Una Propuesta Millonaria

Capítulo 7. Impresión, miedo y nerviosismo

La chica abre tanto los ojos que Damián teme le caigan al piso, siente su cuerpo temblar y aprieta los brazos femeninos con el fin de tranquilizarla, Lea niega con la cabeza hacia el hombre guapo y socarrón que tiene en frente, y quien pretende que ella lleve una mentira siendo que no sabe como hacerlo.

— Tranquilízate cielo, no es como si nos fuésemos a casar hoy mismo – el abuelo sonríe encantado ante la interacción de la pareja.

— ¡No, no, no lo entiendes! – susurra con voz timorata y ojos vidriosos — no puedo… es decir no se mentir – Damián arruga el entrecejo y le sonríe de nuevo.

Ella lo mira desesperada y él le resta hierro a su preocupación. Le da un sonoro beso que ella no corresponde por lo nerviosa que se encuentra, un carraspeo interrumpe el momento y ella salta en su lugar asustada de lo que se pueda avecinar, Damián piensa que es una excelente actriz y solo debe ataviarla con ropa de marca y zapatos a juego.

Nunca ha tenido que preocuparse por nada concerniente a cosas de mujeres, pero se dice a si mismo que es hora de comenzar a interesarse en ello ya que su… futura esposa es la representación perfecta de un camionero con un metro sesenta y cinco de bellas curvas.

— ¡Abuelo! – le sonríe asombrado falsamente y muy seguro de la farsa que en este momento da comienzo — ¿desde cuando estás ahí parado viejo zorro? – Lea ríe nerviosa mirando a ambos hombres en los que encuentra una similitud de casi un cien por ciento.

Trata de concentrarse en números, cifras y letras para evitar caer en un colapso nervioso al no saber como llevar esta pantomima que ya ha aceptado sin poder evitarlo.

— Desde hace un rato y lo he observado mi querido bribón ¿y bien, quien es esta belleza de niña? – sonríe encantado hacia el nerviosismo de ella.

— Es mi…

— ¡Lea! – grita y se retracta enseguida — Lea Ferrero Sr. Del Toro y… y es un placer conocerlo al fin – el hombre mayor acepta la mano que extiende la chica, sudorosa y con un temblor copioso.

— Pues para mi es un verdadero placer mi hermosa niña y más cuando es mi propio hijo quien te trae para que te conozca… - mira con sospecha a Damián y este sonríe radiante con las rodillas temblorosas —, pero pasemos adelante para tomar algo y me cuenten como se conocieron – gira dejándolos en una encrucijada.

Ella lo mira con desesperación y él trata de que respire con calma, no solo le sudan las manos sino que las piernas no le obedecen y le falta el aire.

— ¿Quieres calmarte por favor? – Lea gruñe como perro — ¿qué? – indaga ante su rostro contraído — yo también estoy nervioso ¿sabes? – informa.

— Pues lo disimulas muy bien desconocido, extraño, millonario – resopla enfadada con ella misma al acceder a esta locura.

— ¡Já! – expone burlón — millonario es lo que menos soy gracias a que mi abuelo necesita verme caminando hacia el altar – gruñe tal como lo hizo ella momentos atrás.

— Bueno Sr. No millonario entonces le va a tocar correr porque me debes un millón de dólares ya que por tu culpa perdí mi empleo… – y lo deja plantado al lado de su fabuloso auto para caminar hacia la entrada de la casa que a su parecer es la más grande que ha visto.

— ¡¿Por mi culpa?! – inquiere incrédulo — ¿acaso estás loca mujer? Que yo sepa no te obligué a nada – refuta — y mucho menos te sugerí que golpearas al jefe ¡definitivamente eres una loca! – ella lo mira con ojos de asesina.

— ¿Entonces debía dejarme mangonear del puerco? – Damián se encoge de hombros — entiendo, eres como todos ¿no? – él se acerca y ella retrocede — te importa una mierda el bienestar de cualquier persona que no seas tú – señala de mala gana — engreído y ególatra es lo que eres – gruñe de nuevo.

— ¡Y tú una frustrada a quien su querido novio la orilló a esto! – rebate Damián estresado.

— ¡Yo no quiero casarme contigo! – espeta Lea con voz rota.

— ¿Pero? – Damián abre los ojos esperando respuesta.

— ¿Pero, qué? – inquiere confundida — y no hagas esos ojos tonto, parece que quieres defecar – él aprieta los puños profiriendo un pequeño grito de impotencia — ¡ahora pareces gay! Y no es que me importe que lo seas porque no tengo un ápice de Xenofóbica, pero tío… eres atractivo y mujeriego…

Damián mira al cielo, se ha metido en un lío con esta chica torpe y lo peor es que no hay mejor opción. Trata de tranquilizarse y se acerca de nuevo para explicarle.

— Escúchame bien cariño – expresa dulcemente — tampoco yo deseo casarme contigo o con cualquier otra, definitivamente mi mejor estado es el de soltero – le regala una preciosa sonrisa y ella eleva las cejas al cielo —, pero para poder pagarte el millón que te he ofrecido debemos hacerlo porque yo necesito el acta de matrimonio y tú necesitas los billetes ¿me expliqué? – Lea lo mira como si fuese retrasado.

— Ya eso lo tenía claro genio, no soy una tonta – suspira entrecortado y acepta entrelazar sus manos con las de él — lo que no tengo claro es como le explicaremos a ese lindo viejecito como nos conocimos ¡yo no sé mentir! – él se carcajea.

— Pues lo disimulas muy bien ya que me acabas de lanzar a la cara la primera mentira – ella jadea ofendida — pero descuida tu solo sonríe y admírame como si fuera una estrella de cine y yo me encargo de todo – vuelve a sonreír como si supiera exactamente que decir cuando él mismo se encuentra totalmente bloqueado.




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