Una Propuesta Millonaria

Capítulo 35. Salvada ¿O no?

— ¡Disculpe! – una mujer mayor, pero elegante y mal encarada llama su atención —. Nos reservamos el derecho de admisión de personas como usted – trata de entender a la mujer, pero el entumecimiento de su cabeza se lo impide, voltea de nuevo y ve el hombre acercarse.

— Perdón ¿me podría repetir? – toma la mujer de los brazos y la coloca delante para evitar ser vista — es que mi ingles no es tan bueno.

— Debe irse de aquí – le dice la mujer acercándose a su rostro.

— Escuche señora – responde en guardia con voz amenazadora — si no quiere que aquel florero precioso caiga al piso pisado – la mujer ladea la cabeza sin entender —. Lo que sea, necesito el baño y usted me lo va a prestar si no quiere un escándalo – expone decidida a hacer lo que sea por salvarse del acosador que ya está cerca.

— Al fondo – claudica la mujer al entender lo que le dice — apresúrese, no quiero que la vean en esas fachas – se mira el traje de deporte con las zapatillas desgastadas una de color azul y la otra gris.

Cierra los ojos negando porque ni siquiera se percató de ello.

— Gracias – le sonríe.

La mujer simplemente se da la vuelta dejándola al descubierto, pero su acosador no la ve y aprovecha para escurrirse hasta los aseos. Echa un vistazo a la cocina y ve a su amiga, levanta la mano cuando sus ojos conectan, pero la chica no hace ningún gesto de saludarla, mira hacia atrás y no ve a nadie. Saluda de nuevo para darse cuenta que esta la ignora por segunda vez y su corazón se rompe.

— Definitivamente estoy sola en esta mierda – se dice a si misma con voz rota.

Se dirige a los aseos con su atuendo inadecuado y sus zapatillas de diferente color encogiéndose de hombros y pensando que se quedará ahí dentro hasta que logre perder al hombre que en definitiva no solo la acosa sino que quiere llevársela a quizás donde y ella no tiene intención de irse con nadie. Toca la puerta y esta se abre dejando ver a una bella mujer vestida elegantemente y que la mira como a una indigente, tal como se ve.

“Y como me siento”, piensa con expresión de dolor.

Pero levanta la barbilla para que la odiosa mujer se percate de que no se dejará amilanar por ninguna Barbie bella, esbelta y alta.

Entra al baño cuando la mujer se digna a salir y se encierra en el cubículo no solo a satisfacer sus necesidades sino para escapar y descansar un poco ya que sus pies se resienten doloridos por la carrera y su estómago gruñe protestando de hambre.

— Todo el tiempo es lo mismo en este restaurante, dejan pasar a la gentuza y les prestan colaboración además…

— No seas tan dura con las personas de bajos recursos, después de todo son personas como tú y como yo, también merecen respeto – una risa escabrosa le para el vello.

No puede evitar escuchar la conversación de ambas mujeres y aunque una de las voces le suena familiar no la reconoce.

— ¡Uf! Tu eres demasiado buena, mujer – escucha cuando la puerta se cierra.

Siente alivio, pero tocan la puerta y muere de miedo, cuando la abre dispuesta a golpear a quienquiera que sea la ve:

— ¿Paula?

— ¿Lea?




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