Lea observa a Damián con las cejas arrugadas, ni siquiera está interesada en saber de que habla ya que está furiosa con él porque no respeta el convenio, hasta donde ella sabe tienen un acuerdo y aunque no han discutido las clausulas deduce que por lo menos debe haber un poco de respeto.
— ¡Está bien, lo siento! – expone con gesto disimulado para que Lea no note que se ha puesto en evidencia —. Creo que ya estamos sobre la hora – le sonríe con nerviosismo.
— Claro, vamos – intenta tomarla de la mano — ¡no! Idiota, no me toques – sonríe para sus adentros descubriendo que si esta celosa es porque le ha afectado su comportamiento vengativo y visceral.
— ¿Esa rabia son celos querida Lea? – la provoca y ella gruñe.
— No me siento en condiciones de responderte porque en el momento que me ofreciste esto ¡lo que sea que fuese! – grita y todos alrededor los miran, no puede evitar sonreír orgulloso —. Habría un poco de respeto entre nosotros por lo menos – manotea la enorme mano que intenta atraparla.
Puede que no sea el hombre más ducho en emociones, pero ella tiene toda la razón y ahora debe cargar con la responsabilidad de que se sienta ofendida, una vez más le quiere gritar a la cara arrugada de su abuelo que es un hijo de puta por hacerle esto.
— Tienes razón, debemos hablar de esto – los señala a ambos y la dirige hacia el estacionamiento para que ingrese al Mayback y dejar de sentirse incomodo, territorial y troglodita porque atrapa miradas por doquier —, propongo que sea esta noche en una cena ¿te parece? – ofrece para alivianar su malestar y el propio mientras rodea el auto para entrar por la otra puerta.
— ¿Esta noche? – asiente mientras abre él mismo la puerta del vehículo para disfrutar del trozo de piel que se deja ver por debajo del vestido ¡Uf! —. Quería acomodar mis cosas y comenzar a habituarme a mi nuevo apartamento si no te importa – dice aun de mala gana, pero más nerviosa que molesta.
Estar cerca de él supone una terrible idea y una tentación a la que no se acostumbra y si se da la oportunidad de besarse de nuevo caerá en sus redes, en su cama o en la de ella.
¡Y prefiere llevar la cosa con calma!
— ¡Cierto! – afirma casual mente pensando en evitar las consecuencias —. Podemos almorzar mañana, es decir en público para que nos vean juntos ya que hoy se anunciará la fiesta de compromiso para este sábado – al parecer se acerca demasiado y su aliento tibio baña la oreja femenina causando estragos en su cuerpo.
“Respira Lea, respira”, se dice a si misma tratando de controlar los latidos de su corazón que viaja a mil.
— Me parece bien – dice sin aliento.
Incapaz de decir una palabra más por lo agitada que se encuentra, se dedica a jugar con su celular. Damián interpreta su silencio como venganza por lo tonto que ha sido y se se mantiene enfurruñado en su lado del asiento.
— ¡Jefe, hemos llegado! – el chofer hace lo propio y Damián aprovecha el baño de flashes para acercarse a Lea.
— Todo va a estar bien, no te preocupes – ella lo mira con las mejillas calientes — sonríe para que sea real – pero en el momento que lo hace él no resiste y besa sus labios dulcemente.
Lea se sorprende y sin siquiera decodificar lo que sucede responde al beso, momento en el cual los periodistas enloquecen y no solo lanzan mil preguntas sino que son fotografiados para aparecer en primera plana como la pareja del año.
…
Al ingresar al establecimiento pomposo y lleno de personas igual de distinguidas, elegantes y desabridas – según la percepción de Lea – se encuentra con caras conocidas, unas sonrientes, otras no tan sonrientes, curiosas y molestas, pero una en particular la mira sorprendida de arriba abajo detallándola como buscando algo que definitivamente no encuentra. Se siente un poco incómoda por la atención ya que nunca ha sido de llamarla y menos pavonearse con el vestido costoso y el arreglo en el cabello que tanta rabia le costó guardar.
Continuando con la pantomima que desde el principio le ha parecido esto, sonríe tal y como le sugirió su novio hace unos momentos para que sea – y más aún, se vea – real. Levanta la mano derecha saludando a todos y dejando la izquierda sobre su pecho según lo aprendido por medio un tutorial de protocolo y buenos modales en Google justo esta mañana mientras esperaba que le sacaran el rosa del cabello. Su ahora exquisito peinado cae en ondas en la espalda casi hasta la cintura y alrededor de los hombros lo que causa sensación en la mesa, obviamente responde con una leve sonrisa a los halagos y disfruta de la reacción totalmente desfavorable de una Gratta furiosa ya que ha sido ella la autora intelectual del desastre en la rebelde cabellera de Lea.
“Sin embargo debo darle crédito porque de no haber sido de ese modo, nunca lo habría arreglado tan bien, pero que se joda porque ni crea que le daré el gusto”, piensa entre la sonrisa de amargura y el despliegue de tonterías que ve de parte de las personas presentes solo porque es la novia de Damián.
— ¡Lea! – escucha una voz conocida y le regala una sonrisa genuina a Paula que sí la merece — ¡por acá! – le indica el par de lugares vacíos a su lado.
Damián hace lo propio tomándola del brazo para trasladarla a la silla y ayudarla a tomar asiento, a ella le arde la piel ahí donde él la toca, comienza a temblar nerviosa porque sabe en cualquier momento va a hacer algo indebido. El hombre lo nota, gira el cuerpo femenino apresándolo entre sus fuertes brazos y baja la cara de nuevo dando el espectáculo para los presentes, el beso es rápido apenas un roce, pero la tranquiliza el gesto tierno y delicado de llevar la frente a tocar la de ella, su sonrisa no es de las que le hacen temblar las piernas sino más bien conciliadora, un tranquilizante para su corazón que late furioso ante la incertidumbre de lo que trae este momento…
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Editado: 03.02.2025