Los sollozos de Lea llenan la sala del ático que le compró Damián y donde se encuentra completamente sola.
Los acontecimientos del día anterior la azotan como si fuera un látigo entrelazando los más profundos sentimientos entorno a la tristeza que siente porque él terminó con una relación que apenas comenzaba y que está segura de que también Damián consideraba como algo posible, pero ahora teme por su futuro que se le hace incierto sin él.
Damián…
Piensa que todo lo vivido junto a él – aunque fue poco – tiene significado, sobre todo sus últimas palabras en el restaurante defendiéndola de Gretta, no entiende su reacción ya que tendría que ser ella la molesta por el video que llegó a su móvil de él haciendo eso… con esa mujer desagradable y mala.
— ¿Cómo pudo relacionarse con ella si me dijo que…? – piensa un poco arrugando el entrecejo — ¿qué dijo, Lea? – resopla con enojo —. Nunca dijo nada o no recuerdo si lo dijo, pero no importa – cierra los ojos resignada — él escogió abandonarme a mi suerte, entonces no tengo que pensar en lo que pudo ser aun cuando dijo que le habría gustado intentarlo – llora sin parar.
Se sumerge en una tristeza que le cala los hueso, pero aun así no desea levantarse del sillón para ir a la recamara. Por alguna razón piensa que en cualquier momento la llamará y debe estar atenta al teléfono.
¡El teléfono que no regresó con ella!
Y el mismo que no sabe donde está, la última vez estaba en las manos de Damián ya que se lo estrelló en el pecho mostrándole el video que la hizo rabiar, luego salieron del restaurante y él la envió a casa, pero el teléfono nunca lo tuvo de nuevo en las manos. Salta del sillón hacia la mesa del comedor donde lanzó la bolsa, saca absolutamente todo para corroborar sus sospechas. Coloca la mano en la frente y sus lágrimas empiezan a correr por su rostro.
Necesita recuperar el teléfono porque es la única vía de comunicación que tiene con sus tesoros. Suspira. Ellas están con la tía de él.
¡Qué lío!
No para de llorar, se siente sola y desamparada sin él. Pero de pronto se da cuenta que sus pensamientos son un absurdo pese a que Damián Del Toro ha sido un compañero – que la hace rabiar y lo quiere estrangular a veces –, ella llegó a este país con un propósito y no va a dejarlo de lado solo porque a un hombre le dio la gana de echarla de su vida.
Bueno, a dos hombres en realidad.
Pese a eso no tiene intención de dejarse ganar por la tristeza además ¡tiene un millón de dólares! Con eso puede hacer muchas cosas por mucho tiempo, lo primero es no pensar en ella sino en sus tesoros y de ese modo entretenerse para no llorar de soledad y tristeza. Lea siempre ha sido una persona fuerte, pero en este momento no puede negar que Damián Del Toro la ha ablandado al punto de llorar toda una tarde y parte de la noche, el pobre sillón recibió toda su descarga de sufrimiento, pero ya se acabó… debe continuar con su vida sea lo difícil que sea.
— Debo… – solloza aun cuando se gira dirigiéndose a la cocina —. Necesito un café muy cargado y con azúcar para sentarme a pensar en lo que debo anticipar y la prioridad son mis tesoros - se dice a sí misma mientras prepara el café junto con el desayuno.
Ni siquiera logra tocar la comida, apenas prueba el café consciente de que si lo ingiere totalmente va a devolverlo. Cubre su rostro con las manos totalmente frustrada ya que al lado de ese hombre tenía un plan elaborado aunque no fuese algo formal en cambio ahora no tiene nada; solo un millón de dólares efímeramente mostrados en una promesa antes de hacerla entrar al auto que la trajo a este lugar que ahora ve como una jaula y aunque le agrada y es hermoso…
Necesita salir, tomar aire fresco y llorar, pensar e incluso meditar en lo que desea hacer más adelante o hablar con alguien desconocido acerca de su infortunio para sentirse si bien no mejor… más relajara y poder reflexionar en las acciones que tomará de ahora en adelante.
Sola.
Baja en el suntuoso ascensor del edificio hasta salir a la calle, respira profundo el aire aun fresco de esa mañana de junio cuando aún no termina la primavera. Lea escucha el canto de los pájaros y las hojas casi amarillas de los árboles y por alguna razón desconocida piensa que su vida se está tornado fría y desolada.
¿Cómo puede pensar de ese modo si hace unos meses tenía una pareja?
Inestable y disfuncional, pero la tenía. Restriega su rostro con rabia.
— ¡Yo tengo una vida! – grita molesta con la confusión que siente.
Se queda mirando los aparadores, el ático está muy bien ubicado ya que solo ha caminado unos metros y se encuentra en el centro de Manhattan, el ruido y la aglomeración de las personas que parecen zombis yendo de un extremo al otro sin siquiera saludar la distraen por un momento sopesando la posibilidad de quedarse con el inmueble y rehacer su vida sin pensar tanto en… él.
Pero sus ojos se anegan de nuevo y decide salir a caminar independientemente de donde la lleven sus pies porque acaba de decidir que de ninguna manera se dejará aminorar por la situación, es una persona perfectamente capaz de manejarse en esa y otra realidad que le toque ya que es inmigrante y no solo una sino ¡dos veces!
Sonríe ante sus propios pensamientos mientras camina. Observa todo a su alrededor y se va relajando poco a poco; respira profundo, cuadra los hombros, camina derecha y su pensamiento inicial es buscar un empleo.
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Editado: 03.02.2025