El chapoteo del agua y las risas llaman la atención de los recién llegados. Paula y Harold miran sus relojes al mismo tiempo y se miran a la cara, preocupados porque ya pasan las cuatro de la tarde y Tania se esta mojando en la alberca junto a Lea.
— Tranquila cielo, de seguro no pasa nada – asiente a su esposo sin mediar palabra — Lea es un adulto y po ende… responsable – paula cubre su boca pensando en el caos que formó en el restaurante y en la estación de policía, aunque no se comprobara que ella lo inició, ella sabe perfectamente que así fue — bueno, técnicamente es un adulto – mira con las cejas fruncidas la interacción entre las chicas y piensa que parecen de la misma edad y no la de Lea.
— Tienes razón mi amor – acepta una Paula risueña —, si bien Lea no es un “adulto responsable” nosotros tampoco lo somos obligando a crecer a Tania solo porque no queremos una Nana – lo mira con súplica.
— Pero si ahí la tienes, solo debes educarla porque como ya te he dicho – la acerca a él pegando su frente a la de ella —: es un diamante en bruto, solo debemos descubrir en lo que es buena para que lo desarrolle, no quiero a Tania siendo dependiente de ella cuando nos tiene a nosotros – explica.
— Entonces vamos a buscar los trajes de baño para que nos divirtamos como una familia feliz y que nuestra hija no se vea en la obligación de ser dependiente de su Nana Lea – corre hacia dentro y él la sigue de cerca.
Harold y Paula regresan ataviados para entrar a la piscina, ella trae en las manos una cesta con canapés para – según su esposo – picar antes de la cena ya que el agua da hambre. Lea sonríe encantada ante el atuendo de Paula porque se ve hermosa con un traje de baño estilo short cortito y muy pegadito al cuerpo el mismo que esta acompañado de una blusa ajustada en el busto y suelta estilo vestido con el cual se ve sexy y elegante a la vez. Se mira a sí misma con el garabato que trae puesto: un pantaloncillo de deporte y una camiseta de Damián que dejó en su apartamento y que se trajo entre sus pertenencias en venganza por haberla dejado tirada.
— ¡Hola! – Lea levanta la mano distraída con la presencia de los que han llegado —. Por aquí – entonces se ve arrollada por un huracán de ocho años que tiene una fuerza casi elíptica.
Escucha murmullos, pero no le da tiempo a nada ya que su agresora la sumerge rápidamente y ella lucha por no tragar agua para evitar hundirse más de lo necesario. Responde al ataque levantando el cuerpo de Tania y lanzándola al agua bajo la mirada horrorizada de su madre que observa la interacción con preocupación porque jamás había visto a su hija más feliz y risueña, siempre estirada y autosuficiente. Ahora entiende que los niños no dejan de serlo aunque los eduquen en escuelas para señoritas.
Tania solo necesita alguien con quien ser ella misma…
— Estoy embarazada – suelta anestesia —, estoy de siete semanas y al parecer son gemelos – Harold se levanta de la tumbona en la que se encontraba sentado y cae de nuevo en ella sin poder articular palabra.
— Yo… tú… es… - Paula sonríe ante el balbuceo de su esposo que tiene la cara colorada.
— Respira – toma sus manos — vamos Harold, respira por favor – él solo asiente y sonríe enajenado por la belleza de su esposa —. Sé que habíamos decidido que no sería aun…
— Es perfecto – responde con lágrimas en los ojos — ¡es genial, tu y ellos! – señala su vientre — me encanta y te amo, estoy muy feliz – la voz le tiembla.
— ¡Y asustado! – ella sonríe.
— ¡Joder, que estoy cagao de miedo! – levanta la voz, pero con una preciosa sonrisa de dientes blancos y perfectos —. Y estoy donde y con quien deseo estar Paula – ella llora — ¡te amo mi amor! – la besa en los labios y escuchan un ¡uhg, qué asco!
Tania se acerca con la toalla enrollada en su cuerpo dejando ver una expresión de desagrado ante el beso que se dan sus padres, ya que en muy pocas ocasiones muestran afecto entre sí. Solo a ella quien es abrazada, besada y mimada por ambos.
— Dejen eso para otro momento – arruga los labios — ¿eso es queso? – Paula asiente con una sonrisa — ¿puedo comer con salsa? – casi suplica a su padre.
— ¡Claro mi amor! – responde él derretido por su carita de ángel — toma lo que desees – le hace un guiño a Paula y a Lea — ¿y tú lea? – ella se irgue ante su familiaridad — ¿quieres comer algo? – asiente con la cara colorada — toma lo que quieras también – mira todo y se decanta por unos diminutos sándwiches de salmón que saben delicioso.
***
Tres horas después…
— ¡No puedo aceptarlo Paula! – niega una Lea casi ofendida por la amabilidad de su amiga al regalarle una maleta llena de ropa y zapatos — es demasiado ya, necesito aportar algo aquí soy una persona agradecida – Paula niega.
— Pero es que la agradecida soy yo por enseñarme en tan poco tiempo que he estado presionando a mi propia hija haciendo exactamente lo que hicieron conmigo y no es ni por asomo justo para ella – Lea queda mirándola como una tonta — ¿sabes cuanto tiempo tenemos viviendo en esta enorme casa? – niega — siete años y ¿sabes cuantas veces nos hemos divertido en la alberca? – niega — solo una vez ¡hoy! Y fue por ti – los ojos de la hermosa mujer se llenan de lágrimas al ver la sonrisa de Lea — ¡gracias por estar aquí!
— Perdón por desordenarles la vida – niega — ¡oh, claro que si! – rebate ante su negativa — el restaurante, la estación de policía ¡te encarcelaron por mi culpa! – Paula se carcajea recordando todo lo que se divirtió incluso al ver la expresión de terror de su esposo al ir a rescatarla.
— Nada de disculpas tesoro – regaña con cariño —, yo particularmente me siento encantada de que estés en nuestras vidas y más ahora que… - toma una respiración profunda percatándose de que si tiene miedo — estoy embarazada, te necesito aquí conmigo – Lea abre los ojos y la boca.
— ¡Ay Dios es maravilloso! – se abrazan —. Tania flipará al saber que va a tener un hermanito – Paula se carcajea.
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Editado: 06.03.2025