Damián baja la escalera en modo zombi, necesita desesperadamente café fuerte y azucarado para volver a ser persona ya que cierta pequeña loquita no lo ha dejado dormir en toda la noche. No solo la soñó sino que al cerrar los ojos lo único que veía era su pierna fuera del vestido y la casi inexistente noche de sexo que tuvieron aquel día.
¿Será posible que haya olvidado la mitad de lo que hizo?
La confusión lo agobia y más cuando no es parte de su costumbre analizar situaciones sin importancia. Escucha las voces de su madre y abuelo y pone los ojos en blanco porque puede sin problema alguno adivinar que es él el tema de conversación.
— ¿En serio crees que ese noviazgo es verdadero? – Mauricio se encoge de hombros ante el comentario exigente de su hija.
— Mariah, realmente no me importa si se casa con amor o porque piensa que soy un fastidioso – responde sin tacto Don Mauricio Del Toro — lo que me interesa es que tenga una familia para que en el momento que quede al frente de la empresa familiar tenga la credibilidad necesaria para que los inversionistas confíen en él ya que con su prontuario deja mucho que desear – resopla enfadado y Damián ni siquiera se halla en el comedor — ¡me importa un bledo si la ama! Lo que necesito es que se case y tenga hijos para asegurar el futuro de la familia… punto – termina con toda la arrogancia que caracteriza a los Del Toro.
— Pero por lo menos si va a casarse sin amor debería ser con…
— ¡Buen día familia! – sonríe tan falso que casi se espanta — me alegra ser el tema de plática desde las… - mira su fino reloj — siete con veinticinco de la mañana – toma asiento en su lugar de siempre en la punta opuesta a la de su abuelo y frente a él — Eva querida – llama la atención de la criada — ¿me traerías un café muy cargado y con azúcar?
— Cariño no deberías consumir azúcar tan temprano, eso podría afectar tu…
— ¡Vaya madre! – abre mucho los ojos y la mujer coloca la palma de su mano derecha en el pecho — ¿pensé que solo te preocupaba el que me casara con Gretta? – expresa caustico — ¿en serio te preocupa mi salud o es puro teatro para que obedezca a tus mandatos?
— ¿Pero qué ridiculez es esa Damián? – regaña Mariah — siempre me he preocupado por ti, pero al parecer eres tan desagradecido como todos los hombres…
— ¡Ja, repítelo aunque sea para que tú misma lo creas! – prácticamente grita.
— ¡No seas grosero Damián Del Toro! Yo solo quiero lo mejor para ti – devuelve en el mismo tono su madre como si fuese su hermana mayor.
— ¿O lo más conveniente? – Mariah queda sin palabras por un momento.
Damián la mira enfadado, tiene sueño y cansancio. Pero el cansancio es diferente, le molesta tener que ser parte de los arreglos que su familia continuamente fabrica para que las cosas salgan bien, él solo desea que lo dejen en paz. Necesita respirar y acomodar sus opciones, también ordenar sus prioridades que por ahora llevan nombre y apellido. El café llega para sosegarlo, su abuelo se aclara la garganta para explicar unas cuantas cosas que por cierto: no le interesan.
— Damián, hijo – lo mira a esos ojos idénticos a los suyos que aunque lo retan todo el tiempo reflejan amor hacia él — sabes perfectamente que tú eres mi sucesor – asiente sin comprender.
— Ya lo acepté ¿sabes? – el hombre mayor alza las cejas en un signo claro de confusión — el ser tu sucesor abuelo, no lo entiendo aun, pero lo acepto – Mauricio respira profundamente y su mirada se suaviza hasta el punto de que se cristaliza —. Siempre me he preguntado por qué tus hijos, es decir los reales – levanta la mano hacia el hombre que desea interrumpir — no aceptan lo que me estas entregando a mi, ese peso que lanzas sobre mis hombros – una lágrima furtiva corre por la mejilla de Mariah del Toro.
— ¿Quieres saberlo? – el joven asiente — entonces desayunemos y acompáñame al despacho para contarte una historia – respira profundo y picotea de su plato para apurar el desayuno.
***
Lea se estira en la gran cama y aunque concilió el sueño casi a las cuatro de la mañana su ánimo se encuentra bastante mejor. Hoy piensa en lo afortunada que ha sido en aceptar la proposición de ese desconocido que ahora es…
¿Qué es Damián Del Toro para ella?
¿Un amigo? No lo cree.
¿Novio? Definitivamente… no.
¿Un Sugar Daddy? Mucho menos ya que no ha recibido aún el Millón de dólares que le ofreció y que en algún momento debería cobrarle. Sin embargo le va el apodo ya que es bastante mayorcito.
Sonríe cómplice al único espejo que ha encontrado precisamente en el baño del ático, aun cuando se siente una intrusa se dice a sí misma que podría acostumbrarse al lujo y la comodidad que un matrimonio con él le daría. Llegan a su mente flashes de su tórrida noche sexo con él y su cabeza da vueltas al recordarlo completamente desnudo.
— ¡Dios Santo es… es enorme! – es en lo único que piensa al no poder sacar de sus pensamiento esa cosa que parece un mástil — ¡Jesús bendito! Soy una pecadora, pero eso… ayayay – rompe en carcajadas hasta que escucha su teléfono repicar.
Hace lo propio lavándose y limpiando sus dientes para dirigirse a la cocina y calentar unos trozos de pizza que quedaron de la noche anterior. Observa la llamada perdida y la devuelve de inmediato ya que es su madre quien llama.
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Editado: 03.02.2025