y vulnerables. El Duque estaba muy satisfecho con la iniciativa de su hija, cuando Sky le dijo que quería tomar las riendas de sus asuntos, el Duque pensó que volvería a reunirse con los hijos de Lord Woodruff, al darse cuenta de que la señorita quería hacer todo lo contrario, la dejó disponer de un fondo libremente y, aunque la Duquesa no estaba de acuerdo con la nueva actitud de su hija, la dejó tranquila a petición de su esposo, aunque los primeros días no dejó de ir a la habitación de Sky para hacerle recordar que no podía seguir aplazando su reunión con el príncipe. Pero, después, al sentir la determinación de su hija, la Duquesa pensó que su retoño buscaba méritos al mezclarse con los plebeyos para recuperar la confianza del príncipe y demostrar que puede ser útil al Reino, por lo que, a la semana, dejó de molestarla.
Cuidadosamente, Sky escribió una contundente carta al príncipe el mismo día que volvió de la ciudad del Sur. La reescribió como seis veces hasta de que se asemejase un poco a lo que siempre le escribía Rubín.
“Su Alteza Real, mi salud no ha sido la mejor estos últimos días. Usted más que nadie sabe cuánto deseo estar a su lado, pero tampoco quiero que mi compañía le resulte una carga.
No quisiera preocuparlo más. He decido permanecer en reposo durante este mes y recuperar mis fuerzas, así podré compensarle todo el tiempo que estaremos separados. Ojalá, pueda soportar nuestra distancia y el tiempo de mi recuperación no se torne insoportable para usted.
Con cariño.
Vera Rubín”.
“Sí, creo que es lo suficientemente meloso, algo cómo la prometida obsesiva escribiría, creo que debería agregar por algún lado la palabra amor, pero eso sería bastante…”
Sky Blue pensó que con ello se libraría por varios meses de aparecer por el palacio, hasta por un momento se hizo a la idea de que si jamás caminaba por allí podrían solo romper el compromiso. Pero se concentró tanto en su trabajo, que olvidó siquiera ir a pedirle perdón a Aidina. Ese era un gran defecto de Sky, una vez que se centraba en algo olvidaba lo demás, por ello cada vez que estudiaba para una materia, se olvidaba de las demás cuando había exámenes consecutivos. Su mentora también le había recomendado que liberara su mente y no se enfrasque solo en una cosa; sin embargo, la muchacha no podía evitar desempeñarse con todo en una sola labor.
Al leer la carta, el príncipe Luscher sonrió con sorna. “¿Su compañía una carga? ¡Es más que eso! ¡Es un total tormento! Su mejor compensación sería el permitirse no volver por aquí... Insoportable… Insoportable es la idea de verla de nuevo. Lady Rubín, ¿cuándo dejará de ser tan hipócrita?”. El príncipe, aún recordaba el despreciable incidente del Ramo de Violetas. En sus pupilas está grabado el momento en que las hojas de las rosas violetas impactaron en el bello rostro de la mujer de la que se había enamorado a primera vista. Avergonzando y humillando, solo de esa forma Lady Rubín podía sentirse mejor, siendo malvada con las otras personas.
Pese a que tanto para el Príncipe como para Lady Rubín era un alivio estar separados, el Rey y la Duquesa no podían permitir que comenzaran a fabricarse algunos rumores acerca del alejamiento de los jóvenes. Como fue la Duquesita quien había enviado una carta primero, el Rey ordenó que el Príncipe sea quien tome la iniciativa esta vez. Al joven, no le agradó la idea; pero, no se atrevió a desobedecer a su padre.
“Lady Rubín, ha pasado tanto tiempo. ¿Por qué no me honras con tu presencia? Por favor, infórmame de tu salud, que me tiene muy angustiado. Y de ser posible, me gustaría verte cuanto antes.
Saludos.
Luscher”.
Cuando Sky leyó la carta comentó que, al menos, en la suya se nota mayor esmero. “El príncipe dice que está angustiado, pero en estos dos meses no ha enviado ninguna carta preguntando por mi salud”. En realidad, a Sky no le extrañaba eso, como lectora de la reseña de la novela, sabía cuáles eran los sentimientos de Luscher hacia Rubín. Aunque con la única persona con la que Rubín se mostraba amable era el Príncipe, ella solo recibía hostilidad de su parte. Sky esperaba mantener serenidad cuando se encontrara frente a esa situación. Siempre fue muy sensible y no quería que el Príncipe la viera llorar, mucho menos quería recibir hostilidad sabiendo que “ella” no había hecho nada malo.
Ha esas alturas, había desechado la idea de seguir el ritmo de la malvada prometida, era algo que no podía hacer, ni siquiera tenía el ingenio para hacerlo. Por lo que convertirse en la amiga del príncipe no podía ser descartado aún. Todo dependía de la próxima visita.
La Duquesa le recomendó que respondiera a la carta, pero Sky se negó, ambas eran testarudas que al final, la Duquesa le dijo que, si no enviaba una carta de respuesta, tenía que partir mañana mismo al palacio. La Duquesita ya lo tenía en mente por lo que siguió el juego de su madre.
En sus recorridos por el Ducado, Sky conoció a tres simpáticos jovenzuelos, Lios, Ezio y Micaela, ellos le ayudaban con las actividades de colaboración y ejecución de los proyectos. Encargó a la mayor de ellos el liderazgo para que las actividades con la población no perdieran continuidad y dejó al hijo del mayordomo como el supervisor y caja chica de sus actividades.