Un mes antes del baile de primavera
-¿Podemos invitar al baile a losamigos de otros colegios? –pregunta Vera cuándo la profesora hace un anuncio sobre el baile de primavera–. ¿O a los de universidad? Mi hermano quiere venir.
-Sí, el director ha dado el permiso. Pero sin excesos, por favor. Nada de alcohol. ¡Y ni hablar sobre las sustancias más fuertes! Si atrapan a alguien, la fiesta acabará para todos.
-¡Por quién nos toma, Svetlana Nikolaevna! –Inga finge ser indignada. –Aún no tenemos la edad para ingerir el alcohol.
Los alumnos se ríen y hacen bromas.
-Se permite invitar a los amigos –continúa la profesora–. Pero que no hagan nada indecente. ¿Está claro? Esta es una institución educativa. Tenemos que comportarnos adecuadamente.
-Somos muy decentes –dice Inga.
Y de nuevo todos se ríen. Los amigos del colegio conocen muy bien qué tipo de fiestas organiza esta chica cuando sus padres se van de vacaciones a países tropicales. Una vez los vecinos de Inga tenían que llamar a los bomberos, y las quejas que recibía de ellos la comisaría son verdaderamente innumerables.
El baile de primavera es el evento más importante del colegio. Incluso más importante que la fiesta de la graduación. Lo que pasa es que muchos alumnos prefieren después del décimo grado cambiar a otros colegios, aquellos que ofrecen una mejor preparación para ingresar a la universidad. Pocos estudiantes cursan aquí el último, undécimo grado. Por eso el baile anual de primavera se ha convertido en un evento más genial e importante. Todos los alumnos tienen derecho a asistir. Los bailes duran hasta la medianoche, luego se organizan fuegos artificiales en el campo deportivo. Y después de eso la fiesta termina y todos regresan a sus casas.
-¿Quién te acompañará al baile? –pregunta Inga en tono burlón, bloqueándome el paso–. Ah, ¿pero de qué estoy hablando? Ningún tipo normal invitaría a una miserable como tú. ¿Robaste esa ropa a tu abuela?
Intento ignorar su ataque. ¡Sólo eso me faltaba! ¡Mostrar que sus bromas estúpidas me ofenden!
- Oye, ¿por qué no me respondes? –Inga no se da por vencida–. Confiesa. ¿Qué clase de tonto estaría dispuesto a pasar vergüenza invitando a una chica mal vestida?
¿Cómo es que no se ahoga con su propio veneno? Me doy la vuelta y digo con frialdad:
- ¡Tú serás la única quien pasará vergüenza!
Inga enseguida se pone roja.
-Repítelo –gruñe ella–. ¿Acaso me estás amenazando? ¡¿Tú?!
-Inga, vámonos –aparece su novio.
-¡No! ¿Oíste lo que dijo?
-¡Ya déjala en paz!
Casi a la fuerza él obliga a su novia a alejarse de mí. Bueno, entre Inga y yo siempre ha existido un gran “amor”. Y con el paso de tiempo todo se pone más divertido.
Pero la verdad es no tengo idea de con quién podría ir al baile de primavera. Tal vez, iré con mis amigas, algunas de ellas tampoco tienen pareja. Es una pena que Cristina no pueda asistir al baile, sus padres la enviaron a Inglaterra para que mejorara su inglés como una estudiante de intercambio.
En fin, ¿quién sabe? ¿Tal vez alguien me invitará? Aún falta un mes para el baile.
***
El baile de primavera
Me siento como si estuviera en un cuento de hadas. Un chico misterioso me lleva en sus brazos al salón de fiestas.
¿Acaso es posible? ¿No es un sueño? ¿Estoy despierta? ¿Quizás es solamente una fantasía mía? Todo esto desaparecerá para siempre tan pronto se restablezca mi vista… Soy una chica común y corriente, los milagros no suelen suceder con las chicas como yo.
Toca la música, se oyen las voces. Puedo distinguir borrosas siluetas a mi alrededor. Hay muchas personas bailando en el salón. De repente la música empieza a sonar más bajo. La gente también deja de hablar.
-¿Se me subió la falda? –estoy tocando mi ropa con mucha preocupación; intento comprender que está sucediendo–. Por favor, suéltame. Algo no va bien.
-Todo está bien –dice Ángel, pero hace lo que le pido.
Que nombre tan extraño tiene. Todavía no puedo acostumbrarme. Aunque pensándolo bien, es posible que realmente sea un ángel. Mi ángel guardián. Él que me ayuda en los tiempos difíciles.
-¿Pasa algo con mi vestido? –le pregunto.
-No.
-Me veo horrible –digo y enseguida me muerdo el labio.
¿Por qué me quejo? Ya me ha visto llorando. Ahora pensará que soy una histérica y llorona que siempre está insatisfecha.
¡Bah! ¿Qué me importa lo que piense? Ni siquiera lo conozco. Tal vez no volveremos a vernos nunca.