— ¡Lea cálmate! – le dice un Damián completamente confundido por la información que Lea le acaba de proporcionar — ¿estás segura de que dijo Gretta?
— ¿Qué si estoy segura? – ya su tono no es de susto sino de enojo — ¡¿qué si estoy segura?! – Damián aparta el teléfono de su oído — ¡pues claro que estoy segura Damián! ¿por quién coño me tomas?
Su abuelo alza las cejas en una pregunta tácita y él solo resopla negando hacia él. No es de mucho pensar, pero esto sí que le causa una muy mala impresión.
¿Qué gana Gretta con enviar dinero a Málaga?
— ¡No grites, no seas grosera! – escucha el resoplido inconforme de la chica — voy para allá, por lo pronto no hagas nada por favor… solo espérame – mira a Mauricio — lo siento abuelo, pero creo que la conversación tendrá que esperar un poco – el hombre mayor asiente — espero que no te importe – le sonríe paternalmente.
— Descuida hijo, cualquier momento es bueno para saber verdades y secretos – arruga la frente y Mauricio admira el gesto reconociéndose perfectamente en el — atiende a esa preciosa chica y por favor… fijen fecha para la boda – recuerda.
— ¡Sí, sí lo sé la boda! – camina hacia la puerta del despacho — no sé cuando vuelva, creo que por la histeria de esa loca mujer no será pronto ¿eso repercutirá en mi sueldo este mes? – el hombre se carcajea y Damián lo mira con ojos entrecerrados.
— Ya las cosas cambiaron hijo, ahora te debes a tu novia loca o no, a la boda y a tomar posesión de lo que por heredad te pertenece – Damián pone los ojos en blanco ante el drama.
— ¿Eso quiere decir que tengo acceso a mis cuentas? – lentamente una sonrisa que amenaza con partir su ¿rostro se desliza en sus gruesos y perfectos labios cuando su abuela afirma con la cabeza.
— Pero en una semana quiero el compromiso Damián – informa y este se irgue como si fuese un listón de madera — premura con la fecha de la boda por favor – ahora es él quien afirma con la cabeza y sale de esa oficina que lo estaba asfixiando por la presión ejercida.
En el camino se encuentra con su madre, ella se levanta como impulsada por un resorte impidiéndole el paso, se detiene y respira profundo.
— Querido quiero que sepas…
— ¡Ahora no madre por favor! – la detiene — tengo algo urgente con Lea – la mujer no entiende y lo demuestra en un gesto — ¿qué? Ya sabes Lea Ferrero mi novia…
— Entonces ¿no hablaste con mi padre? – niega.
— Lea llamó mamá tiene una urgencia – dice exasperado, necesita salir de inmediato de esa cárcel.
— ¡Oh, entiendo! – es lo único que dice y se aparta permitiéndole el paso.
— ¡Gracias mamá, nos vemos luego! – la besa en la frente y sale del sitio donde no quiere estar y del que han surgido todos sus problemas.
Llama la atención del guardia para que traiga un auto y poder trasladarse hasta su ático sin tener que conducir. Ahora puede pensar un poco acerca de lo que dijo Lea.
***
La encuentra dando vueltas con las manos en la cabeza al pisar el rellano cuando las puertas del ascensor se abren. No puede evitar que los ojos se le vayan detrás de su fabuloso trasero embutido en ese pantaloncillo de pijama que lleva puesto. Ella se percata de su presencia y salta a sus brazos rompiendo en llanto.
Damián lucha contra el deseo tortuoso de besarla y hacerla suya, pero ella con sus sollozos y su preciosa nariz colorada no se lo pone fácil. La aprieta contra su pecho haciéndole sentir su corazón loco por salirse de su cautiverio, ella lo abraza por el cuello, vulnerable y sumisa por un momento en que sus ojos se encuentran.
La vista de él va desde sus boca hinchada por el llanto hasta sus preciosos ojos color miel y ella, se detiene con la mirada por más tiempo del debido en su boca de labios gruesos y bien delineados pasando la lengua por sus propios labios resecos hasta que ninguno es capaz de contenerse y se funden en un beso deliciosamente necesitado, lujurioso y deseoso de tener mucho más de ello.
Son un cúmulo de emociones difícil de contener desde manos que se deslizan por sus cuerpos hasta gemidos locamente sensuales pidiendo a gritos sacarse la ropa de encima. Damián camina hacia adelante con Lea aun abrazada fuertemente, su ávida lengua explorando y reconociendo ese exquisito lugar que se ha prohibido, pero que no desea abandonar. Ella se deja hacer seducida completamente por esa fuerza que la sumerge en un halo placentero de libidinoso e imponente deseo.
Caen en el sillón de dos plazas, ella recostada y él sobre ese delicioso cuerpo suave y blando que se acopla extraordinariamente bien al suyo, la situación se caldea de tal manera que las manos de Damián se deslizan debajo de la camisilla de Lea quien gime sin dejar de buscar más fricción restregando sus pechos de manera impúdica contra el torso masculino logrando que su perfecta boca salga un gruñido de pasión lujuriosa. Ella insiste necesitada de ese roce para experimentar nuevas sensaciones ya que en su vida de novia con su ex todo era inmensamente soso y… sin vida.
Sin embargo con lo a gusto que se siente, en un ramalazo de lucidez y con los labios de Damián entre sus pechos ya desnudos, grita.
— ¡No, no por favor! – el hombre se detiene de súbito e inmediatamente la deja.
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Editado: 03.02.2025