Pov Alice
La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, y con cada rayo que tocaba mi piel, sentía que la realidad regresaba lentamente a mí. Me desperté con un nudo en el estómago, recordando la conversación de la noche anterior con Dominic. Su confesión sobre su vida me había dejado inquieta, pero también profundamente intrigada.
Después de prepararme, decidí que necesitaba enfrentar el día con claridad. No podía seguir ignorando lo que sentía, ni las dudas que me atormentaban. Así que, después de un desayuno rápido, tomé mi teléfono y decidí que era hora de hablar con Dominic. Un mensaje sencillo podría despejar mis dudas.
Hola, Dominic. ¿Podemos vernos hoy?
No pasó mucho tiempo antes de que su respuesta llegara.
D- Claro, Al. ¿A qué hora?
A- En la tarde, tal vez?
D- Perfecto. Te recogeré a las 5.
El resto de la mañana lo pasé ocupada, pero mi mente seguía volviendo a Dominic. ¿Cómo podría ser que, a pesar de las advertencias sobre su vida, lo encontrara tan cautivador? Tal vez era su sinceridad o la forma en que me miraba, como si realmente viera a través de mí. Cuando finalmente llegó la hora, mi corazón latía con fuerza mientras me preparaba. Decidí llevar un vestido casual, algo que me hiciera sentir cómoda pero también atractiva. A pesar de la confusión en mi mente, quería mostrarle que estaba dispuesta a dar un paso más en nuestra relación.
El sonido del claxon de su Mustang me sacó de mis pensamientos. Al salir, lo vi allí, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Dominic parecía tan seguro, tan encantador, pero esa chispa de peligro siempre estaba presente.
—Hola, preciosa —dijo, acercándose para abrirme la puerta.
—Hola, Dom. —Me subí al auto y cerré la puerta, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.
Durante el trayecto, intenté relajarme, pero las palabras que necesitaba decir seguían atormentándome. ¿Cómo se planteaba hablar de su vida sin asustarlo? Al final, decidí que la sinceridad era el único camino.
—¿A dónde vamos? —pregunté para romper el hielo.
—Tengo una pequeña sorpresa —respondió con una sonrisa traviesa.
Esa sonrisa era contagiosa, pero también inquietante. ¿Qué clase de sorpresa podría tener un hombre como él? La curiosidad me consumía, pero lo que más me preocupaba era que esta sorpresa me llevara a descubrir más de lo que quería saber sobre su mundo.
Llegamos a un parque cerca del centro, donde la brisa fresca me dio la bienvenida. Dominic se detuvo y salió del auto, viniendo a abrirme la puerta. La atmósfera era diferente aquí, como si el aire estuviera cargado de posibilidades.
—Este lugar es especial para mí —dijo mientras caminábamos por el sendero. —Vengo aquí cuando necesito un respiro.
A medida que avanzábamos, me di cuenta de que el parque estaba relativamente vacío, lo que lo hacía aún más íntimo. Nos sentamos en un banco y miramos a nuestro alrededor, disfrutando del sonido de la naturaleza y la tranquilidad del lugar.
—Gracias por traerme aquí. —Miré a Dominic, intentando encontrar la manera de plantear lo que necesitaba saber.
—Me alegra que te guste. —Sus ojos se encontraban con los míos, y por un momento, sentí que todo el peso de nuestras vidas se desvanecía. Pero esa calma no duró mucho.
—Dominic... —empecé, sintiendo el nervio en mi estómago. —Necesito saber más sobre ti. Sobre tu vida.
Él se quedó en silencio, y por un momento, temí haber cruzado una línea. Podía ver cómo su expresión cambiaba, como si una sombra cruzara su rostro.
—Al, hay cosas que no son fáciles de compartir. No quiero que te asustes.
—No tengo miedo de ti —respondí, aunque sabía que mi voz temblaba un poco. —Quiero entenderte. Quiero saber con quién estoy involucrada.
Dominic suspiró, su mirada se desvió hacia el suelo. Podía ver la lucha interna que tenía.
—Mi vida es complicada. He tomado decisiones que me han llevado por un camino oscuro. No siempre soy el hombre que crees que soy.
La tensión entre nosotros creció.
—¿Qué quieres decir? —pregunté, desafiándolo a ser honesto.
—He estado involucrado en cosas que... que no son justas. La familia en la que nací me ha forzado a hacer cosas que preferiría olvidar. Pero he tratado de cambiar. Estoy tratando de hacer lo correcto.
Mis pensamientos se agolpaban.
—¿Y qué pasa si no puedes escapar de eso? —pregunté con cautela.
—Haré lo que sea necesario para protegerte, Alice. No quiero que te veas arrastrada a este mundo, pero no puedo cambiar mi pasado.
La sinceridad en su voz era palpable, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Qué haría yo con esta información? Quería creerle, quería pensar que podría ser diferente, pero la historia de mi familia seguía pesando sobre mis decisiones.
—Dominic, no sé si puedo ignorar eso. —Lo miré fijamente, intentando leer su expresión. —Lo que eres, lo que has hecho, eso es parte de ti. No puedo fingir que no me asusta.
—Lo entiendo, y tienes todo el derecho de sentirlo. —Él se acercó, su voz casi un susurro. —Pero lo que siento por ti es real. No te mentiría sobre eso.
Me sentí atrapada entre dos mundos. Mi corazón me decía que debía seguir adelante, pero la lógica me decía que no podía arriesgarme. El deseo de conocerlo, de estar con él, chocaba con la necesidad de protegerme.
La conversación continuó, pero una parte de mí sabía que la decisión que debía tomar sería la más difícil de todas. ¿Podría permitirme amarlo, a pesar de sus sombras?
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Editado: 27.10.2024