Una primavera y un verano para querernos

Dos oficiales de policía haciendo revuelcos en Chelsea

Demons

Imagine Dragons

𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚

—¿Pizza o hamburguesa para la cena?

Logan miraba el menú del restaurante que estaba cerca de casa, a mi lado en el sillón.

—Pizza.

—¿De tu favorita con piña?

Le sonreí y asentí con la cabeza. Él dejó un beso en mi mejilla y se levantó con dirección a la habitación para llamar al restaurante.

No había querido ir a clase estos días, aunque tampoco es que haya podido. Apenas podía moverme sin que la herida del abdomen doliera, así que había estado en compañía de él toda la semana. Se había comportado como un ángel, hacía meses que no era así de cariñoso conmigo, pero a la vez era poco sorprendente porque era nuestra rutina diaria.

Un día podíamos entendernos de maravilla, al otro estábamos enfadados, al otro no queríamos vernos..., pero siempre, de un modo u otro, volvíamos a estar juntos. Era como un imán, uno muy poderoso, pero el de él tenía mucha más atracción, porque siempre quién iba buscando el camino del otro, era yo.

Y era espantoso tener tanta dependencia por una persona. Sobre todo, cuando sabías que la persona no era la mejor del mundo, pero me había acostumbrado tanto a formar parte de su mismo entorno, que no podía hacer nada más allá que respirar su mismo aire...

Editaba unas fotografías en mi portátil mientras escuchaba música en el salón.

Fotografía, mi carrera soñada desde pequeña. ¿Era mi sueño ahora? Tal vez. No se sentía la misma emoción que cuando de pequeño decías «de grande quiero ser veterinaria» o «cuando crezca quiero ser astronauta», porque la adultez y el mundo real cambiaban muchas cosas, pero seguía siendo lo que siempre había querido estudiar. El único problema era la manera en la que estaba llevando la carrera.

Sentía que debía hacerlo excelente porque los padres de Logan, quienes eran los que se encargaban de pagar las matrículas, en cualquier momento me pedirían cuentas de mis estudios y, si lo hacía mal, me quitarían la oportunidad de seguir estudiando. O al menos eso decía Logan.

Cuando pasó el accidente cinco años atrás, lo perdí todo, de manera literal. Perdí la esperanza, la paz, perdí el calor familiar... Aunque tal vez ese lo había perdido mucho más tiempo atrás, cuando empecé a hacer cosas que no debía y cuando mi hermana tomó ventaja en la familia por sus sobresalientes proyectos extracurriculares. Así que no podía tener el lujo de pagarme una universidad, pero Logan siempre estuvo ahí y siempre lo estará.

La puerta de casa sonó cuando alguien golpeó sus nudillos sobre ella desde afuera.

Giré la cabeza hacia el pasillo de las habitaciones y luego hacia la puerta. Tal vez la música impidió que Logan hubiera escuchado algo. Mis alarmas se encendieron, pero desaparecieron un poco al pensar que podía ser el repartidor de pizza, o alguien que escuchó todo lo que pasó hace cinco noches atrás...

Me levanté del sofá con la mano en el estómago y caminé rápido hacia la entrada. Logan apareció por el pasillo y me tomó del brazo para que no avanzara.

—No le dijiste a nadie que viniera, ¿cierto, Olivia?

Negué con la cabeza y dejé que él pasara para que abriera la puerta. Un oficial de policía de cabello negro y una placa con el apellido Baker, apareció al otro lado de la puerta con otro compañero a su lado.

—Buenas noches, lamentamos interrumpir, pero necesitábamos hacer una visita para revisar el caso de la señorita Moore conforme al intento de asalto de hace unas noches.

Me quedé detrás de Logan y el oficial de policía inclinó la cabeza para verme.

—¿Es usted Olivia Moore?

—Sí —Logan respondió por mí—, pero no está en condiciones de responder preguntas ahora.

—Pues yo la veo muy bien —el otro policía intervino—. Está de pie y al parecer está en condiciones de comer comida rápida.

El policía se hizo a un lado cuando el repartidor pasó frente a ellos de manera tímida y le pasó la caja de pizza a Logan.

—¿Logan Miller?

Asintió con la cabeza y tomó la caja. El repartidor desapareció como si hubiera visto un fantasma y Miller me dio una mirada de advertencia cuando caminó hacia la cocina para dejar la caja.

—Entonces, ¿pasamos?

El oficial de apellido Baker no esperó una respuesta de mi parte cuando pasó por la puerta y entró al apartamento. El otro chico lo siguió y cerré la puerta a mis espaldas cuando pasó a mi lado, tomando un fuerte suspiro para fingir naturalidad.

No pensé que se fueran a tomar tan en serio la declaración de Logan en el hospital. Eso solo fue un despiste para que dejaran de hacer preguntas y no se tocara el tema, pero al parecer la curiosidad de los policías pudo más.

—Según la declaración de su pareja la mañana siguiente al incidente, usted sufrió un intento de asalto, ¿es así? —me preguntó el oficial de apellido Taylor.

—Sí —es Miller quien respondió.

—Las respuestas las da ella, ya que ella fue quien recibió el ataque —Baker le recriminó—. Por lo que entiendo usted no estaba con ella, porque no llegó al hospital en la ambulancia, ni en las horas siguientes...

Logan se quedó callado y empezó a respirar pesadamente. No era un buen escenario en el que nos estábamos involucrando, pero yo llevaba años de práctica con situaciones complicadas. Debía mantener todo bajo control.

—Ellos me sorprendieron por detrás mientras yo caminaba hacia casa distraída.

Los oficiales se giraron hacia mí.

—¿Dónde?

—En la acera de la entrada del edificio.

—¿Hay cámaras que respalden la información?

—¿Por qué tanto interés por el tema? —Logan interrumpió.

—Porque su novia casi muere en una camilla de hospital mientras usted estaba quién sabe dónde y porque es una residente. Es nuestro deber proteger a los ciudadanos del país, por si no lo sabía, joven Miller.

El oficial Baker lo que iba a provocar era que Logan se saliera de los rieles de la paciencia que lograba guardar si le seguía hablando de ese modo.




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