— ¡Coño Damián eso sí es una verdadera complicación que la muchacha esté en peligro! – exclama el hombre asombrado por la situación — dime por lo menos que la están tratando o que le dan vida por lo menos - hace cuestionamientos que ni siquiera a él le gustan, pero que son necesarios para poderlo ayudar.
— Si bueno, ella está recluida en un hospital de la zona bastante competente, sin embargo hemos querido trasladarla a la clínica de la familia y los médicos no lo ven como una opción viable ya que deben mantenerla en un coma inducido para que su cerebro se regenere cuando se desinflame - Sebastián se levanta con ojos muy abiertos en una actitud bastante inquietante totalmente empático con Damián.
— ¿Y qué más dicen al respecto? - disfraza la pregunta para no ser tan obvio.
— Han dicho que en diez días despertará, pero no hay seguridad de nada o por lo menos la expresión de uno de los médicos me causó esa impresión – lucha infructuosamente para sostener las lágrimas — todo esto es mi culpa – gime tomando del vaso que rellena por tercera vez su tío.
A cada momento se siente peor, no sabe si llevarse a la familia de Lea sea buena idea porque al verla así su madre puede experimentar una recaída. Y entonces sí se complicarán las cosas.
— Entonces de ahí tienes que tomar fuerza, de esos diez días que te prometieron. Las cosas nunca son fáciles en la vida Damián, no solo se debe luchar sino que se debe aceptar ciertas jugadas del destino – expresa paternalmente un Sebastián completamente afectado por la situación.
— En el momento que supe que estaba embarazada todo se volvió un caos en mi vida en mi mente ¿Sabes? No me lo creía yo siendo un padre, el miedo me arrastró por el piso y no sabía qué pensar o hacer – las cejas de Sebastián se alzan al cielo ante la ignorancia de esa nueva información —, pero al ver como Gretta se llevaba todas mis ilusiones con respecto a Lea, de pronto me sentí perdido, como si nada en la vida tuviese sentido sin ella - observa directamente a los ojos al hombre que lo mira de manera paternal y con un afecto infinito — ¿Eso es el amor tío? – asiente con los labios apretados — porque particularmente siento que la vida me está cobrando algo que ni siquiera tengo la remota idea de lo que es – el hombre mayor baja la cabeza niega y sonríe.
— La mayoría de las veces Damián, lo que creemos que es un karma, es simplemente las consecuencias de nuestros propios actos, nada es eterno en este mundo querido sobrino y la juventud es lo primero que se te escapa de las manos sino la vives como debería ser – Damián arruga las cejas comprendiendo perfectamente que echó por la borda los últimos años de su vida — y que sepa tú no has sido tan responsable últimamente…
— ¡Gracias! – Sebastián alza de nuevo las cejas en una pregunta tacita ya que realmente no entiende sus palabras — por suavizar el hecho de que he sido un verdadero desastre, irresponsable y falto de respeto hacia mis deberes como heredero universal de la Casa Del Toro.
— Responsabilidad que por supuesto pienso que le corresponde a tus hermanos y no a ti, Martha Elena lo único que hizo en la vida fue fastidiar a los que por alguna razón debía amar y respetar – resopla enfadado.
— ¡Carajo Yo pensé que tú eras de los que menos la cuestionaba! – niega con una carcajada amarga.
— El que haya sido un poco más inteligente que ella y me haya quedado con la boca callada, no quiere decir que estaba de acuerdo con ella – Damián asiente — aprendí que todo aquel que le llevara la contraria a esa mujer perdería algo amado, y yo no estaba dispuesto a perder a Corina.
— Muy ingenioso de tu parte tío, cómo me habría gustado tener parte de tu inteligencia para no tener que lamentarme en este momento – ya a este punto las lágrimas han bañado su rostro y la amargura que siente se convierte en zozobra al no saber qué esperar respecto a lo que sucede con Lea.
— ¿Damián, querido? - son interrumpidos por la dulce voz de la tía Corina.
Ambos hombres giran a verla y la miran de diferente manera, su esposo con adoración: como si nunca hubiese existido otra mujer para él sino su amada Corina, Damián la mira con ojos de niño, como si ella fuese la madre que siempre quiso, la que estuvo allí en el momento que cayó al piso y raspó una de sus rodillas, también el primer día de clases en la escuela donde no quería estar, ella prometió buscarlo ese día y lo hizo. Mientras que Maríah era presa de su madre y de los comentarios impropios hacia ella por haber quedado encinta sin casarse.
— Dime tía - ella nota las lágrimas en su rostro y corre a abrazarlo como siempre lo ha hecho.
— Lorena y Larisa están listas para hablar contigo y les expliques detalladamente lo que sucedió – el la mira suplicando ayuda — no necesitan mucho ya que están dispuestas a ir contigo a Manhattan para cuidar de su hija – ella le sonríe con ternura y él llora con la cara enterrada en su panza… como siempre lo hacía.
— La culpa quiere acabar con mi vida tía. No sé si pueda soportarlo, siento que estoy muriendo - ella levanta su rostro y lo mira con seriedad.
— Yo te crié como si fueras mi propio hijo, y levanté un niño fuerte y valiente para que cuando fuese adulto tuviese el triple de la fuerza – ella pega su frente con la de él — en este momento llamo a ese niño para que ayude a este adulto a tener esa misma fuerza y un poco más… - seca sus lágrimas con los pulgares — ahora ve allá y háblales acerca de la esperanza que te dieron al respecto, háblales del amor que sientes por ella y del bebito que viene en camino – Damián arruga el rostro en una seña de que se siente confundido — ¡Por el amor de Dios hable si, con Mauricio! – el jadeo de su esposo no se hace esperar.
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Editado: 01.05.2025