Había pasado mucho tiempo desde que llegué aquí, Japón, un lugar muy grande y lleno de color con habitantes muy tranquilos, llevo aproximadamente Dos años viviendo aquí junto a mi equipo de voleibol y la manager del equipo con sus trabajadores de publicidad y aún así prefiero los hoteles, ¿Por qué me fui de mi lugar de origen?, es algo complicado ya que nunca pude entender a la perfección, supongo que no había mucha entrada como artista y el Voleibol no era tomado con seriedad, no tenía apoyo de mi familia, cada vez más la moneda perdía su valor causando conflictos , al igual que las universidades no eran tan especializadas ni cómodas para un pobre chico cansado de estudiar, pero, ¿Él también fue un problema?, Evan...
Luego de la secundaria él se fue a una preparatoria diferente a la cual asistí unos años después, sin embargo en la universidad me lo había topado gracias a qué él era un apasionado más del arte y el dibujo, la manera de expresarte con pinturas era fácil de enamorar a alguien sin embargo mi mente y corazón no estaba tranquilo, no me gusta, ya no, pero tenerlo serca era difícil y es por eso que acepte la primera oportunidad de salir del lugar, no era tan malo, jugar voleibol y estudiar arquitectura no sonaba tan mal sin mencionar el cambio de ambiente.
Hitoka era una chica de cabellos rubios muy linda de unos años mayores a los míos que había estado buscando a personas con talento y mucho esfuerzo para reunir un equipo de voleibol suficiente para ser un seleccionado, puede que las cosas estén mejor ahora y me conformo con jugar pequeños partidos importantes, me gusta mi vida, es perfecta.
Caminaba por los pasillos del hotel en donde hace menos de una semana nos habíamos hospedado gracias al próximo partido teniendo que compartir habitaciones, en mi mano izquierda llevaba mi mochila deportiva en donde guardaba mis tenis especiales junto a mis rodilleras y demás equipo necesario para aquel deporte, lleve la mano libre para cubrir mi boca al soltar un bostezo y entrecerrando los ojos con sueño tome el ascensor para llegar al piso cinco en donde mis compañeros ya deberían estar durmiendo, son las 12.p.m pero cuando estás jugando para ganarte la vida siempre es importante el esfuerzo y no perder en habilidades, tienes que ser útil en tu equipo para permanecer en la cancha.
Al salir camine en línea recta hasta llegar a la puerta de mi habitación que compartía con Bernardo un chico de tez morena de orígen brasileño que había llego al equipo al mismo tiempo que yo por lo cual éramos muy amigos, tome la perilla con la mano libre descubriendo mi boca, la gire esperando una sonrisa alegre con los brazos abiertos listos para apretar mi cuerpo hasta dejarme sin respiración pero en cambio obtuve la sorpresa de encontrarme con unos ojos azules y pestañas blancas como la nieve, él.
Sebastián, un chico de cabellos blancos como el pelaje de los osos polares, ojos azules y fuertes, el gran hombre Ilustrador de Mangas, mi amigo desde hace tres años, mi aquel entonces enamorado. Él posaba frente a mi con una sonrisa encantadora y grande con las pecas regadas por su rostro blanco.
—¡Hey!.
—¡Adiós!.—dije al instante en el que él chico comenzaba a caminar hacia mi, cerré la puerta de un golpe y en cuanto la perilla volvió a moverse corri hacia la habitación de alado de Hitoka. Mierda.
—¡Matteo!,¿Eres tú?.—hablo la chica desde la pequeña cocina del fondo.—¿Qué haces aquí...
—¡¿QUÉ HACE ÉL AQUÍ?!.—dije mirándola con el mismo shock de antes, torció una sonrisa y se acercó a mí.
—¿Es amigo tuyo no?.
—Si, pero, ¿Por qué está en mi habitación? Y ¿En dónde estás Bernardo?.
—El próximo mes es la selección de equipos de voleibol para japón y necesitaba a una nueva persona encargada de la publicidad.
—¿A un ilustrador de Mangas?.—deje caer la mochila y me lleve las manos a la cara.—¿Él precisamente?.
—Alguien más a renunciado hoy.—bajo el rostro con tristeza.—Creí que como tú y él son amigos no habría problemas, también es un gran dibujante y tiene un título en publicidad, es... Una buena opción.
—Genial, ¿Cuando se va?.
La chica sonrió un tanto preocupada, coloco sus brazos detrás suyo y se valancio un poco como una niña pequeña que ha cometido algo malo.
—Por el amor de dios.
—¿Hum?.
A pesar de que Hitoka supiera inglés, que pudo aprender un poco el español para Manuel y para mí habían cosas que se perdían a la hora de traducirlo.
—Solo será para este mes, es importante para nuestro crecimiento. Matteo, son amigos.
—Ha si, bien, me quedo a dormir aquí.
—¡¿Ha?!.—la chica dejo caer la espátula al suelo un tanto inquieta.—¡Matteo los zapatos!.
Deje caer mi cuerpo al sofá para cerrar los ojos, me moría de sueño, tenía un shock tremendo y mi ropa estaba mojada por el sudor... Es una buena noche aún cuando no podré dormir en mi cómoda cama.
Sebastián... ¿Has vuelto por ellos o por mí?.