Una sirena para un capitán

CAPITULO 4

Mi mano toma vida propia para tocar mis labios aun sin poder creerlo lo miro, ¿Que le pasaba a este hombre?

Por unos instantes tenía la idea de que se había marchado pero se escucharon sus pasos acercarse. Me moví por la pared hacia el lado contrario de donde el venia hasta que encontré una cueva que no recuerda haber visto pero que de seguro hay una salida se puede ver luz al final. No podía caer más bajo, ¿O sí? Es una cueva húmeda y oscura en el cómo cualquier otra pero está a una altura que no puede llegar el agua. Anny subió alzando su aleta alejándola del agua y así sus piernas humanas aparecieron, se levantó tambaleando ya que no estaba acostumbrada. Comenzó a caminar despacio pero al poco tiempo escucho el sonido de las botas al caminar. Intento correr bueno eso fue lo que trato hasta que cayo. Se sentía asustada, impotente al no poderse transformar ni cantar, su garganta dolía a cada paso.

Intento moverme más hasta que me percato de que cerca hay unas flores moradas con puntos amarillos  su olor me parece el más delicioso y vaya que se de flores, mi cuerpo se comenzó a sentir relajado, corte una de las flores e inhalo su olor llenando mis pulmones de un exótico aroma.

— ¡No! —grito América percatándose de lo sucedido

Mi instinto me decía que debía correr pero no podía hacerlo mi cuerpo no querer moverse de donde está.

América se tapó la nariz y boca con un paliacate negro para poder acercarse a Anny, se movió despacio, los efectos de esa flor son diferentes dependiendo de cada persona. Al estar frente se quitó la camisa para tapar su desnudez mientras qué ella tarareaba una canción desconocida. La cargo en brazos y siguió el camino de la cueva hasta salir cerca de la arena así siguió caminando hasta el barco. Mientras tanto Anny seguía cantando mientras movía manos y pies.

—¡Vámonos! —grito América a su tripulación mientras pasaba frente suyo 

El atardecer estaba a unos minutos de llegar. Las sirenas comenzaron su canto evitando qué algunos pudieran irse.

— ¡Cúbranse los oídos con algo!, rápido suban -volvió a gritar

Miro a todo su alrededor alerta pensando que lo de tendrían. Anny al percatarse de su mirada le dijo

—No harán nada, les interesa más comerse a  tu gente -Anny jugaba con su cabello mientras sonreía podría jurar que le estaba coqueteando

Subió al barco como pudo. Sonrió cuando miro a su alrededor, estaba la mayoría de su gente. Me asome pensando que algún pirata venía pero el atardecer ya estaba puesto ya era hora de partir.

—Sera mejor que se vayan —Anny parecía muy alegre sentada en la orilla del barco.

América la miro y en ese momento puso atención a la canción que tarareaba Anny

Cuidado, cuidado 
piratas ya no hay escapatoria 
el atardecer llego y
Las sirenas de piel azul
Se los van a comer...
 

América miro de nuevo a su gente, era obvio que no regresarían al barco y nadie le conto que se convertían en algún tipo de monstruo.

Todos los piratas a su alrededor lo miraban esperando una orden pero América sabía que no lo podían escuchar, movió su mano derecha en círculo y señalando el lado contrario de la isla así todos comenzaron a ir de un lado a otro.

El barco comenzó a moverse casi haciendo qué Anny cayera pero América la sostuvo. 

—Adiós —grito elevando su mano y moviéndola de un lado a otro 

América solo sonrió pensando en la graciosa escena qué hará cuando se le pase el efecto. 



#4672 en Novela romántica

En el texto hay: sirenas, amor-odio, pirata

Editado: 10.09.2020

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