Para el momento en que Lady Rubín llegó a la puerta principal del Gran Salón junto a los niños que iban a ayudarla con su vestido, el Rey ya había comunicado los hechos frente a todos los miembros e invitados de la corte. Como era de esperarse los más preocupados fueron los padres de la prometida, quienes exigieron al Rey que encontrara a los responsables y se les diera un merecido castigo.
Los Lores estaban reunidos junto al Príncipe cuando se dio la noticia, la misma que no fue novedad para Lord Beckel y Lord Arlos, además, Gaspar en cualquier momento iba a dar con los culpables fugitivos.
—Damas y caballeros ilustres de este Reino. Una ofensa realizada contra cualquier miembro de la familia real es una ofensa dirigida directamente hacia mí, porque yo soy el encargado de protegerlos. Los culpables tendrán su castigo, no solo por mancillar una ceremonia tan sagrada y tradicional como el Baile del Florecer, sino que utilizaron magia contra la Princesa Heredera de este país. Les ruego que disculpen mi negligencia y ya que vieron los excelentes dotes de baile del Príncipe Heredero, no es digno que la futura princesa no tenga su momento tan esperado. Uno que ustedes, tanto como yo, queríamos disfrutar. Por favor, reciban con entusiasmo la interpretación de esta bella pieza representada por Lady Vera Rubín de Mensis, hija del distinguido Duque Ruval y la distinguida Duquesa Janina.
Danisca acomodó a los niños y les dio las últimas precisiones. Sky no tenía el mismo entusiasmo que antes, porque este solo parecía un premio consuelo, pero tampoco podía ser desagradecida con la bondad del Rey.
La suave flauta sonó y la puerta se abrió, caminó con ligereza, pero guardando el debido ritmo para que la distancia entre ella y los niños, que sostenían la cola, no se distorsionara.
Lord Beckel observó nuevamente el rostro de Lady Rubín que había sido retocado, ya no tenía las marcas de su llanto ni tampoco la amarga mirada, pero la prometida de su primo estaba mirando el suelo como condenada, sin emoción alguna, hasta que elevó su vista y vio al príncipe Lan parado de pie con una mano extendida hacia ella. Había observado mucho su rostro como para no adivinar que la nueva Princesa Heredera había, a fuerza, suprimido una encantadora carcajada.
La larga cola del vestido fue de un momento a otro jalada por los niños y así la música cambió a una más rítmica y armónica, perfecta para ser danzada por la pareja. Fue algo gracioso ver a Lady Rubín mantener sus manos bajas, ya que, en los bailes anteriores, la mujer siempre alzaba sus manos al ser su pareja mucho más alta; sin embargo, en vez de incomodarla, ella reía sin suprimir que se estaba divirtiendo de verdad.
Era ella quien guiaba al pequeño príncipe. Salvo por algunas imperfecciones, el baile resultó todo un espectáculo agradable para los aristócratas, ya que no habían visto al segundo príncipe desenvolverse en una fiesta social. Sin duda, la presencia del niño había enternecido a la audiencia.
La única preocupada era Lady Danisca porque a cada minuto uno o dos pasos eran cambiados por los bailarines. El detalle que no preocupó al Rey era la canción de cierre que era un juramento de amor hacia la otra pareja, tarde fue su reacción de ordenar que la banda no prosiguiera pues el director de orquesta no pararía hasta el final.
De acuerdo al paso previo al cierre, el príncipe quedó bajo las gradas, para que la prometida se apoderara del escenario y aperturara su canción. Cuando Lady Rubín comenzó su canto, ya había cambiado algunas palabras para que esa canción encajara con la situación actual. Era la misma melodía, el mismo tono, pero el mensaje era totalmente diferente. Ella utilizó palabras de amistad y fraternidad que podrían conmover cualquier corazón, todas ellas dedicadas al pequeño príncipe y a sus virtudes.
El Príncipe Heredero que estaba al lado de Lord Beckel susurró— Es la primera vez que la escucho cantar...
Lord Beckel se sorprendió, recordó, el día en que vio a Lady Rubín cantando y haciendo mimos frente al Príncipe Lan de forma tan natural como si lo hiciera todo el tiempo y delante de mucha gente.
Al terminar la interpretación, los aplausos no cesaron por un par de minutos. El Rey estaba complacido al igual que los padres de Lady Rubín. A continuación, ella bajó del escenario de la mano del príncipe Lan y fue a ver a Danisca para disculparse por alterar casi toda la coreografía.
—No se preocupe, Princesa Heredera, con lo sucedió, mejor no pudo haber terminado. Felicidades, lo hizo muy bien —Sky, por primera vez, mordió su labio inferior, reteniendo su impotencia.
—Pudo haber salido mejor si hubiera sido más cuidadosa —dijo cabizbaja. "Bueno, aunque este mundo me hubiera hecho caer en un hoyo con tal de no bailar junto al Príncipe" —. Agradezco, todo su esfuerzo, Lady Danisca.
—Lady, pero dígame ¿dónde aprendió esa canción? —preguntó Danisca.
—La inventé —respondió Sky.
Sir Gaspar había interrumpido a las damas para escoltar a Lady Rubín a la Sala del Rey. Sky caminó en silencio detrás del hombre alto y canoso, al llegar, el Norem la esperaba con una sonrisa paternal, sus padres también estaban presentes por lo que se sintió más relajada.
Por una vez en toda la vida de Lady Rubín no era llamada para ser regañada, así que, como no estaba en la reseña, no sabía cómo reaccionar. Esperó que los adultos tomaran la palabra primero y solo enlazó sus manos frente a su vientre.
—Lady Rubín, no —se corrigió— Princesa Heredera... Sabemos lo que ha ocurrido, así que no se sienta culpable, por favor —dijo el Rey—. Me causa gran contrariedad al anunciarle que fue una de sus amigas quién ideó este plan para sabotearla. La señorita Karina, hija de los Condes de Fronto.
—¿Cuál será el castigo que decidió, Su Majestad? —Preguntó la madre de Lady Rubín con exigente voz. Se encontraba junto al Duque de Mensis.