Una Propuesta Millonaria

Capítulo 13.-  Sospechas

Damián y Harold abandonan el comedor cada uno por una razón en particular. Damián porque no desea ser descubierto y peor aún, ser cazado por una loca arpía que se cree su dueña, sabe perfectamente que será retado por su madre razón por la cual necesita salir cuanto antes de la mansión junto a Lea que platica alegremente con Paula.

— ¡Vaya, cuanta camaradería! – menciona Damián a su hermano-tío, este sonríe.

— Es que mi esposa es adorable – dice Harold con ojos soñadores y Damián pone los de él en blanco — y tu Lea es preciosa ¿podrías decirme de donde las sacas? – inquiere con curiosidad.

— No lo sé, ellas solo aparecen ¿qué te puedo decir al respecto? – se encoge de hombros.

— Sí bueno, eres tan lindo que la suerte no te deja en ningún momento – le sonríe como un tonto según piensa Damián.

No pone los ojos en blanco de nuevo concentrado en Lea que sin maquillaje es muy hermosa. Suspira de manera imperceptible sin reconocer el ardor en el pecho. Como sea necesita deshacerse de la sensación extraña que experimenta cuando la tiene cerca.

— Deberías madurar un poco para que las personas a tu alrededor te tomen en serio – expone en un resoplido.

— Ya estoy casado con una mujer maravillosa Damián – responde con sorna — además de que soy un empresario de renombre dueño de mi propia empresa, responsable y comprometido con mi familia – acomoda la nenita dormida en su hombro derecho — ¿para qué quiero madurar a estas alturas de mi vida? – disimula una sonrisa.

— ¡Eres un idiota Harold! – protesta en su cara.

— Pero un idiota con cuarenta y dos años realizado desde hace casi doce hermanito – se regodea — quien debería asentarse es otro ya que siendo el menor ni siquiera cuentas con una relación estable – Damián abre los ojos y detiene su andar retrocediendo unos pasos.

— ¿Qué sabes tú de mí? – Harold entrecierra los ojos hacia Damián —. No puedes decir que mi relación no es estable, apenas empezamos – el hombre frente a Damián suelta una risotada.

— ¿Es en serio? – inquiere con las cejas arriba — escucha: mi intención no es interferir en lo que sea que pretendas hacerle creer a Mauricio Del Toro, pero que llevas una relación… lo siento, tendrás que esforzarte mucho más para ello porque esto: - lo señala a él y luego a Lea — no es ni por asomo convincente – niega un Harold convencido de la farsa.

— ¡¿Estás loco?! – coloca la mano en la boca de su tío mirando hacia todos los lados — ¡te escucharán! – expone con nerviosismo ya que ha sido descubierto.

— ¡Lo siento de verdad querido sobrino! – susurra a su oído —. No niego que la chica te agrade, repito que es preciosa y esa personalidad… ¡uf! – se abanica sonriendo.

— Si sabes que Paula puede escucharte ¿cierto? – expresa malhumorado por el comentario.

Harold se carcajea llamando la atención de las féminas. Lanza un beso a su esposa y esta le sonríe preciosa.

— A estas alturas Damián, la complicidad que existe entre Paula y yo es tan estrecha que no hay problema en que ninguno de los dos diga que alguien es atractivo o no, ella es una empresaria como yo y nos amamos sinceramente aun después de casi trece años – le hace un guiño — trata de convencer a papá de que en serio tienes novia o tendrás muchos problemas – aconseja con cariño y Damián baja la guardia.

— Es… complicado – se excusa.

— Lo entiendo aunque no lo creas, ser el nieto mayor supone una gran responsabilidad, pero enamorarse no es tan malo te lo aseguro – Damián lo mira como si estuviese loco —, créeme que el sexo sin sentimientos dejará un gran vacío en algún momento de tu vida y puede que pierdas la oportunidad de encontrar la correcta – señala a Lea con la cabeza, la carcajada de Damián se escucha en todo el jardín.

— Nunca has dejado de ser un ridículo Harold, pero descuida me sigues cayendo mejor que Albert – palmea su hombro y camina delante de él — ¡Lea, querida nos vamos!

Ella lo mira con expresión descolocada, no quiere irse ya que no sabe si el casero la dejará entrar porque aún no paga el mes atrasado y ya se cumplió el siguiente. Solo de pensar en ello su cuerpo tiembla y los ojos se le cristalizan.

— ¿Qué pasa cariño? – indaga Paula con preocupación al ver la expresión contrariada de Lea — ¡Damián, no seas brusco con ella! – regaña su tía-cuñada — ¿no ves que está sensible? – Damián pone los ojos en blanco ante las tres miradas recriminatorias.

— ¡Está bien lo siento! – se retracta —. Cariño por favor, prepárate… nos vamos – expresa con voz suave acercándose a ella.

— ¿Tan pronto? – traga con dificultad — ¿no podríamos quedarnos un poco más? – dice con ojos de cachorro y Paula sospecha que no desea ir a su casa.

— ¿Pensé que deseabas irte a casa? – ella niega y abre los ojos para darle a entender algo que él ni se imagina.

— Eso era antes de que llegaran Paula y Harold – le sonríe nerviosa —, ellos son personas con las que sí se puede tratar – le sonríe forzado y él asiente sin entender.

— ¿Entonces qué haremos? – expone sonsacándole información — ¿irnos con Harold y Paula? – ella abre la boca y la cierra de nuevo.

— ¡Claro vamos! – Paula ríe aplaudiendo alegre — ¿no hay problema verdad amor? – Harold alza las cejas, pero es incapaz de decirle que no a su mujer.




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