=6=

La música se apaga, la magia del baile es interrumpida por una de mis compañeras de clase.

-Es hora de votar por el rey y la reina del baile –dice ella–. Hay que escribir los nombres en estas papeletas y meterlas a la urna. Luego contaremos los votos y determinaremos a la pareja ganadora.

Nos entrega dos hojas de papel y un bolígrafo, luego prosigue a hablar con otras parejas.

-Hay que votar, chicos –se oye su voz y luego se pierde, sobrepasada por la fuerte música.

-¿Por quién vamos a votar? –pregunta Ángel.

Sugiero el nombre de una de mis amigas; ella tenía que venir al baile con su novio que también era nuestro compañero de clase. Mis otras amigas aún no tenían novios. Por supuesto, el rey y la reina del baile no tienen que ser una pareja en la vida real, pero estoy segura de que Nadia estaría encantada de ganar la votación. Aunque probablemente la mayoría votará por Inga y su novio; él es el capitán de nuestro equipo de fútbol, ​​el orgullo del colegio. Seguramente, ellos dos recibirán mucho apoyo.

-Sonia, ¿podrías darme un minuto? –me doy la vuelta para ver quien me habla–. Me  gustaría hablar contigo.

- Vania?                                                                       

Me sorprende que el novio de Inga esté dirigiéndose a mí. Ni siquiera hablamos, nos limitamos a saludarnos con la cabeza de vez en cuando. ¿Por qué de repente él se acercó a mí?

-¿Nos apartamos a un lado? –pregunta Iván–. Solamente por un rato.

-Lo siento, pero ahora no. Aún no me recupero la vista y no quiero chocar contra una mesa o pisar a alguien. Pero podríamos hablar más tarde.

-Es algo muy importante –insiste el chico–. Te daré la mano para apoyarte. 

-Habla aquí –Ángel se entromete en la conversación, y en su voz se lee claramente: “Vete a la mierda, yo estoy aquí para apoyarla”.

-Prefiero hablarle en privado –dice Iván; de repente algo le sucede, y puedo ver como el fuerte cuerpo del capitán del equipo de fútbol se echa para atrás–. Está bien, volveré más tarde.

El chico se pierde entre la multitud.                     

-¿Cómo lo hiciste? –balbuceo–. ¿Cómo lograste asustarlo? No le dijiste ni una palabra. ¿Le asustaste con una sola mirada? ¿Cómo a aquellos bandidos?

-Tal parece que tu amigo Vania se dio cuenta de que sería mejor cuidar de su propia novia en vez de andar detrás de las novias ajenas.

-Él no es mi amigo –respondo automáticamente y luego me doy cuenta del significado de sus palabras–. Entonces… espera, ¿a qué te refieres con “novias ajenas”?

-¿Por qué siempre te asechan los tipos sospechosos?

-¿Cuándo vas a responder mis preguntas de una manera normal?

Ángel me levanta en sus brazos, haciéndome lanzar un pequeño grito de sorpresa, y me lleva a un lado.

-¿Qué estás haciendo? –murmuro–. Para. Suéltame de inmediato. ¿Me escuchas?

Él guarda el silencio. Se está burlando. Sí, definitivamente se burla de mí.

-¿Te gusta tanto llevarme en tus brazos?

-Sí –confirma inmutablemente–. Locamente. Pero en realidad estoy buscando la urna de votación.

-Estará en la entrada.                                           

Ángel se dirige en la dirección señalada.           

-Podrías haberla encontrado sin mi ayuda.         

-Sin ti todo estaría aburrido –se ríe él–. Además, hay demasiados tipos sospechosos por aquí.

-Estamos en un colegio común y corriente –sonrío. Y luego entiendo: Ángel simplemente no quería dejarme sola.

 Bailamos de nuevo, damos vueltas por el salón disfrutando de otra melodía lenta. No puedo creer que un chico pueda aprender a bailar así en una sola noche, pero ahora no quiero pensar en nada. Simplemente vivo el momento. Me entrego a las emociones.

Ni siquiera he tenido tiempo para acercarme a mis amigas y charlar con ellos. Me doy cuenta de esto, siento unas ligeras punzadas de conciencia, pero no puedo hacer nada. No quiero distracciones. No quiero que el baile se detenga. Qué la música dure infinitamente. Ángel. ¿Quién es él? ¿De dónde viene? Sus manos rodean mi cintura. Su cuerpo caliente y fuerte está cerca del mío. Es duro como una roca. Como un enorme muro indestructible que me protege de todo mal.

-¡Su atención, por favor! –exclama la profesora tomando el micrófono–. Llego la hora de averiguar quiénes son elegidos como el rey y la reina del baile de primavera.