Una nueva oportunidad para la voluntaria -Tnoftv

Capítulo XII: El libro de la biblioteca y las heridas

Lady Aidina estaba en la salita del cuarto común leyendo un libro junto a Lord Christian. Al ver a los dos jóvenes, Sky los invitó a ir a la biblioteca, indicando que necesitaba su ayuda para leer un libro realmente intrigante. En el camino, apareció de la nada Lord Jalil junto a Lord Arlos, quienes también los siguieron a la biblioteca.

Parecía que después de almorzar todos tenía esa idea: leer un buen libro. Sky estaba asombrada de que Lord Jalil sintiera afinidad por la autoinstrucción. Bueno, no podría ser considerado de la realeza sin demostrar algún nivel superior. Al menos, era consciente de que debía estar informado.

Al volver a la biblioteca, encontraron a Lord Beckel registrando un ejemplar para llevárselo a su habitación, pero Jalil lo retuvo y, al final, el grupo de jóvenes se dirigió a tomar asiento en la misma mesa.

—Vea esto, Lady Aidina, ¿qué dice allí?

Lady Aidina estaba sentada junto a Lady Rubín. Lo primero que quería preguntar era por qué, si estaba el príncipe junto a ella, venía a pedirle ayuda, mas no dijo nada para no ser inoportuna y respondió a la pregunta pendiente de la joven.

—Es una escritura antigua, Lady Rubín. Es el último tomo de los cinco libros de Magia de Curación Originaria. ¿Dónde lo encontró?

—En la sección de Ciencias Naturales.

—Lo estuve buscando y no lo encontraba por ningún lado, no imaginé que estaría en ese lugar.

—¿Qué hay de interesante en ese libro viejo? —preguntó Lord Jalil.

—Es muy interesante, Milord —respondió Lady Aidina—. Es el último libro escrito por el más grande mago de sanación Lord Besich. Este es un libro de fórmulas y hechizos prácticos para curar, que son la base para hechizos mucho más poderosos.

—Entonces, ¿tú puedes leer y entender esos hechizos? —preguntó Sky.

—Sí.

—¿Puedes realizarlos también?

—Creo que sí, si lo intento.

Los ojos de Sky brillaron de emoción, tenía un par de heridas y moretones en las piernas que aún no sanaban totalmente desde la última visita a Caibos. Así que no pensó en mejor objeto de prueba que en ella misma.

—Hágalo, Lady Aidina. Pruebe en mí.

Como la señorita estaba al lado de Lady Aidina, solo retrocedió un poco el asiento y volteó a su lado izquierdo, permitiendo que Lady Aidina tuviera abierto todo el panorama hacia ella. A continuación, levantó la basta de su vestido y le mostró sus rodillas. Arlos estaba al lado de Lady Aidina por lo que fue fácil para él ver lo que Sky había mostrado.

—¡Estúpida! ¡Cúbrete! —resopló el adolescente. Lo decía más por Lord Jalil que, pese a estar frente a las señoritas, se inclinó sobre la mesa para ver lo que Lady Rubín mostraba. No era un hombre que desaprovechaba las oportunidades.

Pero a nadie le agradó ver las piernas de Lady Rubín. Sus pantorrillas estaban raspadas con cicatrices ya viejas, pero no tan antiguas, sus rodillas estaban moreteadas y un había pequeños rezagos de costras rojas. Las piernas de una señorita no podían lucir así.

—Lady Rubín… —masculló horrorizada Lady Aidina. Nunca imaginó que una dama como Lady Rubín tuviera una apariencia tan antiestética.

—¿Por qué está herida, Lady Rubín? —Lord Jalil se había acercado para comprobar lo que veían sus ojos incrédulos. Las piernas de Lady Rubín eran muy feas— ¿Usted se ha caído del caballo o algo?

Lord Beckel se mantuvo en su lugar y no pudo ver lo que a los otros le había llamado tanto la atención, pero por el rostro contorsionado por el desagrado de Lord Jalil ya se pudo formar una imagen posible de la situación.

—Nada de eso —. Ella no entendía porque hacían tanto escándalo por unas pequeñas cicatrices y dos moretones—. Solo me caí mientras jugaba. “Bueno, esos dos moretones son de ayer cuando me caía al correr hacia el bosque, y las otras cicatrices son las que me hice en Caibos” —. Lady Aidina, pruebe aquí los hechizos, por favor.

Lady Aidina ya había entendido un hechizo y colocando sus manos sobre las rodillas de Lady Rubín pronunció “epidiórthosi”. El flujo de maná que emitió bañó las piernas de Rubín y luego de unos segundos desapareció, borrando cualquier rastro de imperfección en las piernas de la moza.

—¡Maravilloso! —felicitó Sky— Usted es muy buena en esto, Lady Aidina. Se lo agradezco.

—¡Aish! Eres una tonta, ni siquiera tienes cuidado con tu propio cuerpo, ¿acaso eres idiota? —reprendió Arlos—. No intentes asumir cargas más pesadas a lo que puedes soportar, para eso estamos los hombres.

Parecía que entre Lord Arlos y Lady Rubín había algunos secretos, pero por más que estaban interesados ninguno de los presentes se atrevería a preguntarlo, a excepción de Lord Jalil que tenía la boca muy ligera; sin embargo, concentrado como estaba en el cambio de Lady Rubín, se quedó deleitado con la exquisitez de aquellas piernas esbeltas.

—Milady, no deberías estar mostrando su cuerpo de esa forma.

—Yo no le he mostrado nada, Lord Jalil —cuestionó Sky— Usted fue el único impertinente que se atrevió a abandonar su lugar solo para saciar su curiosidad. Usted es el atrevido.

—¿Yo? —replicó ofendido, pero satisfecho.

—Lord Jalil usted fue grosero —apoyó Lady Aidina—, no tuvo ningún derecho a acercarse. Lo hizo premeditadamente.

—Bueno, lo pasaré esta vez por alto porque ayudó a arreglar el cristal diamante —dijo Sky—, porque no toleraré ninguna indiscreción de su parte —lo observó con frialdad.

—¿Está bien?...

Volviendo a lo suyo, el interés de Sky por el libro aún no se había acabado. Tomó el ejemplar y verificó sus hojas, solo se guiaba por las imágenes y preguntaba a Lady Aidina sobre las que le parecían más interesante. Lady Aidina respondía de forma clara y amable, disolviendo cualquier duda de joven. Muchos de los hechizos ya eran conocidos por Lady Aidina, ya que era obligación de cualquier mago de sanación saberlo de memoria, lo único que no pudo responder claramente fue sobre la imagen del espíritu que representaba a todo el gremio de magos de curación: el Espíritu del Agua.



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En el texto hay: reinos, universitaria, transmigrar

Editado: 22.09.2021

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