El resto del viaje se hizo en un silencio casi escabroso, Damián no deja de pensar en el error que evidentemente ha cometido con Lea ya que… las relaciones que comienzan con acostones nunca tienen futuro y aunque el único futuro que él visualiza es el de ser un interesante y atractivo divorciado que rompa bragas solo con mirar, sonreír o tal vez con su porte, debe resignarse a que ella es la mejor opción que tiene. El solo hecho de pensar en Gretta como su esposa le hace doler la úlcera que ni siquiera tiene.
El camino es algo largo considerando que Brooklyn es uno de los sectores más retirados del centro de la isla y aunque el trayecto es de una hora aproximadamente a él prácticamente se le hace eterno el paso del puente, no desea dejarla sola en ese apartamento que, aunque es su logro – y la admira por eso –, su futura esposa no puede estar al otro lado de donde él vive.
¡Se retracta enseguida!
No piensa de forma coherente y menos al ver que la pierna de ella sale de la abertura que tiene el vestido al lado izquierdo y del que piensa no fue buena idea comprar.
— Es justo ahí – señala ella con un dejo de resignación que no entiende para nada — ¡gracias por traerme! – lo despacha, pero Damián no tiene intención de dejarla subir sola.
— Te acompaño – necesita ver de qué manera vive.
— ¡No! – chilla y él retira el rostro de manera cautelosa —. Quiero decir… no hace falta – sonríe y corrobora que miente, no sabe en qué, pero no desea que él suba con ella — tu eres un hombre rico y puedes…
— Voy a subir contigo Lea, no me importa que no quieras…
Baja del auto acomodando los puños de la camisa mientras ella muere de nervios al saber de la escena que le va a montar el encargado del edificio. Debe un mes de renta y el que va corriendo que se termina precisamente hoy. Damián abre la puerta del copiloto, ayuda a Lea a salir y su aroma a flores silvestres lo azota.
— No es necesario – le sonríe y capta su nerviosismo.
— Soy tu novio Lea además de: - se acerca a su oído y le habla sensualmente — un caballero que no dejará de lado la oportunidad de demostrarlo, te voy a cuidar. Por si no lo notaste: es tarde – ella se gira y lo empuja mirándolo como si fuese loco.
— Se me defender… gracias – arruga las cejas ante el exabrupto aunque lo entendió perfectamente, se resigna al ver su renuencia, se adelanta y él la sigue de cerca.
Ingresa al pequeño lobi encontrarse al hijo del encargado quien la mira como si fuese algo dulce y delicioso, a Damián no le pasa por alto la insolencia del tipejo.
— ¡Lea querida! – ella lo mira de arriba a abajo sin comprender sus palabras — no creo que sea buena idea traer a tus clientes aquí debiendo dos meses de renta – el puño de ella se estrella contra su cara.
A Damián no le da tiempo a reaccionar cuando ella ya tiene una silla en la mano y la estrella contra la cabeza del infeliz que llora como un bebé. El revuelo aumenta cuando la madre del joven llega a quererla agredir y la golpea también.
— ¡Lea por Dios! – la atrapa por la cintura, arrebata la silla de sus manos — ¿qué demonios tienes con las sillas? – la sostiene con fuerza.
— Ese desgraciado me llamó puta y ¿esperabas que no reaccionara? – grita ella con rabia pataleando.
— Yo habría reaccionado golpeándolo también, pero yo soy hombre y tu una dama…
— ¡Y una puta mierda! – lo empuja — ¡a mí nadie me mangonea! ¿te quedó claro?
Y la cosa se puso peor cuando llegó el caballero encargado del edificio, este la acusó de intento de asesinato además de robo y disturbios. Ella le brinca encima y Damián la retiene.
— Caballero creo que podemos arreglar las cosas por la paz – le sonríe encantador un Damián cagado de miedo por el barrio donde se encuentran y las agresiones de parte de su “loca novia”.
— ¿Y usted es? – el hombre lo mira con interés.
— Damián Del Toro señor y soy el novio de Lea – mira de nuevo su rostro y reconoce el apellido.
— ¿Usted es un Del Toro? – Damián asiente firmemente — ¿y es novio de esta chica que es un verdadero problema? – expresa el hombre sin faltar el respeto.
Damián reconoce en el tipo una persona justa (o por lo menos lo cree) ya que no ha insultado ni humillado a Lea y eso en serio lo esperaba luego del desastre.
— Sí señor, lo soy y con gusto me ofrezco a pagar lo que ha roto mi novia-problema – ella lo mira mal, pero lo que Damián quiere evitar es a la policía y la prensa — si usted está de acuerdo por supuesto – explica con sutileza.
— ¿Y de qué exactamente estamos hablando? – inquiere el hombre con evidente malicia — porque la señorita Lea debe tres meses de renta y el que está corriendo y termina hoy, además de los daños al inmueble y a mi hijo y esposa – abre las manos mostrando el desastre — ¿cuánto se encuentra dispuesto a pagar señor Del Toro? – sonríe como un demonio.
— ¡Qué desgraciado! – Damián tapa la boca de su novia y mira directo a los ojos del sujeto que sabe… miente al respecto.
— Lo que sea necesario – imagina con tristeza que sus ahorros salen volando con unas alas blancas y casi gime — ponga usted el precio, pero antes debo decirle que: – se acerca a él para susurrarle al oído — mi familia es una de las más influyentes en este país y su hijo ofendió a mi novia en mi presencia y ella se defendió, lo puedo hundir en cualquier hoyo y ni siquiera lo encontrarían – el hombre endereza el torso y Damián sonríe solo con los labios.
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Editado: 03.02.2025