Una Propuesta Millonaria

Capítulo 40. Caos (parte I)

Lea degusta con emoción los alimentos servidos en la gran mesa del suntuoso restaurante donde se encuentra acompañada de Paula que es más un ángel de la guarda para ella que cualquier cosa, las mujeres a su alrededor la miran como si fuese un extraterrestre ya que ordenó de todo un poco: pollo al queso, salmón ahumado con patatas fritas, carne magra y ensalada césar para acompañarlo todo con un litro de gaseosa.

Dados los acontecimientos del día anterior casi no comió nada y anoche igual que esta mañana solo probó un poco de café muy azucarado. La panza le dolía y sentía mucha debilidad porque su cuerpo ya le estaba pidiendo alimento. una de las mujeres (la que tiene al lado derecho ya que Paula se encuentra mirando el teléfono del lado izquierdo) la exhorta.

— Creo que con todo eso engordarás… querida – Lea levanta la cara del plato con un poco de salsa en los labios —, deberías… comer un poco más balanceado – la mujer le pasa una servilleta con poco más que asco para que se asee la boca.

— ¡Gracias por el consejo! – le sonríe radiante —. Pero ya que más da – se encoge de hombros — ¡soy una gorda!

Todas rompen en risas, Paula las sigue con un dejo de preocupación en la expresión ya que Harold la ha puesto al día con información de última hora respecto a Damián, Gretta y Lea además, le ha dicho que la madre de la rubia se encuentra en la clínica delicada de salud y los medios se encuntran locos con la noticia de que Damián Del Toro es un verdadero “Donjuan jugando para dos partidos”, tiene enfrente una fotografía de Lea y él que pone en un enunciado: “se le nota feliz al heredero Del Toro con la desconocida” y otra al lado que lo expone junto a Gretta: “pero también sale con la ex novia”.

“No se decide el Del Toro”, “¿Qué dirá Mauricio?”, “¿Qué pensaría doña Martha de seguir con vida?”, “¡moriría de nuevo!”.

Todos estos anuncios despectivos y sin un ápice de compasión se han hecho virales en todos los medios dándole un golpe bajo a la familia Del Toro ajena por generaciones a estos escándalos amarillistas y de poca monta.

Pero ahora se ha formado un escándalo y el caos que se asoma los afectará a ellos, pero también a la pequeña chica que permanece ajena a todo y eso en realidad le preocupa mucho más, ella va a sufrir no solo porque será señalada sino porque Damián ahora debe casarse con esa mujer odiosa para acallar el eco de las malas lenguas sin embargo Paula se ha adjudicado la tarea de cuidar de Lea y evitará lo más posible que sufra aunque sabe que una pena del corazón es difícil de curar…

***

Del otro lado del restaurante un hombre mira fijamente a la joven que come como cerdo en la mesa de las mujeres finas y delicadas, ese es el objeto de su interés y ya sabe como la abordará para llevársela consigo y encerrarla en su apartamento. Se disculpa con la hermosa mujer que acompaña para dirigirse a los aseos y ella acepta con una sonrisa sin dejar de ataviarlo con una mirada lobuna.

— ¡Uf, comí como cerdito! – levsnta un hombro a modo de disculpa y mira a Paula quien sonríe asombrada — espero me disculpes es que llevaba mucho sin probar alimento – ella sacude la mano sin ponerle más atención de lo debido —. Creo que debo ir al baño, con permiso – se levanta y descubre una mancha de salsa en su camiseta.

Se disculpa de nuevo y Paula le hace una seña para que siga. Va mirando la mancha pensando como la quitará en el baño cuando tropieza con un cuerpo duro.

— ¡Hola cariño! – su rostro palidece bajo la mirada incisiva del hombre malo al cual le teme, niega —. No grites – advierte tomándola por los hombros — porque te irá peor, aun no me cobro el dolor de la pantorrilla – la gira para hablarle al oído y ella reacciona.

Lo pisa no solo dañando su fino zapato con la suela del deportivo que lleva puesto sino que lo hace tan fuerte que el hombre gruñe de dolor y suelta un poco el agarre lo que aprovecha ella para golpear su rostro con la cabeza. El sujeto grita de dolor. Lea saca las manos de encima y corre hacia la cocina buscando un sitio donde esconderse.

— Ese hombre quiere secuestrarme… - grita casi sin aliento.

— No le crean, quiso robarme – señala Andrés, ella niega y retrocede.

Un par de tipos quieren atraparla. Pero Lea es mucho más rápida e ingresa en medio de los dos por debajo para evitarlos y tratando de salir de la cocina tumba una cacerola gigante con una salsa gomosa y pegajosa que hace patinar a todos dentro de la misma, uno de los hombres intenta sostenerse de la mesada trayéndose un paño que cubría unas anchoas y termina bañado en esa asquerosa salsa.

El otro gigantón estira una mano para tirar del brazo de Lea y esta lo esquiva precipitándose hacia la despensa donde se encuentra una cantidad irrisoria de especias que caen al piso.

Andrés trata de atraparla pero ella tiene las manos llenas de salsa y se desembaraza del abrazo que pretende darle para retenerla.

— ¡Auxilio! - grita el descarado con la mano en la nariz a un sangrando — ¡es una ladrona quiso robarme la billetera! – repite de nuevo y ella llena de ira le brinca encima golpeándolo con una sartén.

— Eso no es cierto tú quieres llevarme a no sé dónde demonios, pero no lo lograrás – sale de encima de Andrés y corre hacia afuera, se encuentra con su amiga Sara quien llega con el gerente.

— ¡Es esa de ahí señor! - lea La mira y no reconoce a su amiga en la expresión de disgusto que muestra la chica.

— Yo no me quise robar nada ese hombre quiere atraparme y no me voy a dejar – mira a Sara con suficiencia y el hombre levanta una mano para detenerla — ¡Ni se le ocurra ponerme una mano encima! – levanta la sartén para golpearlo a él también.

— ¡Seguridad! – grita el hombre sin dejar de mirarle a los ojos — veamos ahora qué tan valiente eres ladronzuela, ya la policía viene en camino – Lea niega desesperada e intenta salir, pero se encuentra acorralada entre el gerente y Andrés.

— ¿Qué sucede aquí? – una mujer se acerca y ve a Lea, el desastre y al gerente — ¿ya llamaron a la policía?




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