Una Propuesta Millonaria

Capítulo 41. Escándalo

El guardia hace espacio para que los jefes pasen sin ser fotografiados, el túnel improvisado sirve de tapadera para que los paparazzi se confundan ya que esperaban como siempre que Damián saliera dando declaraciones y que su abuelo las desmintiera o en el peor de los casos le siguiera el juego, pero hoy no fue de ese modo razón por la cual los medios se encuentran más atentos a sus movimientos.

Ingresan al vehículo blindado con los vidrios tintados; Mauricio con la rabia bulléndole por dentro al leer en su laptop las vastas noticias de un escándalo en la familia Del Toro y Damián lamentando el error cometido con Gretta y ahora Lea debe pagar las consecuencias de acciones que no son de ella.

— ¿Pero qué es esto? – dice el viejito en voz alta y Damián se acerca — ¿estas son Lea y Paula, verdad? – se miran al mismo tiempo y regresan a la pantalla.

— “El par de mujeres se encuentra detenida en la comisaría por el delito de daños a propiedad privada” ¿qué? – grita Damián — ¿mi cuñada destruyendo un restaurante? – ríe a carcajadas hasta que se encuentra con los ojos furiosos de su abuelo — ¡ay vamos viejo, esto es un vaso de agua fría en este desierto! – se encoge de hombros un Damián risueño pese a la mala cara de su abuelo-padre.

— Tienes razón – sonríe negando con la cabeza —, pero Harold debe saberlo – saca el teléfono y marca el número de su hijo — ¿Harold, hijo? – escucha la portezuela de un auto cerrarse.

— Papa, ahora no es buen momento – escucha un revuelo y un “no me apuntes con esa cámara idiota” —, estoy en la comisaría luego te hablo – y cuelga.

— ¡Ups, creo que ya lo sabe! – refiere Damián — ¡Owen, cambio de planes, a la comisaría! – Mauricio lo mira por el espejo retrovisor y niega en rotundo — ¿qué? – el viejo niega de nuevo — ¿no ayudaremos a Harold? – niega otra vez.

— Estoy seguro que Harold tiene todo controlado, nosotros tenemos cosas que hacer y una de ellas es ir a la clínica a ver de la salud de tu futura suegra aunque no me guste para nada – explica sin siquiera mirarlo.

— ¡Vamos Mauricio! ¿no hablaras en serio? – el hombre toma una respiración furiosa y asiente con expresión casi de dolor — nosotros no somos médicos, dejemos a los profesionales hacer su trabajo y nosotros a otras cosas – reclama como niño chiquito.

— ¿Quieres verla, eh? – Damián asiente con expresión desesperada —. Como se ve que no eres ni por asomo consciente de lo que está sucediendo, todo el mundo está revolucionado por tu revolcón con Gretta y ni siquiera te importa el honor de la familia…

— No lo recuerdo…

— ¡¿Qué?!

— Ni siquiera recuerdo haberme “revolcado” con nadie – Mauricio mira a su retoño confundido completamente — ya sabes, tu cuerpo expresa cuan intenso fue y el mío- niega con la cabeza —. No.recuerdo.una.mierda – recalca cada palabra para que Mauricio lo entienda y este asiente comprendiendo.

Una razón más para investigar si esto es una patraña inventada, no hace mención de nada más salvo que deben ir a la clínica como si fuese un novio devoto.

***

— ¡¿Qué parte de “no puedo salir de aquí”, no comprendes Andrés?! – vocifera Gretta a su cómplice en el ardid con rabia contenida —. Es que definitivamente: si quieres que las cosas salgan a tu medida, entonces debes hacerlas tú misma – dice más para ella que para él aunque la ha escuchado perfectamente.

— No me hables como si fuese un incompetente Gretta Stanford, la chica es una fiera – reprocha el hombre bañado en salsa blanca, especias y golpeado —, creo que olvidaste ese pequeño detalle – ella pone los ojos en blanco.

— ¡No me digas esa mierda, es una maldita enana! – escucha un resoplido del otro lado — ¿qué?

— Da unos guantazos fuertísimos y además sabe de boxeo – no le da crédito a sus palabras, ríe con la mano derecha cubriendo su frente para no llorar.

— Eres un idiota Andrés – ofende y el hombre niega con la cabeza —, no me importa si tienes que desmayarla para meterla en el auto ¡solo hazlo! – grita agradeciendo que se encuentra en el cafetín y no en la habitación de su madre.

— Eso ya no es opción porque están detenidas…

— ¿Quiénes? – estrecha la vista al ver que un médico muy bien parecido con canas en las cienes se acerca a ella.

— Lea y la mujer de Harold, están detenidas: ella por golpear a un reportero y Lea porque yo la acusé de quererme robar la billetera – escucha un ¡doctor! — ¿Gretta? – pero la línea queda en silencio y en unos segundos se corta.

— Señorita Stanford – el hombre sonríe y a ella le brillan los ojos — ¿le importaría acompañarme un momento a la sala de rayos equis? – ella asiente — es solo para que me responda unas preguntas – el hombre sonríe y a ella le parece demasiado indulgente.

— Claro doctor… - mira el rótulo en la bata — Stefano ¿italiano? – niega.

— Mis padres, yo soy estadounidense de nacimiento – le hace un guiño y sus alarmas se encienden diciéndole que algo sucede ya que esa actitud no es un flirteo.

Se dirigen hacia la dichosa oficina y al entrar se encuentran dos médicos más y frente a ella se vislumbran unas radiografías que no entiende para nada. Todos sonríen de igual manera y Gretta ya se siente extraña.

— ¡Hola a todos! – uno de los médicos le parece conocido, pero no sabe de donde — ¿y bien doctor Stefano, que necesita? – el buen doctor le ofrece una silla y ella toma asiento.

— Señorita necesito hablarle de un tema delicado referente a su madre – la rubia asiente ya preocupada — estas radiografías se le hicieron a la Sra. Mildred al quejarse de un dolor intercostal derecha – la mujer traga el nudo en su garganta — y hemos lamentablemente descubierto esta protuberancia entre el páncreas y el hígado – el labio inferior de la chica (no tan chica) tiembla.

— ¿Eso qué quiere decir? – inquiere con la respiración ya entrecortada — ¿eso es malo? – el Dr. Stefano se sienta frente a ella, toma sus manos en un acto de empatía que ella interpreta como lástima y se suelta.




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