Capítulo VI

—¿Qué hora es? —preguntó Lady Sara.

—Las cuatro menos cuarto... Lady Rubín, lo conveniente será que entremos al gran salón. El Rey es puntual y usted ya debería estar en su posición —Sky asintió con su cabeza— Nos vemos, Su Alteza —saludó Lady Salina.

Las muchachas que se habían reunido en el parque de juegos abandonaron el lugar y se dirigieron a la entrada principal del Gran Salón, en el Prime Palace. Sky y el Príncipe Lan fueron caminando hacia la entrada Este por dónde siempre hacía su entrada la familia real. Respecto a la búsqueda del Príncipe Heredero, fue infructífera y desalentadora, las doncellas volvieron a notar que el Príncipe no era para Lady Rubín.

"¿Acaso se lo ha tragado la tierra? ¿Así se siente cuando buscas tanto a una persona y no la encuentras? No, así se siente buscar a una persona que no quiere ser encontrada por ti".

Sky se sentía decepcionada y pensó mucho en la verdadera Lady Rubín, ese día también lo estuvo buscando; ese día, tuvo que entrar sola; ese día, tuvo que ver al Príncipe extender la mano hacia otra mujer. Había dicho que esta vez Rubín iba a ser la que bailaría con el príncipe, pero como iban las cosas, lo más probable era que se volviera a repetir la escena del libro y otra vez su esfuerzo sería todo en vano.

Para su alivio, encontró al Príncipe Heredero sin la compañía de lady Aidina, y al parecer, estaba esperándola frente a la puerta de la entrada Este que aún no había sido abierta.

La descendencia de la familia real actualmente estaba conformada por la casta del Norem y los cinco ducados. El Rey iba a ser su aparición junto a los Duques a las cuatro en punto, por lo que los hijos de los Duques estaban formando alrededor del príncipe, ya que correspondían a la jerarquía más cercana a la de aquel, al poseer sangre real. Los hijos de los Duques de Aéreas, Fótia, Gin e Ílios, eran jóvenes, apuestos y de mirada inteligente, al ver llegar a la prometida del príncipe se inclinaron levemente ante ella y se juntaron en un grupo. Sky imitó el movimiento.

—Éstas tarde, entremos rápido que estamos contra la hora —dijo el Príncipe Heredero con la mirada severa, como si su papel fuera regañarla.

Sky sintió el impulso de aferrarse a su brazo, y estaba lista para hacerlo, aunque ello molestara al Príncipe; sin embargo, fue él quien hizo el primer movimiento y le ofreció su mano. Obviamente, no podía entrar a un lugar público sin demostrar su "afecto" a su prometida.

Al abrirse la puerta la pareja fue la primera en ingresar. La puerta del Este al abrirse dejó un cegador efecto de luz, lo que hacía ver a las personas que ingresaban como si fueran brillantes estrellas. Lady Rubín estaba radiante, su cabello ligeramente ondulado le llegaba hasta la cintura haciendo que su talle se viera fino y delicado, además de que el vestido y las joyas que portaba era sumamente exóticas y preciosas. Por otro lado, el Príncipe Heredero, gallardo y varonil, había dejado boquiabiertas a muchas señoritas. Rubio, con el cabello recogido hacia atrás, su traje de gala y un sinfín de insignias en su pecho símbolo de su rango, sumamente atractivo. El segundo príncipe estaba un paso detrás de ellos y luego, pero no menos importantes, caminaban los jóvenes Lores.

—Prima, hoy te ves muy linda —alabó el hijo de los Duques de Fótia y primo de lady Rubín, lord Arlos. Fue un alago muy forzado, ya que fue dicho sin ninguna expresión.

—Gracias, querido Arlos, tú también te ves muy apuesto —respondió lady Rubín.

El segundo príncipe miró a Lady Rubín y le sujetó de su mano libre, se sentía aturdido por tanta gente más alta que él. Sky lo miró enternecida y acomodó su agarre para tomar de forma más firme la pequeña mano de Lan. El lugar no estaba nada silencioso, los murmullos, las pláticas, el sonido de los tacones y la suave melodía de la orquesta, era mucho para un niño que había pasado encerrado casi toda su niñez. A Sky le pareció gracioso tener al Príncipe Luscher sujetándola de un brazo y al pequeño príncipe tomándole de la otra mano, sintió una calidez familiar que ya había olvidado.

—Hemos pasado la entrada, Lady Rubín, ya puede soltarme —pidió el Príncipe Lusher.

Sky inmediatamente le respondió —No lo soltaré, príncipe. Hoy estaré a su lado toda la velada.

La respuesta no sorprendió a los demás Lores que estaban junto a ellos, en un grupo exclusivo para la realeza, que era bien difícil superar si querían hablar a la par con ellos, a menos que fuesen invitados o sean personas mayores y nobles.

—Príncipe, ya quisiera yo tener a una prometida tan audaz como lady Rubín —bromeó lord Jalil, el hijo del Duque de Aéreas, soltero empedernido y un sádico solapado.

El príncipe Luscher soltó un suspiro cansado, pero se mantuvo quieto, además no tenía otra opción, este era el peor escenario para contradecir un capricho de su prometida. Al no pronunciar palabras de respuesta fue como si lo hubiera aceptado y eso fortaleció la determinación de Sky para quedarse pegada a su brazo y no dejarlo ir hasta que terminara el baile del Florecer. Buscó alrededor para localizar a los padres de Lady Rubín y poder saludarlos, pero ya no pudo moverse al anunciarse la entrada del Norem. Como dictaba la agenda, el Rey daría un discurso de cinco minutos y luego cada jefe de familia se le acercaría para brindarle sus saludos, mientras los demás observarían de pie cómo se desenvolvía el acto protocolar, y luego de ello quedaría un espacio libre hasta las ocho de la anoche para iniciar el espectáculo.

Las personas murmuraban sobre lo adorable que se veía el príncipe Lan sujetando la mano de la prometida de su hermano y lo cariñosa que ella se mostraba hacia él. Aunque también criticaban que lady Rubín se sujetara de esa forma desesperada al Príncipe.

Lord Beckel, Lord Arlos y Lord Cristian se mantuvieron cerca de la pareja en silencio, mientras que Lord Jalil se escapó sigilosamente del círculo social para ir a juguetear, se sentía el único gallo en tan hermoso gallinero.